Resultados indesmentibles, avanzamos

Para aquellos familiarizados con el sector energético, saben que el balance energético, es aquel que identifica de dónde proviene la energía que consumimos y en que se utiliza.

El balance energético del que les quiero hablar es otro distinto, y que cuenta de lo que se avanzó en el sector energético en los últimos cuatros años, así como de los desafíos pendientes que nos quedan como país.

En mayo del 2014 anunciábamos una Agenda de Energía que, para casi todos, aparecía muy ambiciosa. Bajar el costo marginal de la electricidad en un 30% y reducir los precios de las licitaciones en un 25% eran las preocupaciones principales en ese momento.

Los proyectos energéticos enfrentaban grandes dificultades para su concreción y nuestro país no tenía una clara estrategia en materia de energía.

Al 2017 los costos marginales han disminuido en más de un 62% desde el 2013 y los precios de las licitaciones han caído en un 70%, claramente sobrecumpliendo las metas que nos habíamos propuesto.

Todo ello por las modificaciones a la legislación eléctrica para aprovechar las fuerzas de la competencia y el potencial renovable no convencional de nuestro país.
Fue posible así que el sector energía pasara a ser el primer sector en inversión, por tres años consecutivos.

Sin duda, gran parte del éxito se debe al cambio de la forma con que se diseñaban e implementaban las acciones del Ministerio, abriéndolo a la ciudadanía y comenzando procesos participativos a lo largo de todo el país que culminaron con la primera política energética de largo plazo al 2050.

La tendencia hacia un sistema energético sustentable donde las energías renovables predominen no tiene vuelta atrás, y esto es reconocido por actores tanto públicos como privados.

Ejemplo de ello fue la visión que hemos tenido como sociedad de decidir poner fin a la instalación de centrales a carbón y plantearnos un trabajo conjunto para el retiro de las centrales existentes.

Sin embargo, no es posible ver los frutos del trabajo público y privado realizado en sólo cuatro años. Quedan desafíos pendientes. Implementar una legislación apropiada para aprovechar las oportunidades que nos brinda la eficiencia energética es fundamental.

Eficiencia energética no sólo es mayor productividad económica, sino también que nos permite avanzar en negocios más sustentables y en cumplir nuestras metas de cambio climático. 

Los hogares agradecen la posibilidad de consumir más eficientemente como lo muestra que hemos distribuido 304 mil kits de eficiencia energética durante este periodo de gobierno.

Una nueva regulación de la distribución eléctrica no alcanzó a plantearse en este gobierno, pero las bases y la metodología para llevarla adelante ya están disponibles para que las nuevas autoridades acometan la tarea con las mejores herramientas posibles.

La resiliencia y confiabilidad en el consumo energético tienen que ser objetivos fundamentales de la nueva regulación.

La oportunidad de disponer de un sistema de distribución flexible, que facilite la electromovilidad y con redes inteligentes está a la vuelta de la esquina y tenemos que estar preparados.

Sin lugar a dudas el balance energético que tenemos es positivo. Como sector hemos podido dejar de lado nuestras diferencias, disponer de una estrategia de desarrollo común entre academia, empresa, sociedad civil y sector público, de manera de avanzar a paso firme y decidido hacia las metas que nos propusimos, alcanzando un desarrollo energético más confiable, sustentable, inclusivo y a precios razonables.

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