El origen etimológico de las palabras nos permite profundizar en la comprensión de la realidad. Así, por ejemplo, pasa con la palabra "reconocer" -del latín recognoscere-, que significa volver a conocer, mirar otra vez, darse cuenta. En hebreo, Nakar significa "prestar atención" que es una forma especial de "reconocimiento".
Reconocer -que además es un palíndromo- es un verbo urgente de conjugar en un mundo hiperconectado, donde muchas veces el scroll infinito del celular mantiene la atención anclada al mundo virtual, aislándonos del mundo físico. Mientras deslizamos los dedos por la pantalla buscando frenéticamente, una y otra vez, más información y entretención, más nos perdemos la oportunidad de interactuar con personas reales, de compartir experiencias. Nos alejan del instante o de las conversaciones reales que suceden frente a nosotros, sin prestar atención a nuestro entorno físico.
Sin embargo, todo pueblo, toda persona, necesita un motivo para reconocerse, para mirarse otra vez. Es el instinto de pertenencia, de identidad y de la necesidad tan humana de sentirse parte de algo más grande. Algo que muestra con humor y mucha reflexión la película chilena "Denominación de origen" que cuenta la historia de la lucha de un movimiento ciudadano del pueblo de San Carlos que, tras perder el título de la "Mejor longaniza de Chile" ante su tradicional adversario (longanizas de Chillán), busca obtener el Sello de Origen por Denominación de Origen para sus longanizas y así "reparar el daño y recuperar la dignidad de su querido pueblo".
La historia nos habla de comunidad, de territorio, de tradiciones. Pero esto no solo pasa en la ficción. Hace poco concluyó un proyecto hermoso que nos habla, justamente, de reconocimiento. En este caso de reactivar los comités de administración de los sellos de origen por Indicación Geográfica que tienen tanto la aceituna del Valle de Azapa como el orégano de la precordillera de Putre, ambos de la Región de Arica y Parinacota.
Fue un proyecto ejecutado por la Facultad de Economía y Negocios (FEN), de la Universidad Alberto Hurtado (UAH) con el financiamiento del Fondo de Innovación para la Competitividad (FIC) del gobierno regional (GORE) de Arica y Parinacota. El Sello de Origen (iniciativa conjunta del Ministerio de Economía, Fomento y Turismo y del Instituto Nacional de Propiedad Intelectual (Inapi) tiene como objetivo preservar y estimular "formas especiales de manufactura, de oficios tradicionales y de productos singulares de nuestro país". Al no estar operativos los comités de administración (conformados por las y los agricultores y representantes de los municipios respectivos) estos productos se comercializan como "commodities", desaprovechando las oportunidades que brindan las Indicaciones Geográficas con que cuentan.
Al reactivar los comités, no solo se busca aumentar la competitividad en el mercado, sino también mejorar los ingresos y la calidad de vida de los productores locales, fortaleciendo así la economía y la sustentabilidad en la región, contribuyendo, en este caso, al posicionamiento de Arica y Parinacota como una región reconocida por la calidad y autenticidad de sus productos, revitalizando el valor territorial de estos productos emblemáticos de la región.
Sin embargo, más allá de impulsar la competitividad y mejorar los ingresos de las y los agricultores, el corazón de este proyecto está puesto en el reconocimiento de las comunidades que habitan estos territorios. Cuando una región reconoce su identidad productiva, está reconociendo a quienes la sostienen y la hacen posible día a día, de tal manera que se convierte en un catalizador de cohesión social a partir del desarrollo productivo de la región y del país.
Porque producir también es una forma de hacer comunidad. El desarrollo con identidad se construye desde el orgullo por lo propio, desde la colaboración, desde la dignidad y el reconocimiento de los oficios que dieron forma a nuestras comunidades, respetando el hábitat natural. La región de Arica y Parinacota se alza como un territorio hortofrutícola competitivo a propósito, por ejemplo, de la Ley de Cabotaje, de las expectativas con el Corredor Bioceánico Central y de ser una región fronteriza, descubriendo en su propio hacer una identidad que impulsa el futuro. La región se encuentra en un momento importante en cuanto a su desarrollo económico y ambiental.
Y si bien, tenemos, por ejemplo, la paralización de las faenas de la minera Quirobax, envuelta en polémicas medioambientales relacionadas con sus operaciones en el Salar de Surire, un área protegida, poniendo en riesgo empleos y la biodiversidad de la zona, lo cierto es que existen proyectos como estos del orégano de Putre y aceitunas de Azapa, que demuestran que el crecimiento económico puede ser compatible con la sustentabilidad y reconocimiento de nuestra tierra. La cooperación entre las y los agricultores y los municipios respectivos da como fruto un desarrollo integral. Y en este caso, volver a prestar atención a lo propio es también la mejor forma de proyectarnos al mundo. El origen no es solo un punto en el mapa, es un punto de encuentro, un punto para recognoscere.
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