Bajo el rótulo de tratado comercial, el TPP11 -sigla con la cual se vende este acuerdo de control trasnacional- reaparece en la agenda legislativa de nuestro país con fuerza, justo luego de que se impusiera el Rechazo en el pasado plebiscito constituyente del 4 de septiembre.
Ahora es el Senado el que tiene la palabra y probablemente los votos para cruzar una frontera que condicionará el futuro de las próximas generaciones. Los cantos de sirena del crecimiento suenan fuerte para ocultar la pérdida de soberanía que significa este tratado para Chile y su gente.
El TPP11 no puede entenderse como un tratado comercial -nuestro país ya cuenta con acuerdos comerciales con buena parte de los países miembros (Australia, Brunei Darussalam, Canadá, Japón, Malasia, México, Nueva Zelanda, Perú, Singapur, y Vietnam, Estados Unidos)-, sino como un artilugio de las corporaciones multinacionales para ejercer control en cada uno de los países firmantes, transgrediendo así su ordenamiento político y judicial.
Incluso, tal como ha señalado el destacado académico y economista Gabriel Palma, "este tratado le da a las multinacionales el 'derecho' a demandar a los Estados por el 'costo moral' que les podría significar haber tenido que demandarlos".
Este acuerdo cede de manera automática la soberanía al establecer tribunales de utilería (llamados Mecanismo de Solución de Disputas Inversor-Estado, ISDS por su sigla en inglés) para resolución de litigios entre empresas multinacionales y Estados, sacándolos de los tribunales tradicionales.
También destacan las restricciones a las actividades de las empresas públicas, en pos de favorecer al sector privado, y al rol del sector público en materia económica. En la práctica, significa atar de manos al Estado como actor en el desarrollo de nuestros países.
Desde nuestra tribuna, como organización sindical que promovemos el reimpulso de la industria nacional y la defensa de los derechos de las y los trabajadores, la aprobación del TPP11 significa un retroceso sin retorno. Sería entregar la vida de millones de trabajadoras y trabajadores a los intereses de las multinacionales.
Por lo mismo, nos sorprende la decisión del gobierno del Presidente Gabriel Boric de retomar su discusión parlamentaria. Primero, porque, tal y como el propio Mandatario ha reconocido, no es parte del programa con el que fue electo; y, segundo, porque ha sido un permanente detractor de este nefasto acuerdo. "La discusión inmediata del TPP11 es inaceptable. El debate estratégico sobre el modelo de desarrollo es parte esencial del proceso constituyente del que estamos ad-portas. Desde el Frente Amplio buscaremos detener a quienes quieran aprobarlo entre gallos y medianoche", decía en enero de 2021.
¿Es que la derrota del plebiscito del 4 de septiembre nos obliga a ceder en nuestras convicciones? Esperemos que no, porque fueron esas convicciones las que llevaron al pueblo de Chile a elegir un programa de cambios para avanzar hacia una vida mejor. No para darle la espalda a ese pueblo y su soberanía para impulsar un tratado que nos confirma como colonia de las multinacionales.
Aprobar el TPP11 es olvidarse de los cambios y transformaciones que se prometieron hace menos de un año. Del Senado, entre gallos y medianoche, pende el futuro de nuestra patria.
Desde Facebook:
Guía de uso: Este es un espacio de libertad y por ello te pedimos aprovecharlo, para que tu opinión forme parte del debate público que día a día se da en la red. Esperamos que tus comentarios se den en un ánimo de sana convivencia y respeto, y nos reservamos el derecho de eliminar el contenido que consideremos no apropiado