Volver a crecer: urge poner el foco en la productividad

De acuerdo con la teoría económica, existen tres componentes que explican el crecimiento económico: el capital, el trabajo, y la productividad. El capital puede ser entendido como la inversión que se realiza en viviendas, edificios no residenciales y obras de ingeniería, y maquinaria y equipos, entre otros. El trabajo comprende la cantidad de personas ocupadas y las horas efectivamente trabajadas. Por su parte, la productividad total de factores (PTF) muestra cuán productivo es la combinación de capital y trabajo para generar valor agregado.

Al descomponer el crecimiento económico anual por quinquenio de los últimos 35 años, se evidencia que el factor del capital ha sido el más estable a lo largo del tiempo, creciendo entre 2,0 y 2,8%, para caer a 1,4% en el periodo previo a la pandemia (2016-2020). Por otra parte, el empleo se ha mostrado más volátil, comenzando los inicios de los '90 con un crecimiento de 2%, para ubicarse en torno a 1% durante el periodo posterior (entre fines de los '90 y hasta 2015), y decrecer en -1,2% entre 2016 y 2020. El crecimiento de la productividad, en cambio, se ha ido reduciendo constantemente. Mientras que a comienzos de los '90 la productividad total de factores crecía a 3,2%, a comienzos de los 2000, este crecimiento se redujo a 1,3%. Para la década 2006-2015, la variación de la PTF pasó a ser negativa y se ubicó en -0,2%. Entre 2016 y 2020 esta se mantuvo en 0%, y en el periodo más reciente, que va entre 2021 y 2024, ha disminuido -0,8%.

Lo que ha ocurrido con la productividad es dramático. Desde hace ya 20 años que enfrentamos un problema de productividad que limita seriamente nuestro crecimiento, pero, aun así, en la discusión pública se ha puesto el foco en la inversión (factor capital) y el empleo (factor trabajo). Algunos candidatos presidenciales han hecho énfasis en destrabar inversiones mediante reformas regulatorias y en atraer nuevos capitales con un sistema tributario más competitivo, así como en crear nuevos puestos de trabajo. Si bien reactivar la inversión es necesario y relevante para volver a crecer, la gran pregunta es cuánta importancia le vamos a asignar a la productividad en el crecimiento.

Pese a la importancia de esa pregunta, poco han dicho los candidatos. Probablemente, estén a favor -¿quién podría no estarlo?-, pero ninguno ha presentado propuestas concretas para abordar aumentar la productividad de nuestra economía. ¿La razón de este silencio? Probablemente es que mientras la inversión y el empleo tienen visibilidad en el corto plazo, las políticas que promueven la productividad, por su naturaleza, son visibles a largo plazo y, por lo mismo, asignarle mayor importancia en la agenda pública es poco atractivo electoralmente. Pero lo cierto es que, de los tres factores que explican el crecimiento: capital, trabajo y productividad, este último es el más importante para un crecimiento sostenido, puesto que permite, con los mismos recursos, producir más. Por tanto, debiera ser la primera prioridad para volver a retomar tasas de crecimiento cercanas al 4%.

Medidas como establecer un nuevo sistema de capacitación y reconversión laboral para mejorar las competencias de los trabajadores; delinear una estrategia para transitar hacia un mayor gasto tanto público como privado en investigación y desarrollo e innovación, equiparándonos a países exportadores centrados en la explotación de recursos naturales como Australia, Canadá y Nueva Zelanda; fortalecer el venture capital y mejorar el financiamiento a startups, son claves para superar el declive de nuestra productividad. Es tarea de las candidaturas presidenciales transformar estas ideas en cambios concretos.

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