Si bien el Ministerio de Educación aseguró que los colegios de Tiltil, finalmente, no cerrarán este año, la pregunta que sigue es ¿qué pasará el 2024? ¿Tendrán financiamiento para un nuevo año y los que siguen? Y la pregunta no es sólo para los establecimientos de esta comuna, sino que para todas las escuelas que cada mes, cada año, hacen malabares para pagar sueldos, servicios básicos, entre otros gastos.
La crisis de la educación pública es seria. Por un lado, tenemos grupos de jóvenes que no se interesan ni ven beneficios en la educación formal, por lo que no están matriculados en ningún establecimiento educacional. En otra vereda, tenemos a los que sí están inscritos a una escuela, pero que no asisten regularmente. Esto habla de un sistema educativo agotado, que no es atractivo ni se ha modernizado lo suficiente para atraer ni retener a los jóvenes.
Como efecto dominó, la subutilización de la infraestructura, es decir escuelas que no logran llenar su capacidad, así como el ausentismo crónico, provocan una baja significativa en los ingresos pues los sostenedores reciben subvención por estudiante sentado en sala. Si la escuela no logra completar su matrícula y si no consigue que asistan sobre el 85% del tiempo, entonces, no recibe toda la subvención. No hay ingresos suficientes. ¿Cómo paga todos sus gastos entonces? Es esperable, por lo tanto, que escuelas como las del Tiltil enfrenten el no pago de cotizaciones y el riesgo de cierre.
Nosotros, como Fundación Súmate del Hogar de Cristo, nos preocupamos del joven que ya no asiste a la escuela, quizás porque esta cerró sus puertas o porque el joven tuvo una trayectoria de vida que lo llevó a alejarse de un sistema que no supo retenerlo. Hoy existen 227 mil niños, niñas y jóvenes excluidos de su derecho a la educación, y lo que menos queremos es que esta cifra aumente por el cierre de colegios.
Llamamos a fortalecer a la brevedad el sistema de educación pública, incorporando al debate a aquellos que nadie ve: los jóvenes excluidos. Ellos necesitan dispositivos adecuados a sus necesidades, sean Escuelas o Aulas de Reingreso. El modelo existe pues Fundación Súmate tiene 30 años de existencia enfrentando esta causa; ahora faltan voluntades políticas para avanzar en una adecuada legislación, así como el apoyo de privados, de la sociedad civil y de organismos territoriales para implementar soluciones en cada localidad del país.
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