Democracia siempre, ¡educación pública ahora!

Hace unos días se realizó en Chile un encuentro de presidentes, dirigentes sociales y políticos, académicas, académicos e intelectuales, para dialogar y debatir, desde la pluralidad y la diversidad, respecto a la urgente necesidad de resguardar y fortalecer la democracia, entendida como un régimen de organización política y de representación del poder soberano de los pueblos y como una forma de vivir y de convivir entre seres humanos cada vez más complejos y cada vez más diversos.

En una época en la que, tristemente, por cierto, resurgen movimientos y líderes inspirados en el odio, la mentira, el fanatismo y la violencia de todo tipo, este encuentro marca un hito que debe ser destacado con especial énfasis. "Democracia Siempre", la consigna que caracterizó dicho evento, fue la idea fuerza que define la posición de quienes convocaron y participaron de las actividades relacionadas al desarrollo de la cita internacional. Esta idea plantea una profunda convicción respecto de la democracia y del sistema democrático. Las sociedades pueden enfrentar, y de hecho enfrentan, crisis de diverso tipo, crisis sociales y políticas. Es la democracia, como forma de convivencia de las y los ciudadanos y como régimen político, la única opción que se debe tener presente para la superación de dichas de crisis.

Con esta sola lección de la historia, la humanidad, tal vez, no habría vivido los horrores del fascismo y del nazismo. Con esa sola convicción, América Latina no hubiese vivido la barbarie de las dictaduras cívico-militares impulsada por las clases dominantes y por Estados Unidos. Este encuentro, no hace sino traer a colación e interpelar a la ciudadanía y a las instituciones respecto de estos dolosos aprendizajes. En una frase, los problemas de la democracia solo se resuelven con más democracia.

Ahora bien, quienes convocaron a tan importante evento, deben considerar que la democracia necesita de una ciudadanía educada, formada, preparada para el ejercicio de sus derechos y de sus compromisos con el sistema democrático. Los sistemas democráticos desde su origen así lo comprendieron. El antiguo régimen, los regímenes monárquicos, las autocracias oligárquicas se sostenían en el poder principalmente gracias a un conjunto de dispositivos hegemónicos que, en breve, se expresaban en la domesticación de quienes eran sus súbditos. Para ello, era necesario mantener a las poblaciones bajo el oscuro telón de la ignorancia y la superstición.

Los estados democráticos, surgidos de los movimientos revolucionarios de fines del siglo XVIII y luego, de la primera mitad del siglo XIX, comprendieron desde sus orígenes que la democracia sería posible solo si los pueblos lograban acceder al conocimiento generado por las ciencias y las humanidades. Las nuevas democracias, como sabemos, requerían poblaciones con la consciencia suficiente y, por tanto, con el compromiso necesario, para hacerse cargo de modo individual y colectivo de los problemas de la ciudad. El concepto de ciudadano, también sabemos, precisamente deriva de dicha relación.

Es en ese marco, que surgen los sistemas públicos de educación. La educación pública, desde entonces y con especial urgencia hoy día, ha sido uno de los pilares fundamentales del régimen democrático. Y lo ha sido, principalmente, gracias a su vocación y decidido concurso en la formación de ciudadanas y ciudadanos conscientes y comprometidos con el desarrollo nacional y con la democracia. Entonces, si la opción, en buena hora por supuesto, es Democracia Siempre, ello ha de significar un decidido compromiso transversal que se proponga fortalecer a la educación pública en todos sus niveles. Fortalecer la educación pública es una tarea tan urgente como necesaria para propender al resguardo de la democracia.

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