Desvinculación educativa en su mínimo histórico: un avance que nos compromete a seguir

Coescrita con Joaquín Walker Martínez, secretario ejecutivo Reactivación Educativa

En los últimos años, Chile ha enfrentado uno de los desafíos más complejos para su sistema educativo: recuperar la continuidad de las trayectorias educativas tras el golpe que significó la pandemia Covid-19. Hoy, los nuevos datos del Ministerio de Educación muestran un avance esperanzador: la tasa de desvinculación anual educativa alcanzó su mínimo histórico este año.

Este resultado significa que menos niñas, niños, jóvenes y adultos abandonaron la escuela y más continuaron aprendiendo. Detrás de cada cifra hay historias de estudiantes que volvieron a clases, de docentes y equipos directivos que insistieron una y otra vez en reestablecer vínculos, y de comunidades educativas que -con apoyo y orientación del Estado- comprendieron que la permanencia no es solo un dato, sino un derecho y una responsabilidad compartida.

Según el informe del Centro de Estudios del Mineduc, la tasa de desvinculación bajó de 1,7% a 1,3% en dos años, lo que equivale a cerca de 10 mil estudiantes adicionales que permanecieron en el sistema educativo. Por su parte, en la educación pública, la mejora fue aún más significativa: una reducción del 20% en solo dos años, alcanzando el registro más bajo desde que existen datos comparables. Además, todos los cursos registraron su tasa de desvinculación más baja desde el retorno de la pandemia, destacando las reducciones de tercero y cuarto medio técnico-profesional, con disminuciones de 39% y 34%, respectivamente.

Es muy relevante también lo que ocurre en los sectores más vulnerables. Los dos primeros quintiles socioeconómicos presentaron las tasas de desvinculación más bajas del sistema: 1,30% y 1,33%, siendo significativamente mejores que las del quintil más alto. Por segundo año consecutivo, estos grupos alcanzaron su mejor resultado desde que se tiene registro.

Este dato no solo refleja el impacto positivo de las políticas públicas y los esfuerzos locales, sino también algo más profundo: los establecimientos educacionales son un espacio significativo, donde se construyen vínculos, aprendizajes y proyectos de vida. Por eso, fortalecer todo lo que ocurre en las comunidades educativas, continúa siendo una tarea esencial para avanzar hacia un sistema más justo e inclusivo.

A su vez, más de 18.400 estudiantes que se habían desvinculado en 2024 regresaron a clases en 2025, un aumento de 14% respecto del año anterior. Es decir, no solo estamos evitando que más estudiantes abandonen el sistema, sino también recuperando a parte importante de quienes ya se habían ido.

Estos resultados no son fruto de una sola política ni de un solo actor. Son el reflejo del trabajo sostenido de las comunidades educativas, de los Servicios Locales de Educación Pública, los municipios y del esfuerzo coordinado entre diversos organismos del Estado. El Plan de Reactivación Educativa impulsado por el Mineduc ha sido un soporte clave para este proceso. Entre las acciones más relevantes destacan los equipos territoriales de revinculación, proyectos de reinserción y la entrega de reportes periódicos de asistencia, lo que ha permitido identificar a tiempo a estudiantes en riesgo y ofrecer respuestas desde los propios territorios. Asimismo, la iniciativa Chile Presente, desarrollada junto al Banco Interamericano de Desarrollo, marca un salto cualitativo en la gestión de la permanencia educativa al integrar información y alertas tempranas, facilitando un seguimiento continuo y más efectivo de las y los estudiantes.

Sería un error interpretar estos avances como un punto de llegada. Las cifras muestran progreso, pero también nos recuerdan que aún existen decenas de miles de niños, niñas y jóvenes que, por distintas razones, siguen fuera del sistema o enfrentan inasistencia grave. La tarea pendiente es consolidar una cultura educativa centrada en el acompañamiento, la pertinencia y el sentido de la experiencia formativa, donde cada estudiante sea valorado o valorada, y encuentre motivos para quedarse, aprender, proyectar su futuro y la construcción de la sociedad que compartimos.

Chile ha demostrado que es posible revertir la tendencia al abandono y avanzar hacia una educación más inclusiva y sostenida. Lo que hoy celebramos no son solo estadísticas: son señales de esperanza y de fortalecimiento de la confianza en el sistema educativo. Y esa es, sin duda, una buena noticia para el país.

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