Educación ¿de calidad?

Todos piden educación gratuita y de calidad. Gratuidad no significa nada, ya que deben pagarse profesores, luz, agua, gas, etc. y alguien debe hacerlo,¿ pero quién?, ¿cómo?, ¿a quién?, ¿en qué condiciones, se paga?

La connotación “de calidad” es igualmente vacía.¿Qué significa? ¿Cómo se logra?¿Quién la da? ¿Basta con invertir más plata?¿Qué es educación?

Hay, en Chile dos modelos de educación, 1) inducir la autonomía intelectual, moral, estética y espiritual y 2) capacitación profesional para trabajar en o dirigir empresas. Los chilenos tenemos que elegir por plebiscito o por una nueva Constitución qué modelo queremos.

Independiente del modelo debe ser de calidad. Tomemos Enseñanza Media de calidad para empezar ¿cuál es el paso crítico para ella? Los profesores, que deben ser de calidad ¿cómo se forman?

En un programa universitario de calidad ¿cómo se garantiza este? Con académicos de calidad. ¿Cómo se forman los académicos de calidad? En un programa de formación y de carrera académica de calidad, calidad que implica competitividad universal.

Llegamos al tope de la calidad. Sólo una carrera académica exigente con competitividad universal puede garantizar una educación de calidad en Chile.

Las Universidades tradicionales existentes antes de la dictadura militar tenían y tienen carrera académica normada aceptablemente equivalente, aunque los planteles actuales aún de las estatales pueden no calificar en algún ítem.

La dictadura militar destruyó la carrera académica y permitió a cada universidad nombrar a quién quisiera, llegando a aberraciones gravísimas como nombrar a profesores de liceo como titulares universitarios o a médicos de la clínica que compró como académicos de medicina.

Acciones que son usurpaciones de cargo, estafas a los alumnos (no son académicos los que hacen la docencia) y ejercicio ilegal de la profesión (ser académico es una profesión, es una especialidad).

Es urgente reconstituir la Carrera Académica en Chile comparable a cualquier país del mundo, con el Escalafón Académico Nacional que fije salarios transparentes y reajustables como los de todo el Estado de Chile.

Salarios que pueden tasarse actualmente con un mínimo de 2 y máximo de 4 millones de pesos mensuales con los que puede solventarse una carrera académica normal, considerando que no hay gastos por parte del académico para su quehacer en la universidad.

Esta es la única manera de recuperar la calidad de la educación en Chile. Las Universidades deben acreditarse, en primer lugar por el crédito de sus académicos en las jerarquías académicas necesarias.

Así, si la carrera de medicina tiene 32 asignaturas, cada facultad de medicina tiene que tener al menos 32 profesores titulares o asociados (las dos más altas jerarquías académicas) radicados con jornadas completas en esa facultad.

Con el Escalafón Académico de Chile se soluciona en la mayor parte el pago por el Estado de la educación universitaria (gratuidad), la calidad de la educación, la acreditación universitaria y el desarrollo académico.

El proceso es directo, si el Estado de Chile tiene universidades en el país suficientes para formar los universitarios que necesita, pagando los salarios, los reajustes, el funcionamiento básico de docencia, investigación y extensión, no tan sólo se abarataría la educación sino que se podría integrar a lo largo de Chile y aprovechar al máximo todos los recursos académicos del Estado y los de infraestructura para realizar las prácticas (hospitales, minería, construcciones y empresas del Estado, más algunas privadas).

Tomemos medicina una de las profesiones más caras. Con una tasa de nacimiento que se ha mantenido cerca de 240.000 anual (ahora es menos) bastan 600 médicos al año para ir a una relación de un médico por 400 habitantes, (mundialmente aceptable) en pocos años  permite la formación de los especialistas necesarios.

Las universidades estatales actualmente forman a ese número de médicos, es cosa de implementar mejor los hospitales y laboratorios que se necesitan y exigir una carrera académica competitiva.

La carrera dura 7 años por lo que implica en plaza 4.200 estudiantes anuales, con repitentes 5.000. Calculemos su costo anual en dólares USA, como U$7.000 (realistamente); cuesta a Chile entonces U$ 35 millones anuales la formación médica que Chile necesita.

Si el número de académicos a jornada completa que se necesita para esto son 600 (uno por alumno, buena relación) a $ 3 millones es decir U$ 6.000 mensuales o U$72.000 anuales, se tiene en salarios académicos U$43.2 millones anuales, pero aquí está incluido el tiempo académico para docencia, creación y extensión.

Agreguemos el funcionamiento básico académico que puede ser 25% (U$ 12 millones) y los gastos de administración y gestión 50% (U$ 20 millones) y tenemos un total de U$ 75.2 millones para cubrir todas las necesidades académicas en la formación de 600 médicos anuales.

La formación de especialistas es casi el doble más cara pero son tres años solamente luego deberíamos agregar otros 600 médicos académicos a jornada completa es decir U$43.2 millones, un total de U$118.4 millones anuales.

Si tomamos todas las carreras de una universidad podemos usar la relación de la Universidad de Chile (no tiene pedagogías) en que es cuatro o cinco veces mayor que la Facultad de Medicina, más las pedagogías y multiplicando por 6 tenemos un gasto anual de U$710.4 millones.

Perfectamente posible sin cambiar el régimen tributario. Pero esto sería, calculando por cada estudiante de medicina incluido pos grado y pos título 20 alumnos de otras carreras (que no necesitan laboratorios de investigación complejos ni instalaciones médicas caras) un total de 24.000 estudiantes anuales lo que es el 10% de los nacidos.

Chile no necesita más que ese 10% de universitarios, un 30% sería técnico profesional (que debería tener un componente estatal importante) y el 60 % trabajadores manuales, campesinos, trabajadores del comercio y otros que sólo necesitan capacitación laboral (también parcialmente dada por el Estado) no universitaria ni técnica.

Debe notarse que se está pagando a 6.000 académicos de jornada completa (U$ 432 millones), suficiente para las necesidades de formación universitaria en Chile.

Queda un espacio enorme para que el privado si quiere dar educación universitaria, técnica-profesional y laboral lo haga y con todo el lucro que desee, pero sin un peso del Estado.

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