A propósito de la presentación de una propuesta de Actualización de Bases Curriculares (de 1° Básico a II Medio), de parte del Ministerio de Educación, luego de un proceso que comenzó el año 2022, a través de un diagnóstico, un levantamiento de información y un congreso pedagógico curricular, la necesidad de aprobar dicha propuesta se vuelve indispensable en los tiempos actuales que estamos viviendo(1).
Lo menciono, ya que si bien los siguientes pasos de la propuesta deberán pasar por una consulta pública y posteriormente ser enviada al Consejo Nacional de Educación, me parece que no se le ha dado la suficiente atención desde los grandes medios de información, acerca de lo importante de aprobar una propuesta de esas características.
De ahí que esta propuesta se haga cargo de grandes desafíos que tenemos como sociedad y de nuestra relación con la naturaleza, la cual nos ha mostrado con las actuales consecuencias de la crisis económica, de seguridad, climática y civilizatoria actual, en la necesidad y urgencia de construir formas de vivir más sostenibles.
Frente a esto, esta propuesta fortalece los aprendizajes de las y los estudiantes, desde una mirada mucho más sistémica e integral, a través de una educación ambiental, ciudadana, financiera y que incorpore las nuevas tecnologías de información, las cuales siguen siendo vistas más como una amenaza por los establecimientos educacionales que una oportunidad de encontrarnos.
Asimismo, esta actualización curricular da respuesta a lo ocurrido con la crisis de salud mental que nos encontramos, agravada con la pandemia y todo el temor e incertidumbre que generó en todas y todos, a través del desarrollo socioemocional y habilidades comunicacionales, lo que en el escenario actual es fundamental para que tengamos mayor confianza en el otro y en nosotros mismos.
En consecuencia, lo que se trata es impulsar un currículum para la vida que nos permita generar aprendizajes no solo más amplios, sino que rescaten también la diversidad existente y que tomen en consideración las propias experiencias de las y los estudiantes en sus entornos más próximos, que permita generar una escuela que aporte a los enormes desafíos que tenemos actualmente.
Dicho lo anterior, me parece que esta actualización curricular no solo debe ser difundida, conversada y aprobada, sino servir para impulsar en el futuro nuevos cambios en la manera cómo estamos viviendo y cómo podríamos apuntar hacia buenos vivires, no sacrificando así en nombre del crecimiento económico, el desarrollo o la revolución, derechos humanos básicos y las condiciones mínimas de vida en el planeta.
Para lograr esto, la escuela puede cumplir un rol mucho más activo del que está teniendo hoy en día, yendo mucho más allá de ciertos contenidos académicos básicos, permitiendo desarrollar habilidades para la vida y una convivencia plural que permita relacionarnos de manera diferente y prepararnos para una manera distinta de ser y estar juntos.
Que la actualización curricular pase a ser una actualización a nivel relacional, y que las escuelas sean espacios mucho más amorosos en donde se siembre y se construya esperanza dentro de un momento histórico que nos obliga a hacer un giro en todo sentido, dentro de un contexto en donde el individualismo, el pesimismo y el negacionismo se nos presentan como una realidad sin poder modificar.
Solo así podremos transitar hacia sociedades más felices, empáticas y entrelazadas con su entorno, con los pies bien en la Tierra, literalmente, y no por fuera de ella como ha pasado por siglos de siglos, comportándonos como unos verdaderos dioses con pies de barro.
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