El maestro Maturana se ha ido con la pena y el amor de quienes lo conocimos por sus obras, sus estudiantes y tal vez, quienes lo escucharon en alguna conferencia o medio de comunicación. Aunque decía que no había estudiado educación, fue profesor hasta pocos días antes de su alejamiento físico, pero seguirá en esa labor, ya que sus ideas continuarán siempre orientándonos.
Y si hay un gremio que le debe mucho a Humberto Maturana es el nuestro, porque quienes pensamos que educar es más trascendente que "enseñar contenidos" tenemos en su pensamiento bases sólidas para respaldar una formación diferente a la que habitualmente se hace en las instituciones educacionales. Por ello, es aún tarea pendiente.
Todo su pensar aboga por una educación tremendamente humanista e integral que podría sintetizarse en: "La tarea central de la educación es prestar atención, fomentar y guiar a los niños en su crecimiento como seres humanos responsables social y ecológicamente, conscientes de que se respetan a sí mismos y a los demás".
Mi intención en esta columna no es hacer un resumen de su pensamiento, lo que sería muy osado. Pero sí destacar su vínculo con la educación de la primera infancia, lo que es menos conocido.
Uno de los primeros acercamientos con este nivel fue en Alemania, debido a la influencia de la Dra. Verden-Zöller, quien había realizado diversos estudios sobre el juego y los niños trabajando con madres y profesoras de primera infancia. De hecho, en 1989 Humberto Maturana imparte una charla a estas profesionales que se graduaban de un curso-taller. Al terminar las felicitó diciéndoles que esos conocimientos "les permitirá ampliar el espacio matríztico de los niños, llevándolos idealmente a vivirlo de un modo suficientemente fundamental como para que conserven en la vida adulta el respeto por sí mismos y por el otro, como seres socialmente responsables, a pesar de la continua presión patriarcal a favor de la lucha, la competencia, el abuso y la pérdida de dignidad".
El Chile democrático de los '90 requería de sus pensadores y él fue invitado por diversos organismos a dictar conferencias. La Junta Nacional de Jardines Infantiles (Junji) fue una de las primeras del nivel que le solicitó su participación en los simposios nacionales que efectuaba. De esta manera, en 1992 expuso sobre "Desarrollo y conservación individual y conciencia social del niño", y en 1995 "La importancia de la educación parvularia". En esta última presentación, concluyó señalando que los párvulos "según como vivan la infancia, van a tener la imaginación, la sensibilidad, la capacidad de reflexión y de acción que va a hacer del quehacer económico algo que tenga sentido; no para la economía, sino para la comunidad. Y esa es tarea de todos".
Avanzando en el tiempo, en 2015, en un seminario organizado por Junji Biobío, planteó que la tarea más importante de un país es la educación, partiendo desde la sala cuna: "Una mamá y papá que tienen que trabajar se pueden apoyar en el sistema de sala cuna existente. Lo importante es que esos niños, esos bebés, crezcan en una dinámica de acogida (...) es tan fundamental, que tal vez es una de las cosas más importante que pasa en la vida de los niños, porque es allí, en esa relación que las educadoras tienen con esos bebés, con esos niños que están creciendo, donde se da la posibilidad de que crezcan en el respeto por sí mismos, sin resentimiento, sin enojo. Ese periodo del crecimiento es absolutamente fundamental".
En Fundación Integra hizo también importantes aportes en seminarios, y en la construcción de la política de calidad. En el año 2017 expresó: "La evaluación de calidad en la educación parvularia puede constituirse, si así lo queremos, en una oportunidad importante para preparar a las personas adultas que trabajan con niños y niñas; para que cuenten con las distinciones básicas, para identificar las dinámicas relacionales y culturales que pueden tanto limitar el desarrollo humano de ellos y ellas, como potenciarlo ampliando sus alcances y bien-estar. Sin todos y todas, lo que llamamos calidad, es un proyecto y un propósito incompleto, pues sólo una red de cuidado en el amar podrá conectar los derechos de los niños y las niñas al desarrollo humano deseado, con un aumento progresivo de sus espacios de aprendizaje, juego, curiosidad, error y creación de los diversos mundos que pueden traer a la mano, en su convivencia, en los territorios o nichos diversos que Integra pueda proveer en la también rica diversidad cultural y territorial de nuestro hermoso Chile".
Pensamos que después de estas sabias palabras no tenemos más que decir, sólo agradecer su valioso aporte a la educación y por poner en el centro a la primera infancia.
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