Juntémonos en la plaza y volvamos al colegio

Liliana Cortés

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Los escenarios en relación al reingreso escolar cambian y se complejizan día a día. El sentido de urgencia no es suficiente y necesitamos voluntad política para avanzar. Cuando hablamos de un complejo escenario hablamos en primer lugar de buscar y recuperar a los chicos que, a causa del encierro y las cuarentenas, sintieron que la escuela no era un aporte y han abandonado el sistema sin que aun sepamos cuántos son, dónde están, qué camino han tomado.

En segundo lugar, tenemos un diagnóstico desolador. Hace unas semanas, en el seminario "Pandemia en educación: ¿Cómo avanzamos todos/as juntos/as en la escuela?", que organizamos como parte del Observatorio por las Trayectorias Educativas, el diagnóstico plantea el deterioro de la asistencia, clima escolar y bienestar socioemocional como los principales elementos que ponen en riesgo los logros de nuestro sistema educativo de los últimos 20 años. A este panorama se agrega la violencia y la mala convivencia escolar que no invitan a volver a la escuela y la ampliación de la brecha de los aprendizajes y la repitencia. Desolador, porque todos estos elementos se traducirán en mayor exclusión educativa.

Además de escuchar a los especialistas, en el seminario atendimos el análisis que hacen quienes están en las aulas y en el territorio, viviendo la inasistencia, que se ha vuelto un problema real, y resintiendo la ausencia de los que no han regresado al colegio. Fueron parte del panel Mónica Chacón, directora de la escuela de reingreso Nuevo Futuro, de Concepción; Loreto Campos, directora de un jardín infantil Integra, en San Antonio; Giulieta Vaccarezza, subdirectora del Servicio Local de Educación Pública Andalién Sur; y Catalina Opazo, secretaria ejecutiva de Reactivación Educativa Integral del Ministerio de Educación.

Cuatro mujeres que están conociendo en terreno las consecuencias desastrosas de la pandemia en la educación. Para todas, el abandono se sitúa hoy en dos momentos: el de la sala cuna y el jardín infantil, que han visto disminuir notoriamente el número de párvulos; y el del paso a la enseñanza media. Siempre el tránsito de octavo básico a primero medio ha sido un punto de fuga. Ahí es cuando muchos jóvenes con problemas económicos, familiares, sociales, abandonan un sistema que no ha sido precisamente acogedor con ellos.

En nuestras escuelas, aulas de reingreso y programas socioeducativos trabajamos justamente eso, los vínculos afectivos, que la modalidad online puso en jaque. "Tuvimos dos generaciones de alumnos que no pudimos conocer presencialmente y que no tuvieron su rito de graduación presencial", dijo, la directora Mónica Chacón, aludiendo a esa pérdida que hoy buscamos recuperar, reencontrándonos en lo presencial que reafirma lo afectivo y el valor protector de la escuela.

Pero como sociedad civil seguimos avanzando y creando estrategias sin descansar. Después de Fiestas Patrias, este 24 de septiembre, en la explanada de la Plaza de Maipú, estaremos cantando, junto a varias bandas, el himno que hizo el artista nacional Rodrigo-Nadiebeat para los excluidos del sistema educativo.

Si ahí logramos que uno, dos jóvenes se sientan motivados a volver, estaremos cerca de esa notable frase del Talmud: Quien salva una vida, salva al mundo entero, que en nuestro caso es quien recupera a un joven y lo reencanta con la idea de estudiar, le devuelve su vulnerado derecho a la educación y, por qué no decirlo, ayuda a Chile entero. Por esto esperamos que las autoridades avancen también: la política de reactivación dará mejores frutos si le incorporamos elementos de la modalidad de reingreso educativo que duerme en el Congreso esperando un financiamiento. Pasos firmes y hacia adelante son urgentes para seguir instalando la recuperación de trayectorias educativas en nuestra sociedad. Se lo seguimos debiendo a los niños, niñas y jóvenes que se quedaron atrás.