Nuevamente, y cerca de cumplir 107 años de espera, se ha puesto en la discusión pública un nuevo proyecto de ley propuesto por el Gobierno, orientado a ofrecer cambios importantes en la legislación vigente sobre salas cunas. Los cambios mayores están en la forma de financiar este beneficio para las madres con hijos entre 6 meses y 2 años, que trabajan fuera del hogar, dependiendo en esta oportunidad de la reforma previsional que se propone a partir de 1% de la cotización, lo que ha ocasionado la oposición de diversos sectores, por lo que se ve difícil su avance.
El otro cambio acordado a la ley original es eliminar las limitantes existentes de que este beneficio se dé sólo en aquellas empresas que tengan 20 mujeres contratadas. Por ello se le ha llamado "universal", nombre que viene del proyecto de ley del gobierno anterior, pero que no es el mas adecuado en realidad, ya que ello significaría que todos los bebés (con madres que trabajen fuera del hogar o no) tendrían acceso a sala cuna, y por tanto deberían ir a ella.
Esta propuesta, que a algunos podría parecerle muy adecuada, no lo es tanto desde un punto de vista de la salud y de la educación infantil. El asistir a establecimientos extra-hogar, en una jornada de 8 horas o más, no es lo mejor para un lactante menor de un año. En el primer año de vida lo ideal es que permanezcan en su hogar, en su comunidad, con la presencia activa de sus padres, apoyados por un programa educativo no-formal y cuidados de salud y nutrición que potencien su crecimiento, desarrollo y aprendizajes nuevos acordes a su etapa. Sobre ese período, el niño o niña empieza a socializar y le interesan otros compañeros, y a la vez, tiene más defensas inmunitarias. Ello ratifica el derecho de los niños y niñas a una educación desde el nacimiento, que es lo que interesa obtener y que se puede ofrecer no sólo a través de la clásica sala cuna.
Para aquellas madres o padres a cargo de los lactantes que trabajan fuera del hogar, la solución de la sala cuna pareciera ser lo más adecuado, siempre que ésta reúna un conjunto de características que permitan su funcionamiento. Ello se expresa en recursos financieros que permitan locales ajustados a todas las normativas; personal profesional y técnico en cantidad y calidad, que puedan implementar programas actualizados y desafiantes para los requerimientos de los bebés. Todo ello hace que los costos sean los más altos del nivel parvulario.
Sin embargo, todo lo expresado como necesario para el funcionamiento de estos establecimientos educacionales no hace sino alejar las posibilidades que -al fin- esta nueva ley se lleve a cabo, porque si uno analiza las prioridades sociales actuales, este ítem no aparece señalado, salvo entre los directamente interesados, que la necesitan para trabajar.
¿Irá Chile nuevamente a posponer a los párvulos y sus derechos de bienestar y educación una vez más? En el 2024 se van a cumplir 160 años desde la creación de la educación parvularia pública; esperamos que esta ley sea el gran "regalo" para los niños y niñas más pequeños y terminemos con slogans como "los niños primeros", que no han resultado como los hechos lo han demostrado. 107 años de espera son suficientes.
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