Mérito, esfuerzo y posición, trinomio para una disputa ideológica en el marco de Admisión Justa

Esta semana debería comenzar la tramitación legislativa del proyecto Admisión Justa, a través del cual la administración del Presidente Sebastián Piñera busca reincorporar el desempeño académico como factor de selección en los centros educativos nacionales.

Para facilitar su debate en el congreso, la ministra Marcela Cubillos anunció la división de la propuesta en dos partes: primera, la restitución de la selección por mérito en los liceos de alta exigencia desde el séptimo básico y asegurar el ingreso de al menos 50% de escolares vulnerables (30% prioritarios y 20% preferentes), y segunda, modificar los criterios del Sistema de Admisión Escolar (SAE) para incluir a los niños provenientes de SENAME y a los estudiantes con necesidades educacionales especiales como primera prioridad en la designación de cupos.

A través de la división del proyecto Admisión Justa existe un declarado interés en re-unificar y potenciar un sistema fundado en la libertad individual como factor central de “éxito”.

Se puede vislumbrar que esta nueva embestida del gobierno no será excepcional y lo novedoso (y preocupante) de este último intento es la peligrosa construcción en el imaginario colectivo de la educación de calidad como un “recurso” limitado y finito al cual no se puede acceder por la “injusticia” del actual modelo “justo”.

La primera mitad de la discusión del proyecto Admisión Justa se centra en el mérito individual y la capacidad del sistema de “recompensar el esfuerzo”.

La segunda, en cambio, plantea la entrega de posiciones sin el desarrollo de un modelo de justicia curricular, educativa ni social, lo cual obligaría a la administración pública actual (y futura) a garantizar el desarrollo de un sistema educacional que impulse el desarrollo y bienestar pleno de todos y todas.

El gobierno ignora el desarrollo de pedagogías, experiencias y/o metodologías educativas que impulsen los proyectos de vida en nuestros estudiantes chilenos.

Una reforma auténtica pretendería educar con propósito para desarrollar un modelo educativo que reconozca e impacte en el compromiso personal - no solo en el esfuerzo - para que nuestros estudiantes logren algo que tenga un significado personal - en lo individual - y con una clara contribución al mundo en lo comunitario, hoy y mañana.

Es evidente que la administración del Presidente Piñera ha centrado la discusión de todas las modificaciones que propone en el trinomio mérito-esfuerzo-posición, aún cuando en nuestro país los cambios y mejoras se han construido gracias al acuerdo y cooperación entre ciudadanos, más no desde la postura riesgosa de crear una ilusión engañosa de autosuficiencia individual como única respuesta del logro.

El gobierno no toma en cuenta que la cooperación mutua y el compromiso educativo-comunitario para solucionar conflictos permitirán al país estimular un efecto virtuoso en todo el sistema educativo nacional, no solo desde la perspectiva de la solución de problemas contingentes, sino para imaginar los futuros desafíos del país.

El plan de comunicación pública de la ministra Marcela Cubillos ha entendido que las emociones de los padres y las madres son reacciones necesarias y apreciadas en este evento, las cuales son distribuidas en la realidad y preparan las respuestas apropiadas respecto a la meritocracia en Chile: el bajo nivel del ingreso bajo y/o el bajo nivel de educación es signo de falta de habilidad, incompetencia y/o flojera, mientras que un ingreso alto y un alto nivel de educación son indicadores de inteligencia, ingenio y trabajo duro.

Asimismo, las expresiones vertidas por los tweets de la campaña “Mi esfuerzo vale”, algunos ejemplos, ¿Es justo decirle a un niño que su empeño de años no vale nada? Devolvamos el valor al esfuerzo; El talento se reparte en todos los barrios por igual; ¡A democratizar la elite! Promovamos las vías rápidas de movilidad social) intentan impulsar una discusión desde la emocionalidad ciudadana y establecer grupos binarios de “ganadores” y "perdedores" en la carrera meritocrática nacional.

Estos mensajes tienen el claro fin de influir en la inclinación de apoyar el “status quo” y aceptar la desigualdad de nuestra sociedad y las nociones de responsabilidad individual como única explicación del logro y bienestar.

Un aspecto interesante en esta disputa es el protagonismo de personas con una posición social privilegiada que se autodenominan defensores de los débiles, cuando es desde estas posiciones de privilegio social donde se observa una mayor tolerancia con la desigualdad de ingresos económicos, en comparación de aquellos con una posición social vulnerada y que sus actitudes hacia la desigualdad de ingresos están influenciadas por mitos que legitiman la desigualdad en la sociedad.

No nos olvidemos que en nuestra meritocracia nacional, los ingresos y la posición social se asignan en base a la creencia que ello será posible por el esfuerzo y por la capacidad individual, mientras que los criterios como los antecedentes familiares, el medio ambiente y el territorio no revisten importancia.

La promesa de una meritocracia engañosa y conflictiva que intenta impulsar el gobierno es preocupante, pues potencia un modelo de admisión justa basado en la desigualdad de resultados que debe re-posicionar a los estudiantes, y desde allí, alcanzar una perniciosa y conflictiva igualdad de oportunidades basada en la diferenciación y la exclusión, sin cooperación.

Robert Aumann y Thomas Schelling, premios Nobel de Economía 2005, explicaban que en situaciones de conflicto es necesario un auténtico comportamiento de cooperación entre los ciudadanos para que cualquier sociedad prospere.

Hoy más que nunca esta cooperación entre los distintos grupos interesados en la educación, padres, madres, estudiantes, docentes, organizaciones de la sociedad nacional, debe permitir un diálogo genuino para defender los avances realizados desde un modelo educativo segregado y asumir que la calidad pasa también el diseño de un modelo curricular justo para nuestras escuelas que trasformen nuestras comunidades.

La selección meritocrática no es señal de justicia educativa y el trinomio mérito, esfuerzo y posición es solo un punto de apoyo del gobierno en esta disputa ideológica.

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