Adjudicarse un proyecto FONDECYT no es ganarse un peluche, que te regalen un collar Swarovski, ni que te den un raspado de olla, ¡seamos serios!
La semana recién pasada, la entelequia denominada "El Líbero", público una nota maliciosa respecto a la asignación de recursos en investigación, insinuando presiones políticas (1). Este ataque, fue dirigido solo a investigadores de instituciones de educación superior estatales y particularmente ligados a pensamientos progresistas y de las humanidades. La nota que publica conclusiones tendenciosas, las cuales no citan ninguna fuente real, sigue la línea ideológica de los legisladores de la ultraderecha como el Partido Republicano (2). Es posible que a pocas personas le importe esta maliciosa nota, sin embargo, quienes hacemos ciencia y sabemos lo difícil que es adjudicarse un proyecto de este tipo, no nos deja indiferentes.
La institucionalidad científica no nació con el presidente Boric. Sus primeros esbozos parten en el año 1967, en el gobierno del presidente Frei Montalva, con la creación de CONICYT (Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología). Esta agencia permitió la destinación de recursos a las Universidades Estatales para el desarrollo de investigación científico tecnológica y humanidades (3). Posteriormente, la dictadura despojo de estos fondos a las Universidades y generó la institucionalidad actual, instituyendo fondos concursables, cuya administración quedó en manos de FONDECYT (Fondo de desarrollo en ciencia y tecnología). En el segundo gobierno de Bachelet, ante el requerimiento de mejoras en la institucionalidad en ciencia, se propone la creación del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación, que fue implementado en el segundo gobierno de Piñera. Es acá donde CONICYT pasa a ser la ANID (Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo), la cual se hace cargo de la administración de los recursos para investigación, incluyendo los FONDECYT (4). Este organismo goza de independencia, la dirección de la ANID, a diferencia del ministro que es un cargo de confianza presidencial, es presidida por una directora nominada en este mediante un concurso de alta dirección pública. Además, esta agencia posee mecanismos de regulación, como un consejo superior de ciencia, el cual está conformado por connotados y reconocidos científicos nacionales (5).
Los proyectos de investigación FONDECYT no se adjudican como quien regala un collar Swarosky o traspasa efectivo desde fondos de deporte comunal a patrimonio propio, tampoco es susceptible de que ocurran presiones políticas como lo que ha ocurrido en votaciones como en la ley de pesca. Este financiamiento es serio y tremendamente regulado. Para poder postular a este financiamiento, el investigador proponente debe formular un proyecto de investigación, en un formulario específico para esto, se debe presentar en una fecha máxima y posterior a esto se realizan varios procesos de evaluación. Inicialmente, el investigador proponente es evaluado en su mérito, a través de la cuantificación de su productividad científica en el área, usando estándares de evaluación internacionales que no sostienen presiones políticas. Si logra pasar este punto, su proyecto será evaluado respecto a su calidad, contenido, novedad y relevancia, por pares científicos, por cierto, más de uno en comités de estudio o evaluación de pares, quienes otorgan puntajes establecidos de acuerdo a los méritos del proyecto. Acá se genera una lista de acuerdo a los puntajes obtenidos, sin conocer, las evaluaciones en cada punto, lo cual limita la posible existencia de sesgo o lobby. Bajo esta premisa, es imposible poner en duda la calidad de los procesos, ni la pertinencia de quienes logran adjudicarse uno de estos proyectos. Por ejemplo, nadie pondría en duda la asignación de un proyecto al ex ministro de la segunda administración Piñera, Dr. Andrés Couve (7). Tampoco de los proyectos obtenidos por el Dr. Flavio Salazar, quien fue algunos meses ministro de ciencia del presidente Boric (8), reconocido inmunólogo, miembro de la academia chilena de ciencias (9) y que, en conjunto con otros colegas, implemento en nuestro país una inmunoterapia contra el melanoma (10).
Una vez que los proyectos se encuentran en ejecución, el control de los gastos asociados es excelente, tanto es así que si pudiésemos contar con personal de la ANID en control de gastos en la Cámara de Diputados, probablemente no tendríamos gastos excesivos en combustibles como pasa en la actualidad, o si contamos con ellos en impuestos internos, probablemente no tendríamos la cofradía de los 50 empresarios y su desfalco del norte en la "operación Tributo", o el desfalco en el municipio de Maipú de la Sra. Barriga (11).
Sembrar la duda, es una forma de destrucción de la verdad y por consiguiente del conocimiento, que desafortunadamente, además puede generar una avalancha de sinsentidos, como el proyecto impulsado por la bancada de Renovación Nacional respecto a postulación a proyectos y autoridades (12). El levantar sombras en instituciones es una desgracia, incluso puede llevar a desviar la atención de discusiones importantes, como el sinsentido del minuto de fama realizado por Alberto Mayol contra peso pluma y que es una cortina de humo frente a otros problemas que hoy son públicos, como el sr Hermosilla (13). Esto puede ser el comienzo de políticas nefastas, y terminar con la quema de libros o destrucción de documentos históricos como lo realizado con documentos precolombinos por las huestes españolas, o libros por los nazis. También puede generar una mala opinión infundada en la población, para predisponer a la destrucción de la institucionalidad científica, tal como lo está aplicando Milei en la Argentina (14). O ser más dramática aun, destruyendo infraestructura donde se genera conocimiento, como lo realizado por el estado de Israel con el edificio de la Universidad Al Israa de Gaza, un punto más de la política de genocidio del pueblo palestino en la franja de gaza (15), (16). La destrucción de la verdad y el conocimiento, en todos estos ejemplos, tienen un punto de partida común, y se basa en sembrar sombras. Esto no es nuevo como política a nivel mundial, con expositores tan notables en este tema, como el jefe de propaganda nazi Joseph Goebbels, a quien se le atribuye el lema «Miente, miente, miente que algo quedará, cuanto más grande sea una mentira más gente la creerá» (17).
Dado lo tendencioso del contenido expresado por el autor "El Líbero" en su nota, es mejor creer que esta nota surge de un trabajo de investigación desprolijo, basado en supuestos, sin uso de fuentes confiables o ligado a una pobre comprensión lectora del autor. Solo queda decir que si fuese un proyecto presentado y evaluado bajo los estándares de FONDECYT, para no parafrasear el chilenismo que emplea "Popin"un personaje de Pablo Zamora, es mejor decir que esta nota de ser proyecto, no hubiese sido adjudicada.
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