Las intenciones de la moción que establece la promoción automática de curso para el 2020 son loables. ¿Quién podría oponerse a buscar prevenir la deserción escolar? Sin embargo, es poco probable que la moción sirva para ello.
Primero, la evidencia ha mostrado que las estrategias más exitosas para prevenir la deserción se basan en la toma descentralizada de decisiones, y que empoderan y le dan autonomía a las comunidades para ajustar sus planes o evaluaciones a las necesidades de cada estudiante en riesgo.
Este proyecto hace precisamente lo contrario, de manera centralizada propone una solución para todos.
Segundo, si una comunidad escolar determina que lo mejor es que todos sus estudiantes pasen automáticamente de curso, a pesar de la falta de asistencia o notas para este año, ésta puede hacerlo porque el Decreto 67 le da el poder para ello.
Tercero, la moción determina que todos los estudiantes pasen de curso con el promedio de notas del año 2019. Esto es lo más negativo del proyecto, porque implica borrar todo el esfuerzo que han realizado las comunidades por dar continuidad a este año escolar, a la vez de comunicarles que no vale la pena seguir esforzándose en los cuatro meses que quedan.
Sobre el tercer punto cabe destacar dos cosas: la primera es que el Decreto 67 le da la autonomía a los establecimientos de decidir cómo evaluar a sus alumnos, y sólo se les exige que exista una nota final por asignatura. Por lo tanto, cada comunidad tiene la responsabilidad de determinar cuál es la mejor manera de evaluar a cada estudiante dado su contexto en la pandemia.
El otro aspectp es que la evidencia ha mostrado que el vínculo del estudiante y su familia con su escuela, el sentido de “pertenencia”, es muy relevante para prevenir la deserción de aquellos estudiantes en riesgo.
Al señalar que no se tomará en cuenta el desempeño de este año, aumenta el riesgo de que las familias descarten al colegio de la larga lista de preocupaciones que tienen en esta pandemia, y se quiebre la relación entre familias y escuelas.
En fin, la moción propuesta, aunque tenga el mejor de los propósitos, es un voto de desconfianza a las comunidades educativas, al decirle a todos los chilenos que desde la Cámara de Diputados tienen mayor conocimiento sobre lo más conveniente para evitar la deserción escolar de todos los niños, niñas y adolescentes en riesgo.
Es más, dependiendo de cómo se conjuguen las variables relevantes a cada caso, la iniciativa podría provocar precisamente lo contrario de lo que se propone y aumentar el abandono escolar.
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