Urgen nuevos mecanismos de selección para la educación superior

Este año, la PSU cumplió 15 años. Tiempo prudente para analizar la eficiencia de esta herramienta de selección, que se modificó en 2003 pensando en propiciar un acceso más equitativo de los estudiantes a la educación superior a través de la medición de conocimientos, y no de aptitudes, como afirmaron en ese momento las autoridades de la época. 

Sin embargo, la brecha por nivel socioeconómico, según dejó en evidencia un estudio publicado por el CEP en 2007, aumentó con el nuevo sistema, lo que ha sido corroborado por estudios recientes. Las mallas curriculares de los establecimientos educacionales no son iguales, en muchos casos.

Datos del Mineduc muestran que colegios con un nivel socioeconómico más bajo, suelen tener una menor cobertura curricular, lo que incide directamente en el nivel de preparación que tendrán sus estudiantes al momento de rendir la prueba. 

Un camino viable para resolver esta problemática podría ser revisar los mecanismos y requisitos para el acceso a la educación superior, transitando desde el actual enfoque basado en contenidos a uno basado en el desarrollo humano y en las competencias, que reconozca la existencia de habilidades no evaluadas en la PSU, pero relevantes para la formación de los jóvenes y que, a su vez, minimice el efecto socioeconómico en el acceso. 

Efectivamente, este nuevo mecanismo de evaluación debería incorporar la medición, además de los conocimientos, de ciertos aspectos relevantes en el desarrollo de los estudiantes, como por ejemplo la elaboración de proyectos grupales o el uso de habilidades blandas, considerados, paradójicamente, como habilidades de alta empleabilidad en la actualidad. 

Los programas propedéuticos, el PACE y otros mecanismos de acceso alternativo han avanzado en esta línea, pero se requiere de un esfuerzo mayor.

Siguiendo ejemplos de políticas aplicadas en países desarrollados, la PSU podría ser complementada con la universalización de los programas de acceso para estudiantes vulnerables e información anexa como cartas de motivación. 

Es urgente encontrar una nueva vía que permita reducir inequidades e incorporar estos factores en la evaluación para acceder a los sistemas de educación superior, para que las nuevas generaciones de estudiantes puedan pararse frente al gran desafío de forjar su futuro profesional desde una cancha más pareja, que considere conocimientos y habilidades, desde una perspectiva integral.

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