Descentralizar la respuesta a la epidemia de Covid-19 en Chile

En recientes declaraciones del ministro de Salud, se hizo mención explícita a un retorno a la normalidad, bajo el contexto de la pandemia, en aquellas regiones del país que presentaban un control de los contagios por el virus SARS-CoV2 que provoca la Enfermedad por Coronavirus 19 (COVID-19).

Desde el control de brotes epidémicos, lo anunciado por el ministro Jaime Mañalich parece contradictorio cuando los reportes diarios desde el primer caso notificado como positivo en el país, se ha exhibido un aumento sostenido de la incidencia en algunas regiones que, en un inicio de la epidemia en Chile, contaban con pocos casos confirmados y representaban un ventajoso escenario para implementar las  inicialmente acertadas medidas anunciadas del propio ministerio de Salud en relación a testear, trazar y aislar los casos como parte de la vigilancia epidemiológica llevada a cabo los equipos de epidemiología de las Secretarías regionales Ministeriales de salud.

Por otra parte, las comunas que estuvieron bajo cuarentena y terminaron su periodo, han debido enfrentar brotes producto de la disminución de las medidas de distanciamiento físico y de la percepción de riesgo comunitario.  Incluso en comunas que no presentaban casos notificados en regiones con alta incidencia acumulada, ya presentan sus primeros casos.

Como en la mayoría de las epidemias, el virus se mueve de acuerdo a cómo se desplazan las personas, siendo en muchas ocasiones difícil de controlar.

Al respecto, previo al anuncio de la cuarentena de la región Metropolitana, el desplazamiento de personas a través de vías terrestres y aéreas a otras regiones del país fue notoria. Lo anterior, se dificulta con los desplazamientos dentro de las propias regiones o aquellas contiguas en donde muchas personas ejercen sus actividades laborales y económicas.

El gobierno tiene la posibilidad de implementar la vigilancia activa en aquellas regiones que presentan una aparente disminución de nuevos casos notificados como positivos para COVID-19.

Más aún, cuando la contención en dichas regiones es la mejor forma de contribuir a los esfuerzos de los equipos de salud que entregan los cuidados en las cada vez más exigidas Unidad de Cuidados Intensivos.

 También es la oportunidad de intensificar la implementación de las residencias sanitarias para aislamiento de casos leves junto a los contactos de alto riesgo para cuarentenas supervisadas por equipos de salud. Así como también para personas con problemas de habitabilidad y hacinamiento que no les permite cumplir adecuadamente con la medida.

Para la implementación de la vigilancia activa, la articulación de la red asistencial, en especial los equipos de atención primaria de salud (con los debidos elementos de protección personal) en conjunto con las secciones de epidemiología de las Secretarias Regionales Ministeriales de Salud, es una alternativa que territorialmente entrega la oportunidad de identificar grupos de riesgo a los cuales se les puede tomar el examen en sus lugares de residencia por una atención primaria que conoce su territorio, sus usuarios y las características socioculturales de las comunidades.

La centralización en la toma de decisiones que para efectos de brotes epidémicos obedece a mando y control, es esencial en el inicio de un brote, pero más temprano que tarde, las realidades territoriales entregan la oportunidad de cortar la cadena de transmisión e implementar todas aquellas estrategias que contribuyan a mantener a las personas informadas sobre la importancia de continuar con el autocuidado personal y comunitario a través de una comunicación de riesgo efectiva, transparente y territorialmente pertinente.

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