En un escenario donde las restricciones presupuestarias conviven con demandas crecientes en materia de gestión del riesgo, estamos avanzando con decisión hacia el fortalecimiento estratégico de nuestra capacidad de vigilancia volcánica a nivel nacional. Este proceso no solo responde a exigencias técnicas, sino también a una convicción profunda: mejorar nuestra preparación frente a eventuales emergencias volcánicas es una inversión en seguridad, conocimiento y resiliencia territorial.
Uno de los ejes centrales de esta transformación es la reorganización interna de nuestro observatorio volcanológico, que busca perfeccionar la coordinación entre equipos y optimizar la respuesta técnica frente a escenarios complejos. Esta modernización contempla el fortalecimiento de funciones clave, promoviendo un trabajo más integrado, ágil y orientado a resultados.
En este camino, sumaremos profesionales altamente calificados en áreas especializadas como sismología y geovolcanología, cuya incorporación aportará nuevas miradas, fortalecerá nuestras capacidades analíticas y potenciará la interpretación de datos en tiempo real.
Asimismo, estamos impulsando el concurso público para proveer la jefatura del observatorio, un rol estratégico que liderará esta nueva etapa con visión técnica, capacidad de gestión y vocación de servicio. Contar con una dirección fortalecida será clave para anticiparnos a los desafíos que impone un entorno geológico dinámico y exigente.
Un avance sustantivo será la incorporación de tecnologías basadas en inteligencia artificial, que permitirán automatizar el análisis primario de información proveniente de nuestras redes de monitoreo. Esta innovación tecnológica permitirá procesar datos con mayor rapidez y profundidad, aumentando la capacidad de detección oportuna de señales anómalas.
Todos estos esfuerzos estarán centrados en reforzar el monitoreo de los sistemas volcánicos que presentan mayor nivel de riesgo para las comunidades, conforme a nuestro ranking nacional de peligrosidad. Esta priorización busca asegurar una vigilancia eficiente y focalizada, que maximice el impacto preventivo de nuestras capacidades técnicas.
Estamos convencidos de que estas transformaciones nos permitirán avanzar hacia un sistema de observación volcánica más moderno, confiable y resiliente. Una vigilancia que no solo responde a emergencias, sino que también construye conocimiento, apoya decisiones informadas y contribuye a un país mejor preparado frente a las amenazas naturales. Porque fortalecer la prevención hoy, es proteger el futuro.
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