Desde ya hace varios meses, producto del cambio de gobierno hacia tendencias claramente hostiles hacia la ciencia, se ha descrito como en algunos países de América (por ejemplo, en Argentina y Estados Unidos), los científicos han tenido que enfrentar disminución de fondos para sus actividades, cierre de programas de investigación de temas específicos (e.g., cambio climático) que ya "no son prioritarios" o incluso algunas universidades completas han sido hostigadas por las autoridades de gobierno trayendo como consecuencia una "fuga de cerebros" hacia otras latitudes especialmente Europeas.
Por ejemplo, en Argentina el gobierno actual eliminó el Ministerio de Ciencia (dejándolo como una secretaría), realizó el congelamiento de fondos al Conicet (organismo similar a nuestra ANID, Agencia Nacional de Investigación y Desarrollo), y realizó una drástica reducción de becas debido a una lógica de "eficiencia fiscal". Sin embargo, el peor escenario para los científicos es el que se presta hoy en Estados Unidos, tradicionalmente uno de los países que albergaba el mayor desarrollo científico y tecnológico del mundo. Sin ir más lejos, el 18 de julio se ha solicitado al Congreso de Estados Unidos que recorte el financiamiento de la investigación básica en 38,2% durante el ejercicio fiscal que comienza en octubre, según un análisis realizado por la Asociación Estadounidense para el Avance de la Ciencia (AAAS). De esta forma, muchos investigadores destacados han comenzado a emigrar a Canadá y los países de Europa occidental, donde existen programas de atracción para científicos que son referentes en su área (Por ejemplo, España ha eleva a 45 millones de Euros el presupuesto para atraer científicos en su programa ATRAE).
En algo menos grave, pero que de todas formas tiene consecuencias similares, hemos visto como en nuestro país los científicos se han manifestado denunciando falta de gestión oportuna por parte de ANID en la entrega de becas y fondos para desarrollar proyectos de investigación aprobados. Es decir, procesos burocráticos impiden que los fondos necesarios para hacer investigación lleguen en los tiempos requeridos.
Pero, ¿Qué tiene que ver esto con la enseñanza de la ciencia? ¿Estos problemas tienen algo que ver con los contenidos que debemos enseñar y las habilidades que debemos desarrollar en nuestros estudiantes? A primera vista podría parecer que estos problemas no se deberían comentar o enseñar en nuestras aulas porque son como, "la parte fea de la ciencia" o "el detrás de bambalinas" del quehacer científico. Sin embargo, desde hace décadas que la educación científica ha reconocido que en las aulas no solo debemos enseñar contenidos y desarrollar habilidades científicas, sino también debemos enseñar el cómo se hace ciencia. Esto es lo que se llama en educación científica, la "naturaleza de la ciencia". Es decir, nuestros estudiantes deben comprender qué características tiene el conocimiento científico y la forma en que éste es creado y validado. ¿Y por qué deberíamos enseñar esta naturaleza de la ciencia? Principalmente, porque siempre estamos enseñando naturaleza de la ciencia. Cuando enseñamos enciclopédicamente las diferentes fórmulas físicas, las reacciones químicas o los nombres de las enzimas y las hormonas en biología, estamos enseñando, implícitamente, cómo se generó ese conocimiento.
Si lo hacemos de forma anónima, solo nombrando a unos pocos científicos (en masculino), le damos a entender a nuestros estudiantes que la ciencia la hacen unos pocos genios, hombres caucásicos que en un laboratorio hacen experimentos para responder los misterios de la naturaleza. Por supuestos, esta visión es, a lo menos parcial. Por lo tanto, está demostrado en la investigación en educación científica que esta visión del quehacer científico aleja a los estudiantes de la ciencia. El mensaje es, si la ciencia es solo para genios, entonces yo no puedo ser científico, ni menos científica.
Obviamente a primera vista puede parecer que el conocimiento científico es universal, objetivo y realizado solo a través del Método Científico. Pero a partir de conocer un poco de la historia de la ciencia en las distintas disciplinas nos damos cuenta de que hay factores personales, sociales e incluso políticos que influyen en si el conocimiento científico se acepta o no por la sociedad, o incluso si es validado o no dentro de la misma comunidad científica. Y es en este sentido que, el financiamiento, los fondos y la institucionalidad que rodea a la ciencia pueden influir de forma importante en el conocimiento que se descubre y se crea.
Por otra parte, comprender específicamente cómo la generación de fondos ayuda o limita el quehacer científico les hará comprender a nuestros estudiantes por qué hay temas que no se han desarrollado todavía, por qué hay ciertos intereses económicos en la generación o no de cierto conocimiento, o por qué es tan importante que nuestro país aumente su gasto en ciencia, así como en otros temas importantes para la sociedad. Si bien parte de la ciencia incluye teorías o leyes universales, también se genera día a día conocimiento que es contextual y que será útil para el país y los habitantes, territorios y ecosistemas donde se crea. El desarrollo de vacunas es un ejemplo emblemático donde, el conocimiento que se genera al desarrollar una vacuna es universal, pero quien la desarrolla (país o empresa) se beneficia directamente y su creación, validación e implementación en la sociedad, va a depender de cuantos fondos estamos dispuestos a pagar como estado o sociedad. El que se pueda desarrollar una vacuna contra el virus hanta o contra la enfermedad de Chagas, por ejemplo, depende de fondos que, hasta el momento ningún privado o gobierno esta dispuesto a gastar. No solo depende de la creatividad y perseverancia de los científicos y científicas que están motivados a hacerlo (Que de hecho en Chile ya lo han logrado, al menos para el virus hanta). Si estas vacunas se generan serán conocimiento situado que beneficiaría a los chilenos y chilenas y ciudadanos de países vecinos y no tan directamente a los europeos, asiáticos o norteamericanos.
La investigación científica no es un lujo, es una condición necesaria para enfrentar desafíos estructurales como el cambio climático, las enfermedades infecciosas emergentes o las crisis humanitarias. Si Chile no invierte en ciencia con inteligencia y compromiso, seguirá siendo un país subordinado, reactivo y limitado en su capacidad de transformación. Si Chile no enseña naturaleza de la ciencia en las aulas, sus ciudadanos no podrán exigir a quienes los gobiernan que inviertan y prioricen la ciencia para lograr el bien común. Ojo porque varios de los candidatos presidenciales de Chile a las elecciones de noviembre, parecen no haber aprendido nada de naturaleza de la ciencia en sus colegios.
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