Evelyn Matthei tenía, según las encuestas, prácticamente ganada la elección presidencial y una contundente mayoría de senadores y diputados en el Parlamento, para gobernar con absoluta holgura y sin mayores contratiempos. La indiscutible candidata de su conglomerado -Chile Vamos- se paseaba radiante por los pasillos de los partidos políticos, exigiendo la proclamación con eufórica aprobación, sin discusión ni menos oposición interna
Ella nadie más que ella era la escogida por los dioses del Olimpo. Aparece la autodestrucción de la derecha, que es parte de su ADN. Es verdaderamente enigmático lo que sucede en unos pocos meses, digno de un estudio de connotados sociólogos en política contingente.
En tanto, y cuando comenzaron a conocer sus declaraciones y entrevistas, los problemas explotaron para su propio menoscabo. Sus desatinos comenzaron a preocupar, su trato hacia los y las periodistas fue deplorable. Había que aparecer más "populistas" que su par de germánicos competidores.
Lo peor fue declarar que en la dictadura de Pinochet hubo "muertes" (asesinatos) que fueron inevitables, se lo enrostraron hasta los más acérrimos golpistas que le acompañaban. El cúmulo de incomprensibles desaciertos comenzó a mermar su capacidad de convencer armoniosamente a sus potenciales electores. La cólera impactaba en su adusto rostro.
José A Kast, aparece como el verdugo de la "dama de hierro". Sin moverse de su cuartel general, abre fuego concentrado, sin piedad ni consideración alguna, a la rival había que destronarla, donde se le dice de todo y con todos los medios posible. Con la ayuda subrepticia de su colega "aparecido" J. Kaiser, el otro candidato, inicia una campaña sucia, asquerosa, con matones a sueldo, verdaderos delincuentes acuchillándola por la espalda, quejándose amargamente.
Aprovechando la tecnología y la violencia digital, la mostraban como si estuviera enferma de alzheimer, cuando no lucía totalmente controlada en sus apariciones en público. El típico canibalismo político los mantiene muy ocupados y dando un triste papelón. La opinión pública los aborrece, por la forma y contenido. Los ciudadanos electores no están ni ahí, esperan y desesperan por conocer un programa que vaya en la solución de sus problemas. Se preguntan ¿será esta la gente que nos gobernará los próximos cuatro años?
Su guerra interna descontroló a los todos los competidores de las teutónicas familias de antiguos emigrantes. La noche de los cuchillos largos comienza igual que en la Alemania nazi. Acciones de campaña que son típicas de régimen autoritario, dijo ella. Acusaciones ante los tribunales se ofrecieron, sin destino alguno. Nadie paraba este espiral de violencia. El caos era total en la oposición. Los grandes empresarios, los amos de Chile, los financistas acomodaticios -sobre 160- le dijeron, con inserción y todo en el Mercurio, su diario privilegiado, que acabaran con tanta estulticia.
El poder del dinero manda, amenazaron con dejarlos sin aporte. Obedecieron como mansos corderos. La alta traición comienza ya. Las encuestas desfavorecen a Evelyn, quien llevaba la absoluta ventaja. Va cuarta, lejos de su peor oponente. Un despilfarro inaudito. ¡Qué manera de perder el primer lugar! Comienza el desembarco de varios candidatos al Parlamento. Haciendo eco a un proverbio marino, el que señala las ratas son las primeras en arrancar cuando el barco comienza a hundirse.
Matthei está quedando sola, huérfana. Ella lo sabe en su fuero interno, ni con la ayuda de Cecilia Morel, viuda de Piñera, remontará. El pasado pasa la cuenta. Bien saben las victimas que deja en el camino. El fin es una muerte anunciada por el locuaz financista de la derecha, exsenador y expresidente de RN Carlos Larraín, junto al diputado Andrés Celis, muchísimo antes que el tsunami comenzara, anunciando su apoyo al republicano. Kast se frota las manos y su compinche Kaiser cobrará caro por su misión.
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