Esta columna no tiene otro objeto que el de aportar, no desde el escritorio, sino desde el mundo real, propuestas y caminos para superar la angustia que se ve reflejada en números que provocan pavor. Tenemos una tasa de contagio de más de 13.000 personas por millón de habitantes; la mortalidad se empina sobre los 350 por millón y la letalidad va en alza, liderando tristemente todos los rankings del mundo.
Infectólogos de Francia y Estados Unidos que han tenido éxito en controlar el daño del Covid en sus pacientes, pregonan que todo enfermo con covid-19 con síntomas moderados o graves en el comienzo de la enfermedad, debe ser tratado precozmente, (al iniciar los síntomas), por un médico general o especialista con el fin que no llegue a etapas tardías y complejas que provoquen un severo impacto en los servicios de urgencias y en las UCI.
La estrategia de manejo precoz está siempre acompañada de testeos de PCR masivos con el objetivo de diagnosticar en menos de 24 horas, tratar precozmente y aislar oportunamente.
El tratamiento farmacológico comprende el uso temprano de Hidroxicloroquina (HDQ), Azitromicina o Doxiciclina y algunos agregaron Zinc.
Esta propuesta difiere mucho de la que el ministerio de Salud de Chile (Minsal) y la elite científica de la capital han impuesto hasta ahora en cuanto al manejo farmacológico, enfocado en hacerse cargo del paciente en la fase hospitalaria y no en la pre hospitalaria (salud primaria).
En el sitio Web del Minsal aparece que el tratamiento del Covid-19 es básicamente sintomático, y se llama a consultar a un servicio de urgencia si los pacientes, aparte de los síntomas del resfrío o gripe, tienen dificultad para respirar.
Algunos investigadores, no se sabe con qué objeto, han diabolizado la toxicidad y la seguridad del tratamiento con hidroxicloroquina, azitromicina o doxiciclina, aunque está extremadamente avalado, con protocolos muy conocidos a través de los años, destinados a millones de dosis y miles de pacientes que lo han utilizado para la malaria, el tratamiento del lupus o la artritis reumatoidea.
En Marsella, hicieron más de 100.000 test de PCR, trataron a 3.737 pacientes Covid (+) con una mortalidad inferior al 1%.
De aquellos tratados de esta manera, solo un menor de 70 años falleció y los demás no tuvieron efectos secundarios graves. En toda la región de Marsella (2 millones de habitantes) hubo una mortalidad 5 veces menor que en la región de París.
En el condado Monroe de Nueva York, los pacientes del Dr. Zev Zelenko tratados con su protocolo tuvieron 99.7% de sobrevida y las hospitalizaciones se redujeron en un 84%.
Lo increíble de todo esto, es que nuestras autoridades y la elite científica han hecho eco a trabajos reportados en revistas como NEJM y Lancet, cuya publicación del 22 mayo por Mandeev Mehra de Boston de la Universidad de Harvard, derivó en un escándalo mundial llamado “Lancet- gate” por provenir de una Bigdata absolutamente fraudulenta.
Es un triste panorama para la investigación médica mundial y también nacional, ya que en nuestro país tampoco aparecen estudios en la fases precoces de la enfermedad y cuando alguien asume la iniciativa es descalificado por el Ministro o las sociedades científicas. Solo veo desesperados esfuerzos recientes de médicos responsables directos de pacientes que para prevenir el desastre intentan usar uno o varios fármacos que a la luz de sus resultados parecen mejorar las condiciones de los pacientes.
También están aquellos médicos (la mayoría) que ilusoriamente propugnan que el complejo y casi siempre tardío manejo ventilatorio y antiinflamatorio hemodinámico, salva muchas vidas, sin tener una mirada holística de la enfermedad que enfrentamos.
Nuestras cifras son alarmantes, cerca de 2500 pacientes menores de 70 años han fallecido; la tasa de contagio más alta del mundo; las tasas de PCR (+) superan el 30% y los hospitales no dan abasto. Así, el futuro próximo para el país es temible.
Tengo 66 años, 35 de ellos dedicado al servicio público. Soy jefe de una Unidad de Paciente Crítico de un hospital público, donde hay alrededor de 100 trabajadores de la salud que hacen turnos.
He asistido desde el inicio de la pandemia (120 días) ininterrumpidamente a ver a los pacientes y estar con ellos, y cada día veo a mi equipo más agotado. Sin embargo, admirablemente, todos siguen comprometidos con las labores diarias tratando pacientes Covid y no Covid.
Nuestra sociedad con desesperanza le pide a las autoridades, al sistema de salud, a los científicos de nuestro país, algo más, que tomen más y mejores decisiones.
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