Será por la víspera de Navidad en que el título del próximo Congreso del Futuro llamó mi atención por las evidentes manifestaciones y acciones de contrariedad y confusión que como sociedad en Chile y el mundo expresamos a diario.
En efecto, el Senado, por medio de la Comisión de Desafíos del Futuro nos pregunta ¿qué especie queremos ser?, sin que su interés se sitúe en los desafíos y oportunidades que las inteligencias artificiales nos están significando.
Tampoco centra su mirada en la responsabilidad colectiva y social respecto al cambio climático que sufrimos diariamente en el planeta. ¿Por qué?
A modo de hipótesis acerca del por qué la pregunta que emana desde el Senado, me atrevo a sostener que ella apunta a cuestionar la ética o moral (en este caso utilizadas como sinónimos) que responde a nuestra dignidad humana.
Es, por un lado, una renuncia ante las evidencias de nuestro actuar inmoral, o por lo menos amoral y, por otro lado, el deseo de sentirse autónomo en el pensar y el actuar.
Por ello, impulsar un debate de “futuro” que plantee la necesidad de modificar la noción de especie les pareciera instrumental al objetivo de la construcción de un nuevo ciudadano (a).
En efecto, muy posiblemente el propósito sea cortar con la noción de naturaleza humana, que según perciben los transhumanistas y “progresistas” anti personalista, nos ancla o nos ata a supuestos no demostrables y menos contrastables en un mundo en que la tecnología está permitiendo aumentar nuestras capacidades físicas y de almacenamiento de conocimiento.
De alguna manera, el debate planteado en qué especie queremos ser, se dirige hacia un “borrón y cuenta nueva”. Es decir, borremos nuestra herencia y acervo cultural, empecemos creando al nuevo hombre/mujer.
Tras la idea de progreso de la humanidad en perspectiva transhumanista, se esconde una visión bastante antigua, la perspectiva materialista y hedonista que apela a la construcción de una sociedad de “éticas subjetivas”, sin noción de bien común e inspirada en la autonomía del individuo.
Ella podrá construir sociedades “libertarias” a los deseos que hoy se encuentran condicionados por la moral, que a su vez influye en las leyes y así en la institucionalidad vigente.
En definitiva, se estaría en búsqueda de que cada cual se asigna los derechos que reclame y sus responsabilidades desaparezcan, así no habrá trascendencia y menos una naturaleza humana.
Es por ello que los cerebros que están tras la pregunta, ¿qué especie queremos ser?, están promoviendo la deshumanización y queriendo cambiar nuestras características comunes, para después sugerir que sobre una tabla rasa todo está nuevamente vacío para rellenarlo.
Por mi parte, en este debate que posiblemente irá en aumento día a día, mi postura es a favor de lo humano, con sus emociones, racionalidad y con su propia naturaleza; con el juicio moral en sus actos porque hemos sido y somos libres y creo necesario seguir luchando por ello.
Cierto, nos equivocamos, hemos sido testigos de miserias en lo político y en lo social, pero a la vez tenemos la fe, la esperanza y la libertad como humanos para actuar en sociedad, entendiendo que la moral es la que justamente nos permite repudiar la corrupción, la injusticia, las inequidades y enjuiciar nuestros propios actos.
En consecuencia, no le temo a la moral, por el contrario, no comparto con quienes utilizan su voluntad para evitar ser responsables de su destino y el de los demás.
¡Viva la especie humana!
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