La adopción como restitución del derecho a vivir en familia

Noviembre es el Mes de la Adopción, y por ello el Servicio de Protección Especializada a la Niñez y Adolescencia ha realizado una serie de acciones en todo el país, relacionadas con la difusión de testimonios de familias, en toda su diversidad, que dieron el importante y significativo paso de adoptar a un niño, niña o adolescente. Pero también es un momento para reflexionar sobre cómo podemos mejorar y agilizar estos procesos, muchas veces de larga duración, lo que genera ansiedad en adoptantes y, lamentablemente, una larga espera en niños, niñas y adolescentes susceptibles de ser adoptados.

En Temuco pude conocer a dos familias adoptantes, quienes compartieron cómo vivieron estos procesos y de qué manera experimentaron este cambio en sus vidas; cuando llega un hijo desde Arica, o increíblemente tres al mismo tiempo. También en Biobío pude escuchar a futuros padres y madres adoptivos, entre ellos una pareja de dos mujeres esperando cumplir un sueño largamente anhelado. En Santiago, con un matrimonio y su hijo adolescente hablamos sobre la búsqueda de orígenes. En este esfuerzo, seguiremos hablando con padres adoptivos y con aquellos que están en la espera activa para mejorar nuestros procesos y modernizar la gestión de nuestra entidad.

Todas estas conversaciones conllevan experiencias únicas, irrepetibles y que marcan muy profundamente a las personas que toman esta decisión como un acto de entrega incondicional. Estas familias son conscientes de que la adopción cambia por completo la vida de niños, niñas o adolescentes, cuyas trayectorias han estado significativamente vulneradas, permitiéndoles volver a empezar. Así, de acuerdo con información propia, en 2023 se realizaron 229 enlaces adoptivos; y al cierre de octubre de 2024, otros 156 niños, niñas y adolescentes habían sido enlazados, restituyéndose en ellos y ellas su derecho a vivir en familia.

Si hay algo que vincula todos los relatos, de manera casi unánime, es lo referido a lo engorrosa y lenta que es la tramitación judicial de las adopciones. Sobre esto último, el proyecto de ley que agiliza la adopción en Chile lleva largo tiempo discutiéndose en el Congreso Nacional, pero tenemos mucha confianza que la nueva normativa sea despachada prontamente, ya que está en sus etapas finales de discusión. Dicha ley reducirá de tres a dos los trámites obligatorios, y pondrá plazos más breves. Si en la actualidad los procesos pueden demorar unos 3 años, con la futura legislación esto podría reducirse a un periodo mucho más acotado. Hablamos de un cambio significativo para las familias y, más importante aún, para los niños, niñas y adolescentes, que son el centro de nuestro quehacer.

Esta reflexión no se reduce solamente a aspectos administrativos y jurídicos. Existe también una discusión acerca de la adopción de hermanos o hermanas. Hemos visto los favorables impactos que genera la relación fraternal en niños y niñas en nuestras residencias, y cómo eso contribuye al trabajo de restitución y reparación de sus derechos y, en consecuencia, hemos promovido que no sean separados. Lo mismo debería aplicar en la adopción, o que mantengan una vinculación posterior al enlace adoptivo.

Otro tema que genera debate se refiere a la edad, condiciones de discapacidad y abandono. Esto porque los padres o madres adoptantes tienden a privilegiar a niños y niñas lactantes, y no a aquellos más grandes o que presenten alguna discapacidad. Hay casos, sin duda, y en su gran mayoría muy exitosos, pero hoy, pese a que están susceptibles de adopción, tenemos en las residencias de Protección Especializada muchísimos casos como los antes descritos, donde pasa el tiempo y cada vez se hace más lejana la posibilidad de que egresen mediante una familia adoptiva. El Informe Nacional de Visitas a los Centros Residenciales, publicado en mayo de 2024 por la Corte Suprema, advierte que en 2023 hubo 597 niños, niñas y adolescentes en residencias sin un adulto de la familia nuclear o extensa que tenga presencia en su vida y que pueda generar vinculación para lograr un egreso acompañado.

Promover y ser más amables con la adopción implica que todos revisemos nuestras propias prácticas sociales y creencias instaladas, que lleva muchas veces a realizar comentarios inapropiados, llenos de estigmatización y discriminación en relación con niños, niñas y adolescentes que han sido adoptados y las familias, parejas o personas solteras o viudas que deciden amarles toda la vida. Todos los niños, niñas y adolescentes tienen el derecho a vivir en familia y todas las familias tienen el derecho de ser respetadas, cuidadas y protegidas.

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