El Observatorio Niñez de la Fundación Colunga ha presentado el "Primer Informe Nacional del Bienestar de la Niñez", documento que evidencia un panorama crítico, donde el bienestar de las niñas y niños se ha deteriorado desde 2017. De los 20 indicadores analizados, apenas 4 muestran mejoras, con un estancamiento en el acceso a áreas verdes; peores resultados en educación, salud física y mental; mayor inseguridad alimentaria y en los entornos, entre otras variables.
Estos datos complementan el escenario descrito hace tres años en el estudio "Nacer y Crecer en Pobreza y Vulnerabilidad" de la Alianza Erradicación de la Pobreza Infantil. Más de un millón de niños, niñas y adolescentes vive en situación de pobreza o vulnerabilidad, una grave transgresión a los derechos establecidos en la Convención de los Derechos del Niño, con consecuencias multidimensionales y acumulativas para nuestro país.
Las niñas y niños que crecen en pobreza tienen menor probabilidad de terminar su educación formal, están más expuestos a entornos violentos o contaminados, desarrollan más enfermedades infecciosas, crónicas y mentales y, en consecuencia, es más probable que vivan en pobreza cuando sean adultos. En Hogar de Cristo desarrollamos distintas líneas de trabajo que buscan romper este círculo. Con 35 salas cunas y jardines infantiles, ofrecemos cobertura de educación inicial en sectores caracterizados por su vulnerabilidad, para asegurar el derecho a una educación de calidad a más de 8 mil niñas y niños a lo largo del país. Mediante aulas y escuelas de reingreso, desde Fundación Súmate impulsamos la recuperación de trayectorias educativas de más de 3 mil jóvenes excluidos o en riesgo de salir del sistema escolar, ampliando los horizontes para construir sus proyectos de vida; mediante residencias de protección para adolescentes, buscamos reconocer, promover y restituir sus derechos.
Este trabajo enfrenta una serie de dificultades. Las niñas y niños que asisten a nuestras salas cunas y jardines infantiles reciben menos recursos del Estado que quienes asisten a otros jardines Junji, aun cuando el logo de esta institución está en la fachada de nuestros recintos. A pesar de que el año 2021 el Consejo Nacional de Educación aprobó la Modalidad de Reingreso Educativo, esta no cuenta con una subvención especial para financiar su tarea, debiendo recurrir a la subvención regular o de educación de adultos que, a todas luces, son insuficientes para la restitución de aprendizajes.
Respecto de nuestras residencias de protección, son parte de un sistema que no logra salir de la UCI, caracterizado por escasez en su oferta, un modelo de financiamiento que no se basa en estándares y una deficiente articulación intersectorial con salud y educación.
Sin embargo, hay otros temas aún más invisibles: Una oferta escasa y en riesgo de desaparecer como es la atención a niños y niñas en situación de calle que deambulan no solo por las calles, sino también entre oficinas ministeriales viendo quién se hace cargo; la explotación sexual comercial infantil que solo aparece ante situaciones aberrantes y escandalosas; la muerte de niños, niñas y adolescentes víctimas de la violencia callejera y revanchas entre bandas criminales. De esto solo hablamos unos pocos.
Hemos puesto a la infancia primero muchas veces... pero no logramos mantenerlas en la fila y menos en las prioridades. No podemos dormir tranquilos mientras la infancia y adolescencia esté en riesgo y no disminuyamos las desigualdades que diariamente privan a miles de niños, niñas y adolescentes de sus derechos fundamentales. Si no avanzamos en esta dirección los estudios e indicadores seguirán mostrando una realidad que condena a nuestro país al subdesarrollo.
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