Miraba con admiración a su abuelo, lo idolatraba, encandilada en la fascinación de este hombre que la cuidaba desde los dos años, cuando su mamá y papá dejaron de estar. Ahora Lucía tiene 14 y a veces se topa con uno de ellos, la apariencia de estos representa siempre más años de los que realmente tienen, el consumo de pasta base los ha hecho irreconocible a la vista; sin embargo, Lucía los sabe, los siente, los palpa en el aire nauseabundo del abandono en que están, los reconoce a los lejos cuando caminan sus huesos dejando atrás la estela de aquellas personas que fueron, tanto tiempo atrás, tantos momentos antes, tantas caricias de épocas pasadas, tanta familia olvidada, como el suspiro ante de la exclamación, deja ir el aire y con ello un poco de sí misma.
Su abuelo la va a buscar y a dejar al colegio, la acompaña a todas partes, escoltando sus anhelos, protegiendo sus idas y venidas, temiendo que pueda ser arrebatada tal como lo fue su hijo, tal como lo fue su nuera, tal como fueron tantos niños y niñas que vio crecer, arrancados de sus existencias, saqueados del porvenir, despojados de sus mañanas y usurpados de sus noches.
El abuelo marcha sobrecogiéndose al regresar solo a casa, repasando todo lo que pudo hacer distinto, el limitar las juntas, el prohibir algunas, el no esperar despierto a las llegadas nocturnas; quisiera haber sido omnipresente, velar los sueños, contener las dudas, abrigar con su amor de padre aquellos titubeos, abrazar las incertidumbres, acariciar cada cabello de su hijo amado, el que perdido aún sigue habitando su corazón, por que le pertenece desde que lo vio nacer, es suyo desde siempre.
Pero ni Lucía ni él podían derribar, ni abatir por si solos, los azotes epidémicos de la droga, es un trabajo país, de tantos y de todos.
El consumo de pasta base es mayor en a población masculina, presentando una prevalencia en hombres de 2,2%, por sobre el 1,3% de la población femenina. Las consecuencias por otra parte no reconocen género, ni edad, la adicción es rápida, un suicidio en la primera aspirada, el engaño letal del probar, la inmolación inmediata, la muerte anunciada, la defunción por mano propia, la relegación del ser, la asfixia inminente de la subsistencia.
Senda en 2022 publicaba que el 82% de los detenidos por la infracción a la Ley de Drogas presentó al menos el consumo de un tipo de narcótico, y en aquellos que cometieron delitos de mayor connotación social, 75% habría sido bajo los efectos de la drogadicción.
Lucía recuerda que su papá se llevó sus patines para venderlos, también se llevó el televisor y el balón de gas. Sus padres se despojaron de la crianza, desistieron en algún momento de nutrir su imaginación de niña, con fantasías y pretensiones de niñez, desatendieron su felicidad, su educación, su tranquilidad, su paz.
Lucía y su encorvado y octogenario abuelo son un equipo que desafía la marginalidad que le otorga ser parte de una población invisible e incorpórea. Ellos son gigantes son colosales, ella es la niña de sus ojos, y él es, el protector de sus quimeras.
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