Sentir, empatizar y proteger

Un niño acuchilla a otro en la puerta del colegio que los vio crecer a ambos. Alguna vez jugaron a la pelota, compartieron la colación, incluso alguna tarea, pero algo realmente malo pasó entremedio, que terminó con uno de ellos herido en el cuello, para finalmente perder la vida. Últimamente, y con estridencia impactante, se ha instalado la violencia en espacios otrora seguros para la niñez. ¿Por qué hemos pasado de un mal comportamiento a una cultura de la agresión?

La verdad es que no hay una única respuesta, ni mucho menos una fácil solución. Hay -por cierto- factores que hoy están más presentes en el entorno como el consumo de alcohol y otras drogas a edades muy tempranas, y el libre acceso a dispositivos digitales y redes sociales sin el debido control parental, lo que afecta la capacidad de los niños para regular adecuadamente sus emociones y muchas veces puede llegar a ser precursor de conductas antisociales como el bullying. Asimismo, otro factor gravitante y quizás el punto de partida para la política pública, tiene que ver con los modelos parentales, en cómo padres y cuidadores somos capaces de resolver las diferencias de opinión de manera pacífica.

En consecuencia, atendiendo a los resultados y a la necesidad de detener las trayectorias violentas en el entorno escolar, se requiere que las políticas educativas incluyan programas que potencien el desarrollo socio Emocional desde el nivel preescolar.

La oferta privada cuenta con modelos que van en esta línea. Precisamente por estos días, en el contexto de la "National Social Emotional Learning Association, SEL conference 2024", la Fundación San Carlos de Maipo fue la primera institución hispanoamericana reconocida por la implementación y adaptación del programa "ICPS, I Can Problem Solve" (Yo Puedo), cuyos resultados muestran una disminución en los comportamientos agresivos y un aumento en las interacciones positivas entre los niños.

Hoy es necesario impulsar una agenda temprana que permita el desarrollo de habilidades socio emocionales a través de programas con evidencia para evitar conductas problemáticas en nuestros niños. No tenemos que reinventar la rueda, sólo necesitamos mirar la evidencia y potenciar la creación de comunidades escolares más inclusivas, solidarias y protegidas. ¡No podemos seguir llegando tarde!

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