Se cumplen 73 años desde el inicio de la expulsión de los palestinos desde su tierra, luego de una limpieza étnica que ha perdurado hasta nuestros días. Llamamos ese momento "Nakba" o Catástrofe, que significa para nosotros la pérdida de nuestra tierra y la fragmentación de nuestro pueblo completo, con una diáspora, cuya mayor población -fuera del Mundo Árabe- se encuentra en nuestro país, en Chile.
Valoro cómo Chile abrió sus puertas a miles de inmigrantes y refugiados palestinos, quienes encontramos una nueva oportunidad de vida y una inmensamente valorada libertad que no encontramos viviendo bajo ocupación militar israelí. Esto permitió tanto a mi familia como a muchos palestinos construir historias de éxito tras llegar a suelo chileno y por eso tengo mucho que agradecer a este país.
Pero los sueños no se agotan ahí, como chileno de origen palestino deseo que en la tierra de nuestros ancestros reine la paz, pero para ello se necesita una comunidad internacional comprometida, que ponga los medios para ello y que adopte medidas que ayuden a poner fin a la ocupación del territorio palestino, instando a Israel al respeto al Derecho Internacional.
En esa línea, valoro que por primera vez un informe de un organismo internacional como Human Rights Watch (HRW) ratificara que las autoridades israelíes "están cometiendo los crímenes de lesa humanidad y de apartheid y persecución". El informe de HRW, elaborado durante dos años, confirma esta amarga realidad denunciada por diversos organismos de derechos humanos en Palestina e Israel, así como también lo hizo en su momento el informe del año 2017 denominado "Prácticas israelíes hacia el pueblo palestino y la cuestión del apartheid", de la Comisión Económica y Social para Asia Occidental (CESPAO) de la ONU, el que ya de forma clara dijo que Israel practica un apartheid desde hace más de medio siglo.
¿Cómo terminar con esta violencia y persecución hacia los palestinos? El informe de HRW recomienda a la comunidad internacional actuar y en ese marco es que hemos solicitado a Chile que someta a una revisión los acuerdos con Israel, así como su relación comercial, para excluir a quienes contribuyen directamente a la comisión de los crímenes de apartheid y persecución contra los palestinos, y en los casos en que proceda poner fin a la actividades y financiación que contribuyan directamente a facilitar estos graves delitos.
Los últimos días han sido muy dolorosos para Palestina. La colonización de Jerusalén evidenciada en los desalojos forzosos que Israel hace de familias completas de los barrios de Silwan y Sheikh Jarrah, sumado a la violencia de la policía contra quienes oraban en la Explanada de las Mezquitas en el fin del mes del Ramadán, hizo estallar una olla presión producto de la continua discriminación institucionalizada contra los palestinos dentro de Israel, la ocupación en Cisjordania y el bloqueo en Gaza, sumado ahora a bombardeos indiscriminados contra su población, que ya ha dejado más de 93 palestinos asesinados, entre ellos 22 niños.
Muy a pesar nuestro, la Nakba no es un evento que culminó aquél 15 de mayo de 1948, sino que forma parte de un proceso que perdura hasta nuestros días a través del avance de la colonización israelí en los territorios ocupados. Este se materializa confiscando territorios, demoliendo hogares, encarcelando a su población, controlando sus fronteras y recursos naturales y reemplazando a la población nativa palestina por colonos judíos, a quienes se les instala en los llamados "asentamientos", en completa contravención a las normas internacionales. Así, se está intentando eliminar la presencia palestina y ampliar la presencia ilegal de colonos mediante el robo de tierras y políticas discriminatorias en materia de planificación, construcción y presupuestos.
Ante ello urgen acciones concretas y no sólo palabras de solidaridad o condenas. Estamos seguros que tal como se puso fin al apartheid en Sudáfrica, deben intensificarse los boicots internacionales, la desinversión y las sanciones al régimen israelí, para desmantelar así todas las formas de represión y discriminación que privilegian a los israelíes judíos por sobre los palestinos, partiendo por dar igualdad de derechos, poner fin a la ocupación y a la violencia del Ejército y los colonos, permitiendo a los refugiados regresar a sus hogares y entregando el simple acceso al agua y los recursos naturales, entre otros tantos derechos que la ocupación israelí viola día a día.
Además, la situación sanitaria de Palestina es catastrófica, traduciéndose en un "apartheid de las vacunas", que ha dejado desamparada al 97% de la población, ya que de casi 5 millones de habitantes sólo han sido vacunados 261.322 personas. Por eso quisiera valorar el reciente proyecto de acuerdo aprobado en el Senado, el que solicita al Presidente Sebastián Piñera exhortar a la cancillería israelí para que de inmediato cumplimiento al artículo 56 de la Cuarta Convención de Ginebra otorgando a la población palestina la vacunación requerida, en virtud de sus obligaciones como potencia ocupante.
La esperanza crece en nosotros con gestos como los del Senado, el informe de HRW y el hecho también de que hoy la Corte Penal Internacional esté investigando crímenes de guerra cometidos por Israel en Gaza y Cisjordania. Netanyahu ha dicho que la investigación de la corte es "esencia de antisemitismo" y que el informe de HRW es "parcial" puesto que es un órgano "anti israelí", lo que ha motivado a que un grupo importante de 185 israelíes, entre ellos 10 galardonados con el Premio Israel, además de altos oficiales del Ejército de Reserva, autores, intelectuales, activistas e investigadores enviaran una carta a la fiscal de la Corte Penal Internacional solicitando que no acepte las conclusiones que realice Israel de su propia investigación por crímenes de guerra, sugiriendo que se apoye en información entregada por organizaciones israelíes de derechos humanos para reunir pruebas contundentes sobre estas acusaciones.
Es tiempo de no seguir permitiendo las contravenciones al derecho internacional llevadas a cabo. Palestina sigue viviendo bajo ocupación y al ocupante se le continúa mirando como un estado normal dentro del concierto internacional, mientras continúa intensificando la ocupación y el apartheid, haciendo imposible el anhelo palestino de ser reconocidos como seres humanos y de constituirse como una nación libre, soberano e independiente.
Setenta y tres años es demasiado tiempo. Como sociedad nos demoramos mucho en condenar el genocidio armenio, el holocausto judío y el apartheid sudafricano ¿los palestinos cuánto más tendrán que esperar?.
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