Este es un mes importante en la política europea, no solo por las elecciones generales del 15 de marzo en Países Bajos, sino también por el aniversario de los 60 años de los Tratados de Roma al que, pese a los esfuerzos de unidad, la UE llega fracturada.
El año 2016 fue traumático para la UE. Entre los golpes recibidos, el Brexit simboliza fisuras que van más allá del Canal de la Mancha y que han llevado a la UE a reforzar los esfuerzos por superar las divisiones internas y afrontar los desafíos externos. En esta dinámica, en marzo hay fechas claves para su futuro.
Por una parte, las elecciones en uno de los países fundadores es observada como test de lo que podría pasar en otras citas electorales también importantes (Francia, Alemania, República Checa y, posiblemente, Italia y Grecia).
La amenaza del avance del populismo nacionalista de derecha representado por Geert Wilders y su Partido por la Libertad (PVV) asusta. Si bien en las últimas encuestas se observa un descenso en el apoyo popular y ha aparecido segundo tras el partido Liberal del actual Primer Ministro Mark Rutte, el solo hecho que haya corrido los cercos de los debates en la campaña, ya es un triunfo preocupante.
Sus banderas de lucha, como de los otros partidos de ultraderecha, han sido principalmente la anti-inmigración, el anti-Islam, la anti-UE y el anti-establishment. El eco encontrado en la sociedad holandesa ha hecho que estos temas dominen la agenda al punto de la actual crisis diplomática con Turquía al impedir el gobierno de La Haya la entrada al Ministro de RR.EE. turco para participar en una actividad sobre el referéndum que se llevará a cabo en ese país.
En este affaire, Francia se ha desmarcado de la actitud de Países Bajos, Austria, Alemania y Dinamarca y ha aceptado recibir al Ministro turco en un encuentro en Metz, lo que ha levantado una gran polémica tanto al interior de Francia - en plena campaña electoral- como en los otros países.
Es probable que el PVV obtenga un buen resultado (cuánto, es la duda) pero es muy difícil que llegue a formar gobierno. Al ser un sistema parlamentario, el Ejecutivo dependerá finalmente de la suma de las fuerzas políticas en el Parlamento y ya se ha anunciado por los otros partidos que no formarán gobierno con el partido de Wilders.
De esta manera, el resultado de esta elección servirá de termómetro a lo que pase después en los otros países, partiendo por Francia. En 2005 cuando se sometió a referéndum la aprobación del Tratado Constitucional de la UE. Primero fue Francia quien lo rechazó por vía popular a lo que secundaron los holandeses.
En este último, el miércoles 15 de marzo François Fillon probablemente sea inculpado en un juicio que se lleva adelante en su contra por supuestos empleos ficticios de su familia. El que hasta hace poco aparecía como el seguro futuro Presidente de la República gala, ha sufrido dramáticamente los efectos de las acusaciones del llamado “Penélope Gate” y marca tercero en las encuestas. Probablemente esta inculpación presione aun más a la baja sus expectativas presidenciales.
Por otro lado, el difícil camino de Theresa May por activar el famoso art. 50 del Tratado de la Unión Europea para poner en marcha el proceso del Brexit, es otro dolor de cabeza.
Tras un nuevo revés en la Cámara de los Lores, May espera que la de los Comunes finalmente apruebe sin las enmiendas de los Lores el proyecto de ley que le deje vía libre para notificar a sus socios el inicio de la salida. Si resultara la planificación de la Primera Ministra, ésta enviaría esta semana una carta al Presidente del Consejo Europeo, lo que pondría “pelos en la sopa” a las celebraciones que se están organizando para el 25 de marzo.
Este martes se realizará la primera reunión entre Angela Merkel y Donald Trump. Esta cita será muy importante y no estará exenta de tensiones pues el inicio de las relaciones entre el nuevo Presidente de los Estados Unidos no ha sido de las más cordiales con sus socios europeos, en especial con la Canciller alemana. Ese encuentro debiera marcar las líneas de lo que debiera ser la nueva relación transatlántica y se espera ver si Trump confirmará los “buenos deseos de amistad” expresados por Mike Pence en su visita a Europa.
Justamente en los preparativos de los 60 años de los tratados de Roma (la verdad es que son dos, uno que creó la Comunidad Económica Europea y el otro que creó el Euratom, aunque solo se mencione el primero) los 27 Estados Miembros (con excepción de Reino Unido), han intentado enviar un mensaje de unidad y optimismo sobre el futuro de la UE. Sin embargo, pese a los esfuerzos, hay plena conciencia de lo crítica que es la actual situación del más exitoso proyecto de integración de la historia de la Humanidad.
El Presidente de la Comisión Europea, Jean Claude Juncker, para activar y motivar el debate sobre la crisis existencial por la que atraviesa el bloque, presentó el Libro Blanco con 5 escenarios para seguir avanzando tras el Brexit.
Dentro de estos escenarios, una parte de los Estados europeos, el grupo “de Versalles” (España, Francia, Alemania e Italia), ya tomaron posición por el llamado “Europa a varias velocidades” que implica que los Estados dispuestos a seguir avanzando en la integración, lo hagan y aquéllos que no, tengan la posibilidad de marcar su propio ritmo.
Esta Europa a varias velocidades la verdad es que ya existe y está consagrada en los tratados la posibilidad de la “cooperación reforzada”, pero que los dos grandes (Francia y Alemania) descarten expresamente la opción del camino a los “Estados Unidos de Europa” (la vía federalista) es un mensaje claro de los límites que hoy se están auto imponiendo en esta UE supuestamente rumbo “a una unión cada día más estrecha entre los pueblos de Europa”.
Pero el primer escollo en esta UE a varias velocidades se ha encontrado ya en el “Grupo de Visigrád” integrado por Polonia, Hungría, Eslovaquia y República Checa quienes se manifestaron en contra, temiendo la formación de Estados de “primera y segunda categoría”.
No obstante, ha sido también al interior de este grupo que esta semana se produjo una división. En el Consejo Europeo (reunión de los Jefes de Estado y Gobierno de los 28) que se llevó a cabo el 9 y 10 de marzo, se debía elegir al Presidente de esta institución.
Fue reelecto el polaco Donald Tusk por 27 votos a favor y uno en contra… el de ¡Polonia! Pese a los esfuerzos por lograr la unanimidad y convencer al gobierno de Varsovia que apoyara a su connacional, fundamentalmente por razones de política interna este país no solo se opuso y presentó un candidato alternativo, sino que impidió que al término del Consejo pudieran refrendarse las conclusiones adoptadas. Muy inusual y polémica es este bloqueo polaco que vino a enturbiar incluso las relaciones con sus socios del Grupo V4.
Justamente este Consejo tenía por finalidad preparar la Cumbre que se llevará a cabo el 25 de marzo en Roma por el 60º aniversario. Se esperaba avanzar en la unidad de los 27 para comenzar el necesario y fundamental debate sobre su futuro iniciado por el Libro Blanco de Juncker. Hay muchas actividades organizadas en la capital italiana para esos días. Las declaraciones por la unidad europea se multiplican.
Distintas organizaciones de la sociedad civil, de la academia, políticos, líderes e intelectuales están haciendo un llamado para manifestarse por una Europa unida y fuerte. Muchos estiman que ya no es tiempo de callar. Que el avance de las fuerzas euro escépticas y eurófobas en parte se ha producido por la timidez y falta de coraje de aquéllos que creen que, pese a sus debilidades y errores, la integración europea fue el camino correcto elegido por el Viejo Continente y que llegó el momento de expresarlo.
Por lo tanto, arrastrando un debate desde hace largo tiempo, a Europa le llegó marzo y veremos cómo afrontan esta segunda quincena del mes clave.
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