"La guerra es la salida cobarde a los problemas de la Paz", Thomas Mann
Al término de este artículo, varios de cientos de niños, mujeres y ancianos estarán sepultados bajo toneladas de cemento y escombros. Bombas de alto poder destructivo, de última generación, lanzadas por los combatientes de uno u otro bando, los asesinan a diario, impunemente. Una desquiciada guerra fratricida, donde las inocentes víctimas son seres humanos, los muertos son números, simples estadísticas que crecen, mientras se alarga el conflicto, el que supera los dos años y tres meses, sin que se vislumbre acuerdo alguno que le ponga fin.
La brutalidad ejercida es un signo propio de la irracionalidad, como conducta deshumanizada de aquellos que dado el poder que ostentan, pueden hacer y deshacer con el destino de otras naciones, que desean soberanamente su libertad. Todo el esfuerzo que realiza la comunidad internacional para "combatir" la pobreza, por consecuencia del hambre, las epidemias y el cambio climático que azotan al planeta, se esfuman como un castillo de naipes, al comprobar la barbarie en el siglo XXI, sin aprender la lección del Holocausto, que significó la II Guerra Mundial, conflicto que exterminó a millones.
Es patética la locura esquizofrénica, genocida, de los lideres responsables, cuyas posturas dictatoriales permiten este teatro de la comedia fatal, absolutamente nadie puede estar a salvo. Por muy lejos del conflicto que estés, cuando estos impúdicos insaciables amenazan con disparar bombas atómicas, de mayor potencia destructiva que las lanzadas en Hiroshima y Nagasaki por EE.UU., el fuego nos alcanzará a todos.
Un escenario apocalíptico que las grandes potencias no lo descartan, provocando un miedo colectivo total. El futuro planetario está en peligro. La alternativa no es el infierno o la sin-razón. Es la cordura y el dialogo entre las partes. Como señalara Albert Camus: "La paz es el único combate que vale la pena realizar", lo penoso es que el hombre es el lobo más cruel que se conoce, aunque signifique su exterminio total sobre la tierra.
El Presidente Gabriel Boric fue invitado por Volodimir Zelensky, de la invadida Ucrania, para asistir a la cumbre en Suiza, donde cien dignatarios del mundo libre se reunieron para buscar caminos que conduzcan a una solución duradera. Tarea nada de fácil, pero no imposible si las partes anteponen sus legítimos intereses en pos de la vida de sus sacrificados amados soldados.
Boric, en nombre de la mayoría de los chilenos, rechaza desde el origen esta invasión expansionista, imperialista, de la poderosa Rusia (que no asiste a la cita), gobierno que en reiteradas oportunidades ha violado sistemáticamente el respeto al sagrado derecho internacional, mantener la convivencia entre las naciones, lo que no se ha logrado.
Para demostrar su poderío, Rusia se atrevió con tres buques de guerra y un submarino nuclear a aguas territoriales de Cuba, imitando la crisis de 1962 con la Unión Soviética, cuando Estados Unidos casi inicia otra conflagración mundial. Esta vez avisó a Washington D.C. de la llegada de la flotilla, que no portaba armas nucleares ni misiles. El camino a la paz se pierde en el horizonte -desgraciadamente- para las futuras generaciones.
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