Como lo habíamos comentado en columnas anteriores, en Europa este 2017 ha sido un año muy movido en lo que a elecciones se refiere. Partiendo por Países Bajos le siguió la presidencial francesa. Como consecuencia de los llamados “Panamá papers” y un escándalo que golpeó al gobierno del Primer Ministro Joseph Muscat, Malta adelantó las elecciones generales, renovando éste su mandato. Este jueves fue el turno del Reino Unido. Tras la decisión de Theresa May de adelantar los comicios de 2020, un verdadero terremoto se ha producido al perder la mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes y ver el resurgimiento de Jeremy Corbyn y el Labour. Pero si hablamos de terremoto político, ya los medios anuncian otro en el continente europeo: la llegada del “Tsunami Macron”.
El 7 de mayo se llevó a cabo la segunda vuelta presidencial en Francia ganando por más del 66% de los votos Emmanuel Macron. Primera vez que bajo la V República (que comienza con la vigencia de la Constitución de 1958) no gana un representante de los dos grandes partidos tradicionales: Partido Socialista y Partido Conservador.
Macron se convierte además en el Presidente más joven (39 años) que llega al poder y apoyado por un movimiento cuya formación no data de más de un año.
Con un discurso calificado de “socio-liberal”, que intenta superar “a la derecha e izquierda”, pro europeo (gritándolo a los cuatro vientos sin complejos, no como otros europeístas en el resto del continente), partidario de la globalización y contrario al proteccionismo y soberanismo que representa tanto Le Pen como Mélenchon, Macron comenzó una etapa que este domingo vivirá un importante segundo episodio: las legislativas.
Como Francia es un sistema semi-presidencial (o semi-parlamentario según otros), el Presidente necesita ahora saber si tendrá el apoyo de la Asamblea Nacional, de cuya mayoría depende la conformación del gobierno y la confianza al Primer Ministro. Cabe señalar que, al igual que la presidencial, la elección de los 577 diputados de la Asamblea Nacional se eligen a dos vueltas. En cada circunscripción electoral se elige como diputado a quien en la primera haya obtenido la mayoría absoluta. En caso contrario, las dos más altas mayorías pasan a una segunda vuelta, la que se efectuará el 18 de junio.
Es por esto que las legislativas cobran una importancia mayor para el gobierno de Macron. Hasta hace un tiempo las dudas se planteaban sobre si sería capaz de traspasar los efectos de su triunfo a las parlamentarias evitando así una “cohabitación política”.
Al no tener un partido tradicional fuerte detrás, estar apoyado por un movimiento de apenas un año de existencia y ser un político sin experiencia electoral al no haber sido jamás elegido a un cargo público, la incertidumbre se planteaba. Sabiendo que una parte importante de quienes lo votaron en segunda vuelta lo hicieron más como voto rechazo al Frente Nacional que por confianza en sus ideas, muchos habían estimado que sería difícil para el nuevo Presidente lograr este traspaso en las legislativas.
Sin embargo, los sondeos en Francia (que tan acertados estuvieron en las presidenciales) vienen anunciando la mayoría absoluta del Partido República en Marcha, incluso dándole algunos de ellos hasta 415 diputados de los 577. De producirse este resultado, no solo significaría un tremendo espaldarazo a Macron sino también causaría un gran impacto en los demás partidos franceses. Además, coherente con sus anuncios de campaña, de los casi 500 candidatos que su partido presenta, solo una veintena busca repetir su mandato por lo que habrá una gran renovación de caras en la próxima cámara política gala.
Por otra parte, los sondeos anuncian una alta abstención, lo que desluciría el triunfo de Macron. Existiría una gran apatía por movilizarse para ir a votar, sobre todo para aquellos que su candidato/a no pasó ni siquiera a la segunda vuelta presidencial.
¿Cómo se explicaría además lo que un diario francés ha calificado de “Macronmanía”? La imagen renovada, fresca y firme que el Presidente ha logrado proyectar, dándole un nuevo impulso a la política francesa y renovando un espíritu de ánimo a los ciudadanos. Su clara oposición a la decisión del Presidente de Estados Unidos de retirarse del Acuerdo de París, sus palabras firmes contra las “fake news” rusas ante la mirada incómoda de Wladimir Putin o su química con la Canciller Merkel y el Primer Ministro canadiense Justin Trudeau, le han permitido forjarse esta imagen en la que no pocos están viendo a un nuevo líder “de los valores de Occidente”.
Ante este escenario, los partidos tradicionales franceses, tanto de derecha como izquierda, están alertando sobre lo que implicaría un Presidente con tan abrumadora mayoría en la cámara política, llamando a evitar caer en un “poder absoluto” o un “poder ejecutivo hyper competente”.
Más allá de estas alertas, que son lógicas en una campaña presidencial por parte de la oposición, los verdaderos de desafíos de Macron son cumplir con las expectativas, tanto a nivel interno como europeo e internacional.
Los problemas, amenazas, decisiones difíciles y riesgos no son pocos. Macron deberá hacer frente a demandas tanto de la ciudadanía como de la Unión Europea y relanzar una economía que no logra despegar, con un Estado con una gran deuda y déficit público y con el importante reto de impedir que el proyecto europeo se paralice una vez más por la falta de decisión y vigor de sus Estados más poderosos.
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