El 7 de octubre fue un llamado de atención que estremeció a la comunidad internacional. No solo porque fue un día de masacre, violencia y secuestros en Israel, por parte del grupo terrorista Hamas, sino porque puso en evidencia una verdad inquietante sobre una organización que, en teoría, debería ser un baluarte de ayuda y estabilidad: Unrwa.
Desde hace años, resulta cuestionable la existencia de una agencia especial y única para los refugiados palestinos, la Unrwa (Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados de Palestina en Medio Oriente), a pesar de existir el Acnur, también parte de la ONU, que se ocupa de todos los refugiados del mundo. La Unrwa no solamente maneja un presupuesto infinitamente superior, proporcionalmente hablando, sino que también otorga un estatus de refugiado que se perpetúa por generaciones, algo sin precedentes en cualquier otro contexto de refugiados en el mundo.
A principios de agosto, un informe oficial de la ONU confirmó lo que muchos temían: Empleados de la Unrwa han estado implicados en actividades terroristas. Este informe ratifica las acusaciones previas, que indicaban que al menos 19 empleados de la agencia participaron en el ataque del 7 de octubre. La ONU respondió que, con respecto a nueve casos en particular, las pruebas obtenidas indicaron que los funcionarios podrían haber estado involucrados en los ataques del 7 de octubre de 2023 y, que, por lo mismo, se dio por terminada la relación laboral.
Más alarmante aún es que informes anteriores de Human Rigths Watch revelaron que aproximadamente 1.200 empleados de la Unrwa en Gaza, que representa el 10% de la fuerza laboral de la organización, tienen vínculos con Hamas o la Jihad Islámica. La situación se agrava aún más cuando consideramos que el 50% de los empleados de la entidad tienen vínculos familiares de primer grado con miembros de Hamas y la PIJ (Jihad Islámica Palestina). Las implicaciones de estos lazos son profundas.
Pero esto no debería sorprender del todo. En el informe entregado por la ONU, el 5 de agosto, remite que "la Unrwa tiene varias particularidades organizativas y de gestión que repercuten en la neutralidad", producto de "un alto grado de integración vertical". El informe también menciona que tan solo "un pequeño número de funcionarios públicos internacionales (menos del 1,11 % de la fuerza laboral total de la Unrwa) dirige a una gran mayoría del personal de área local, principalmente debido a la escasez de recursos y la dependencia de la Unrwa contribuciones voluntarias".
La agencia recibe alrededor de 1.170 millones de euros anuales. ¿Falta de recursos? ¿Cómo es que nadie se pregunta o investiga dónde ha ido a parar ese dinero?
Este informe de la ONU es un testimonio contundente de cómo la Unrwa ha sido infiltrada y utilizada como una herramienta más en la maquinaria terrorista de Hamas. La confianza en las instituciones es fundamental para la estabilidad y el desarrollo de cualquier sociedad. La impunidad con la que operan ciertos empleados de la Unrwa pone en tela de juicio la capacidad de esta institución para cumplir su misión. Es imperativo que se tomen medidas para asegurar que estas organizaciones operen con transparencia y responsabilidad, garantizando que los recursos destinados a ayudar realmente lleguen a quienes más los necesitan.
El descubrimiento de un túnel de un kilómetro de largo debajo de varias instalaciones de la Unrwa, el 9 de febrero, añade una capa de gravedad a esta situación. Este túnel no solo era utilizado por Hamas para operaciones, sino que tenía una conexión directa con la sede de la Unrwa. ¿Con qué recursos y para qué se construyeron los túneles? No se puede ignorar que el uso de instalaciones de la Unrwa, como escuelas y otras instituciones, para actividades terroristas y la educación de niños inocentes en la violencia y el odio. De hecho, el informe mencionado anteriormente deja dentro de sus sugerencias la revisión anual del material educativo desarrollado por la Unwra.
La simple desvinculación de los empleados de la ONU implicados en estos actos barbáricos no es suficiente. ¿Dónde queda la justicia cuando, por cometer asesinato, secuestro, tortura y crímenes sexuales, la única consecuencia es ser despedido de tu trabajo? Estas acciones minimizan la gravedad de los crímenes cometidos y perpetúa un sistema de impunidad que daña aún más la confianza en las instituciones internacionales. Es crucial que aquellos responsables de tales atrocidades enfrenten las consecuencias legales y penales correspondientes, garantizando así que se haga verdadera justicia y se envíe un mensaje claro de que estos actos no serán tolerados ni quedarán sin castigo.
Permitir que esta corrupción continúe es perpetuar el ciclo de desconfianza y desesperanza. La comunidad internacional debe actuar de manera decisiva para purgar a la Unrwa de todos aquellos que apoyan o facilitan el terrorismo. No hacerlo es traicionar a los más vulnerables y condenar al fracaso cualquier esperanza de paz en Medio Oriente.
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