Argentina tuvo un fin de semana que pasará a la historia. El "león Milei" entró de pleno en la Casa Rosada. En esa Argentina tan de mate, tango y sindicatos, se puso el traje de presidente el niño terrible de la política trasandina. Nada de jaguares, Argentina tiene leones.
Atrás quedaron las declaraciones y promesas de nuevos aires, y comenzó a actuar: con una mano redujo los ministerios y con la otra nombró a su hermana secretaria de la Presidencia. Contracción y nepotismo al mismo tiempo. Estamos hablando de Argentina, el país del verso, donde ellos te pondrán ejemplos de cómo y porqué quedó todo redondo. Atrás quedaron los K, que tenían una Argentina donde 2/3 de la gente era peronista. Aunque es verdad también que muchos peronistas nunca fueron K, como el propio Sergio Massa. Pero bueno, entre todos se dedicaban a botar gobiernos radicales de inspiración socialdemócrata.
Esta camada de peronistas, llegados al poder después de la crisis política, social y económica de 2001, que se presentaban como salvadores de la patria con nombres propios, como Néstor, Cristina y Fernández -que no alcanzó para Alberto-. Nadie imaginaba la tibieza e insignificancia de Fernández una vez en el poder. Después de todo, son demasiados años haciendo lo mismo: malabares al interior de un sistema político y económico que los tiene en la ruina.
Veinte años se tardaron en que alguien apareciera y dijera exactamente lo contrario de lo que decían los peronistas. El profundo estatismo argentino está siendo cuestionado muy en serio. Ya no con la suavidad de Macri, sino que ahora es un rudo economista ultraliberal, otrora terror de los paneles de TV desde donde disparaba crudas verdades sobre la economía argentina y la estampa patriarcal-matriarcal de los gobiernos peronistas.
Milei se hizo camino a los gritos, tratando a sus oponentes de ineptos, corruptos, ladrones y patoteros. Así empezó la bronca. Y la bronca se acrecentó con MiIei como diputado, ya que tenía tribuna especial desde donde disparar al sistema. Pero, después de todo no fueron sus diatribas lo decisivo, sino la rifa de su sueldo como diputado lo que causó auténtico delirio entre sus seguidores. Su perseverancia fue decisiva y este outsider de la política institucional remató hablando de economía a los jóvenes, y recorriendo las principales ciudades del país.
Más allá de las explicaciones psicoanalíticas -a las que son tan aficionados los porteños- que configuran su personalidad, que fue un niño maltratado por su padre y sobreprotegido por su madre, tiene una importancia vital el rol jugado por su hermana en el ascenso político de Milei.
Karina Milei, de 50 años, titulada en Relaciones Públicas, ha sido no solo su apoyo familiar incondicional, sino también estratega importante de su campaña, y a quién el presidente electo llama "el jefe", explicando que su hermana es el Moisés de esta nueva historia y que él es Aaron, es decir su vocero. Una prueba más de la rareza del personaje, no exento de alusiones bíblicas en cosas tan terrenales como la acción política racional.
Pero ahora el "león Milei" es el responsable del gobierno argentino. Pronto sabremos si su rugido es capaz de estremecer los muros del Congreso y si el verso ultraliberal encuentra acomodo en esa singular democracia argentina.
¿Comenzará "la vía chilena de Argentina", el capitalismo más violento del continente? El mismo que intentó Macri, pero con menor convicción y antes lo intentó Menem, pero terminó en un desastre. No sabemos hasta dónde pueda llegar con un recién estrenado gabinete de políticos sacados del macrismo y el menemismo, como tampoco si el peronismo podrá recomponerse sin Cristina en el corto plazo. Lo que sí sabemos es que cuatro años son demasiado poco para lo que prometió el nuevo presidente de Argentina.
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