El 8 de mayo de 2018 el presidente Trump anunció el retiro de Estados Unidos del pacto 5+1 firmado con Irán en 2015. Con esta medida el mandatario estadounidense consolida una política exterior que ha sido consistente con su repetitivo slogan de “America first”. Entre otras medidas tomadas en esta dirección, cabe mencionar el retiro del Acuerdo de París sobre el Cambio Climático, del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica, así como la amenaza de abandonar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte. La política unilateral y aislacionista se consolida una vez más al apartarse Trump de sus principales aliados occidentales.
Algunas consecuencias de esta acción unilateral estadounidense han sido inmediatas. En el ámbito económico se constata un alza del petróleo a niveles que estaba en 2014. Esta subida debe entenderse en el marco de la anunciada reanudación de sanciones económicas de Washington en contra de Teherán.
En lo político, se observa un distanciamiento de las posiciones de Estados Unidos con sus principales aliados, en especial Francia, Reino Unido y Alemania, firmantes del acuerdo, lo que puede significar una crisis sin precedentes en las relaciones transatlánticas.
Al mismo tiempo, se produce un fuerte acercamiento de las posiciones de Estados Unidos con Israel y Arabia Saudita, ambos opuestos desde el inicio a un acuerdo con Irán.
La oposición saudita obedece en parte a una fuerte rivalidad histórica y religiosa con el régimen de Teherán, pues ambos Estados, que representan las dos principales ramas del Islam, la sunnita y la chiita, se ven enfrentados en conflictos en Irak, Siria, Yemen, Bahrein.
La oposición israelí, por su parte, tiene su base en que desde la revolución islámica iraní en 1979, este país no reconoce a Israel, al tiempo que apoya al movimiento Hezbollah con presencia en el Líbano y en Siria. Ahora bien, es en el terreno estratégico militar donde las consecuencias pueden ser más provocadoras, como veremos más adelante.
Es relevante indicar que la decisión del presidente Trump se da en un momento previo a la cumbre histórica que mantendrá con el líder norcoreano, Kim Jong-un.
Corea del norte e Irán tienen algunos elementos comunes, pues comparten una posición fuertemente antiestadounidense, han mantenido programas nucleares con fines militares y ambos han sido considerados como “Estados parias” por Washington. En este sentido, pareciera ser que la decisión de Trump de retirarse ahora es una señal de fuerza que busca presionar a Corea del norte frente al desarrollo nuclear y de misiles balísticos.
En relación con Irán, cabe recordar que, luego de dos años de negociaciones, en junio de 2015, este país había firmado un acuerdo nuclear con los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, esto es Estados Unidos, Rusia, China, Gran Bretaña y Francia, más Alemania.
Estas negociaciones, conocidas como Irán-G5+1, establecían, entre otras, las siguientes medidas:
a) Congelamiento por 10 años del programa nuclear iraní y prohibición de enriquecimiento de uranio para utilización militar.
b) Inspección y acceso a todas las instalaciones por parte del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA).
d) Suspensión de las sanciones una vez que se verifique el respeto de Irán hacia estos puntos claves.
Este fue un acuerdo histórico, que permitió un acercamiento entre Estados Unidos e Irán, luego de 35 años, abriendo las puertas para un mayor rol de esta potencia regional en el Medio Oriente.
Este convenio no fue perfecto, no incorporando algunos principios básicos, uno de ellos relacionado con América Latina. Se trata de la causa AMIA, de la Asociación Mutual Israelita Argentina, cuya incorporación en las negociaciones con Irán fue solicitada por el gobierno argentino, en el marco del debate nacional por la muerte del fiscal Nisman, puesto que según la investigación judicial argentina los responsables del atentado de 1994 fueron las más altas autoridades iraníes de la época.
Con todo, se trató de un acuerdo histórico que, aunque haya dejado algunos puntos irresolutos, mantuvo el congelamiento del programa de energía nuclear iraní.
Ahora bien, el retiro estadounidense del acuerdo abre un periodo de gran incertidumbre y peligro para el Medio Oriente. Una vez producida la decisión del presidente Trump, nada obligará a Irán a moderar sus ambiciones regionales, especialmente en Siria, Líbano e Irak.
Al mismo tiempo, a pesar de las sanciones económicas reintroducidas por Estados Unidos, el régimen islámico podría decidir reanudar su programa de energía nuclear, no aceptando las inspecciones internacionales.
Un aumento de las tensiones entre Israel, por un lado, Siria e Irán, por otro, así como entre Irán y Arabia Saudita, puede ser la tónica dominante de un nuevo Medio Oriente todavía más explosivo y dividido.
A lo anterior se suma la irresolución del conflicto israelí-palestino y de todos los conflictos que enfrenta la región. Y de trasfondo, un distanciamiento sin precedentes entre las potencias occidentales.
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