Gabriela Mistral: poetisa universal, diplomática y pionera internacionalista latinoamericana

Se cumplen 80 años desde ese 10 de diciembre de 1945, en que nuestra poetisa universal recibiera el Premio Nobel de Literatura, en Estocolmo, de manos del propio Rey Gustavo V. Como "hija de la democracia chilena, me conmueve tener delante de mí a uno de los representantes de la tradición democrática de Suecia, cuya originalidad consiste en rejuvenecerse constantemente por las creaciones sociales valerosas", dijo en su discurso.

Se trataba de la primera mujer en ser galardonada con tan renombrado premio a nivel mundial, incluso antes de ser reconocida en su propio país, Chile, con el Premio Nacional de Literatura, que recibió solo en 1951. Una expresión más de nuestros subdesarrollos: primero, merecido reconocimiento en el exterior; y después, ya algo muy retardado, a nivel nacional interior.

Sus calidades educacionales, literarias y poéticas son valoradas, hoy en día, a nivel mundial. Su obra es un contínuum de reconocimientos, algunos tardíos, pero siempre valederos. Nació en Vicuña como Lucila Godoy Alcayaga, el 7 de abril de 1889, y falleció en Nueva York, como Gabriela Mistral, poetisa universal, el 10 de enero de 1957.

Menos conocido es todo su desempeño en la diplomacia chilena, en los diversos cargos que le fueran conferidos por decisiones gubernamentales e implementadas por el Ministerio de Relaciones Exteriores, los cuales detallaremos como justo recordatorio diplomático-histórico, quizás premonitorio de una muy retardada "política exterior feminista", recién en el siglo XXI.

Su primero vínculo internacional con México fue en 1922. Viajó invitada por el ministro de Educación, José Vasconcelos, para colaborar en la reforma educacional, habiendo sido una sencilla maestra rural en sus inicios: fue un reconocimiento visionario. Y su legado está en 1.197 escuelas con su nombre en ese país: cinco en Ciudad de México y la mayoría en Veracruz.

Ya en 1924 realiza su primer viaje a Europa y, posteriormente, es invitada a Estados Unidos. En 1926, ocupa la secretaría del Instituto de Cooperación Intelectual de la Sociedad de las Naciones, con sede en Ginebra. En 1927 participa en un Congreso de Protección a la Infancia, en la misma ciudad. Y en 1928 representa a Chile en un Congreso Universitario en Madrid. En 1930 es invitada a dictar conferencias y cursos diversos en los Estados Unidos. Y ya en 1938, como invitada de la Unión Panamericana, visita por primera vez Nueva York y Washington.

Sin duda, todas esas experiencias, participaciones y representaciones la fueron acercando a la diplomacia formal y profesional, en hora buena, para el prestigio de Chile y sus mujeres. Es así que el 18 de julio de 1933 fue nombrada cónsul en Madrid. Y, por Decreto Ley del 24 de septiembre de 1935, se le nombró "Cónsul Particular de Profesión", en carácter vitalicio. Con posterioridad, fue nombrada cónsul de Chile en Lisboa, en 1935; y en Oporto, en 1936.

En 1938, siendo cónsul de Chile en Niza, debe dejar su cargo y el cónsul general de Chile en Francia, escribe al ministro de Relaciones Exteriores el 20 de febrero de 1940, refiriéndose a ella como "funcionario de extraordinaria preparación. No descuida el menor detalle del servicio; resuelve con claro criterio los problemas que se le presentan. Toma iniciativas propias, en circunstancias inesperadas, para la mejor marcha de su consulado, el cual está en excelente pie". Y agregó: "He tenido en este cónsul un leal y eficiente colaborador, por lo cual lamento profundamente su partida". En el mismo 1940 fue nombrada cónsul de Chile en Niteroi.

Ya en 1941 lo fue en Petrópolis. Desde ahí, escribió, muy conmovida, el 29 de noviembre al señor ministro, ante partida del Presidente Pedro Aguirre Cerda: "Nosotros hemos conocido bajo la administración del Excmo. Señor Aguirre su acendrado sentimiento americano, que se tradujo en las más numerosas y variadas realizaciones en bien de la unidad de nuestros pueblos". Fluía en Gabriela Mistral su pionero internacionalismo latinoamericano. Culminaba su texto, titulado "SOBRE EL AMERICANISMO DEL PRESIDENTE AGUIRRE CERDA", expresando: "La desgracia nacional se ha vuelto un duelo americano y ha abarcado desde el mundo oficial hasta la niñez de las escuelas", reflejando, sin duda, su devoción inmanente como maestra.

Posteriormente, tuvo nombramientos en Los Ángeles, en 1945; y en Santa Bárbara, en 1947. En 1949 volvería a México, ahora como cónsul en comisión en Veracruz y Jalapa. En esos tiempos, su movilidad diplomática, ya siendo Premio Nobel de Literatura, se agudizó, siendo nombrada en 1950 cónsul de Chile en Nápoles, y en Veracruz ese mismo año. En 1951, en Rapallo; en 1952, en el estado de Florida; y en 1953, en Nueva York. Además, entre 1953 y 1955 participa en Naciones Unidas como delegada de Chile en la Comisión Jurídica y Social de la Mujer; y de ahí son las cuatro entidades que darían origen a ONU Mujeres, solo el 2011.

También ha sido menos explorada su muy decidida y marcada posición intelectual y política sobre diversas problemáticas de la región latinoamericana y caribeña, y sobre, lo que hoy ya denominamos, su inserción internacional, siendo anticipatorio su claro internacionalismo. Asimismo, sus vínculos personales y/o sus puntos de vista solidarios en relación a diversos emancipadores emprendimientos en países de América Latina y el Caribe, junto al apoyo a sus gestores y líderes, son menos conocidos a través de sus escritos, sin duda literarios/políticos. En este contexto específico, la memoria histórica es cardinal, más aún, siendo indesmentible.

En mayo de 1931 se conoce su manuscrito "Cacería de Sandino" (referido al revolucionario líder de Nicaragua Augusto César Sandino), dirigido -obviamente- en contra de la actividad yankee, amenazadora y despectiva. Escribió Gabriela Mistral: "Mister Hoover ha declarado a Sandino 'fuera de la ley'. Ignorando eso que llaman derecho internacional, se entiende, sin embargo, que los Estados Unidos hablan del territorio nicaragüense como del propio, porque no se comprende la declaración como lanzada sobre uno de sus ciudadanos: 'Fuera de la ley norteamericana'". Y agregaba: "La frase cocedora de Mr. Hoover suena a ese 'Halali' de las grandes cacerías, cuando sobre la presa que ha asomado el bulto en un claro del bosque el cuerno llamador arroja a la jauría". Su manuscrito era muy anticipatorio, claro y explícito.

Enseguida, afilaba su escritura, sin rodeos: "Lástima grande que la cabeza enlodada del herrero que la prensa yanqui llama de 'bandido' sea, por rara ocurrencia, una cabeza a la cual sigue anhelante el continente donde vive toda su raza y una pieza que desde Europa llaman de héroe nato y de criatura providencial los que saben nombrar bien".

Gabriela Mistral conoció esa afirmación del general Augusto Sandino: "Mi espada defenderá el decoro nacional y dará redención a los oprimidos". Desde 1926, se interesó en su posición antiintervención norteamericana. Lo contactó a través del hondureño Froylan Turcios. Pero, ya escribía de causa nicaragüense, en marzo 1928: "Sandino: contestación a una encuesta" y "Sandino y la pobre Ceiba". Sandino la nombró benefactora de su ejército; el cual había sido "bautizado" por la poetisa como "El Pequeño Ejército Loco de Voluntad de Sacrificio".

En el caso de Nicaragua, el vínculo de la poetisa venía de anteriores años, ya que, en 1912, le había escrito -audazmente- a Rubén Darío, solicitándole que él impulsara publicación de sus primeros textos en la Revista Elegancias, editada en París, al ser su director literario. Y sí, en 1913, fueron publicados su poema "El Ángel Guardián" y su cuento "La defensa de la belleza". Además, varias escuelas llevan el nombre de "Gabriela Mistral", en el país centroamericano.

Fundamental es el texto íntegro del crucial discurso que Gabriela Mistral pronunció el 19 de marzo de 1946, de regreso de recepción del Premio Nobel de Literatura en Suecia, en sesión extraordinaria del Consejo Directivo de la Unión Panamericana, en Washington, titulado "La Faena de Nuestra América". Ahí hizo un llamado especial dirigido a los Estados Unidos de Norteamérica para instaurar un "entendimiento generoso" entre ambos pueblos americanos, considerando a América del Sur, como entidad. Además, afirmó que "debemos unificar esos países nuestros dentro de un ritmo acordado un poco pitagórico, gracias al cual aquellas veinte esferas se muevan sin choque, con libertad y, además, con belleza. Nos trabaja una ambición confusa todavía, pero que viene rodando por el torrente de nuestra sangre desde los arquetipos platónicos hasta el rostro calenturiento y padecido de Bolívar, cuyo delirio queremos volver realidad". Y agregó: "Veamos por qué el vecino sea en este continente un semejante (...) hombres nuestros, encomenderos de nuestra suerte, queremos defender la libertad (...) porque si nuestra civilización futura no tuviese el sabor de nuestra sangre"; y se interrogaba: "¿Cómo ella podría parecernos industria propia, hazaña nuestra".

Ahora, solo sintetizo a Gabriela Mistral sobre José Martí, el llamado "apóstol cubano". Del 12 al 16 de julio de 1922 estuvo en La Habana, de paso hacia México: "Toda la desvinculación, la quebradura de esta América Latina en retazos de patrias recelosas o indiferentes las unas de las otras, no tienen más razón que la falta de conocimiento".

"Los países que besa con su lamedura de sal y de ardor el mar Caribe se aman, porque como los amantes que se hallan próximos, están mirándose a los ojos: México, Cuba, Santo Domingo, son hermanos de verdad, no de retórica". Y agregó: "Las patrias australes apenas conocen a estos países por el cristal del canto de sus poetas o por cosas menos felices: las noticias cablegráficas reducidas y grotescas (...) la América una debe hacerse: escuelas, sociedades obreras, la prensa".

Gabriela Mistral tenía solo 33 años y, en José Martí -reconocía al autor americano más ostensible en su obra-, "me había sido anticipada Cuba, como en el viento marino se anticipan los aromas de la tierra todavía lejana". Antes, en 1920, escribió: "Pero a José Martí lo venero, le tengo una admiración penetrada de ternura, y cuando lo nombro es algo más que cuatro sílabas lo que digo". Y, en mismo año: "He hallado (...) en Martí como en ninguno la "palabra viva".

Como maestra y poetisa, Gabriela Mistral fue una intelectual siempre inserta e interesada en los diversos conflictos de nuestra región, siendo una aguda y atenta lectora y observadora de nuestras costumbres, personajes y tiempos, lo que fue configurando su imaginario propio, en valores tradicionales que, defendió con clamor, dignidad y firmeza. Sí, ¡es inspiradora poetisa universal y diplomática pionera para el internacionalismo latinoamericano... aun en el 2025!

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