¿Cuánto conocen los chilenos y chilenas de nuestro hermano y vecino país limítrofe nortino? Ya en el inicio de la tercera década de este siglo XXI, ¿hay algún canal peruano de TV, sea por señal abierta, de cable o satelital, que, podamos ver, cotidianamente, para informarnos? No.
Unos pocos académicos conocen un poco más, o más o menos igual que unas centenas de jóvenes turistas aventureros y mochileros, atraídos por Machu Picchu, y la cultura y diversidad regional del Perú. Y podríamos sumar algunos enviados especiales de prensa, ante desastres naturales, eventos electorales u otros imprevistos episódicos, atractivos noticiosamente.
Por otra parte, unos dirigentes políticos y parlamentarios, por alguna mera razón coyuntural, y una quincena de grandes empresarios, guiados solo por afán de lucro de sus inversiones y negocios, conocen Lima y Callao, y algo más, y todos han disfrutado de la gastronomía local. Podrían agregarse algunas confrontaciones deportivas, signadas por chovinismos e insultos.
Y por esas 'cicatrices de la historia', las provincias fronterizas de Arica y de Tacna desarrollan intercambios cotidianos de bienes, ciudadanos, mercancías, servicios y transportes diversos.
¿Cuántos chilenos y chilenas conocen el "Perú profundo", al que aludió en 1947 el notable educador, estudioso literato, historiador, historiógrafo, investigador, ministro de Educación, político y director de la Biblioteca Nacional de la República del Perú, Jorge Alfredo Basadre Grohmann. En su "Colofón sobre el país profundo", un anexo a la edición de su ensayo "La multitud, la ciudad y el campo", Basadre Grohmann, muy transparente, dio a conocer que expresión la tomó del escritor católico francés Charles Péguy, adaptada al dualismo peruano.
Y agreguemos otra singularidad de vida del ilustre Basadre Grohmann, no muy conocida, ya que nació en el entonces territorio chileno de Tacna (de 1894 a 1929, como ya es historia), el 12 de febrero de 1903, y falleció en la capital del Perú, Lima, el 29 de junio de 1980.
En lo personal, tuve la privilegiada posibilidad de elaborar una tesis de grado sobre el Perú, para obtener el Diploma de Especialización en Relaciones Internacionales, del Instituto de Ciencia Política de la Pontificia Universidad Católica de Chile, calificada con la nota máxima, bajo el título de "El Régimen Militar: Segunda Fase. ¿De Una Revolución a Una Constitución?".
Sin duda, fue puerta de entrada para ir accediendo al "Perú profundo" de Jorge Basadre, la cual me abrió, desde esos mismos años, a la amistad y unos intercambios entrañables con un compañero peruano en el Institut de Hautes Études Internationales (HEI) en el Programa de Doctorado, en Ginebra, Suiza. Con Luis Miguel Ruiz Ríos, junto con haber coincidido como dos becarios en Londres, Belgrado y La Haya, y comunicados continuadamente hasta hoy, mantenemos un vínculo con otros ciudadanos hermanos peruanos, tanto en Chile como en el exterior.
Por cierto, otra vertiente de información actualizada y seguimiento de ese "Perú profundo", así como también del Perú oficial, lo ha sido a través del desarrollo de contactos confiables con destacados diplomáticos peruanos, ya fuere en lo bilateral como en las Naciones Unidas, y en mis propias destinaciones diplomáticas en Francia, Reino de los Países Bajos y Bruselas.
En consecuencia, una mirada sobre la realidad socio-económica y el sistema político del Perú de los últimos 40 años -más allá de meros enfoques periodísticos, limitados a lo noticioso, lo sui géneris y lo truculento -, sin consideración de ese "Perú profundo" es algo inexcusable en académicos y analistas dedicados y/o interesados, limitados a los resultados electorales que, por cierto, les pudieren resultar, dialécticamente ahora, sorprendentes.
Y no debiera esquivarse un cínico, silencioso, subyacente y sutil anti peruanismo en muchos ámbitos y sectores de la sociedad chilena, incluso, con dejos de desprecio y de superioridad.
Lo anterior se reflejó, muy claramente, y podría considerarse con un gran logro histórico de la reconocida diplomacia profesional, llamada "Torre Tagle", por el nombre del Palacio sede de su Ministerio de Relaciones Exteriores, cuando se dio a conocer el lunes 27 de marzo de 2014 el Fallo (Arrêt) de la Corte Internacional de Justicia (CIJ) sobre la justa demanda peruana del 16 de enero de 2008, registrada como "Différend Maritime (Pérou c. Chili)".
Gran sorpresa para esos mismos compatriotas, arrogantes y con dejos de superioridad. En pleno verano, y ad portas del mes más intenso vacacional, la dirigencia gubernamental y política de Chile escabulló, silenció y jamás clarificó ante nuestro pueblo que se trató de una grave derrota diplomática para nuestros intereses nacionales. Pero sí nuestras Fuerzas Armadas la evaluaron, y debieron internalizarla, en constitucional silencio. La pérdida de territorio es de lo más sensible en la "mentalidad distintiva" (J. J. Linz, 1970, p. 255) militar.
Por cierto, la continuada y posterior inestabilidad política en el Perú, la desaparición de su sistema de partidos políticos tradicionales, los agudizados casos de corrupción de sus más altas autoridades estatales y gubernamentales, y el inicio de un deterioro y estancamiento lento de la marcha de su economía nacional, con particular énfasis en el último quinquenio, sirvió para que esa derrota territorial chilena de proyecciones 'se enterrara', aunque subyace ese simbólico "triángulo terrestre" (37.610 km²) aun en disputa bilateral.
El actual retroceso del Perú, más la pésima gestión de la pandemia de la Covid-19, ha vuelto a poner en primer plano una dramática, extendida y vital pobreza estructural en muchos territorios, de sus reconocidas grandes regiones, y en todos esos llamados 'pueblos jóvenes' urbanos, alcanzando niveles indignos, inhumanos e insoportables en el trienio 2019-2021.
Es inmerso en todo este contexto histórico, acumulativo en sus deterioros y agudizado en sus padecimientos que el abnegado y sufrido pueblo peruano "profundo" debió enfrentar la última elección presidencial y marchó, por cualquier medio, a expresarse políticamente con mascarillas, y lo hará nuevamente, en una segunda vuelta el domingo 6 de junio de 2021.
Dos condiciones relevantes de la Ciencia Política, en particular en sociedades ya agotadas de dirigencias tradicionales, para un auténtico Liderazgo, son la Oportunidad y la Personalidad.
En el Perú, el ganador de la primera vuelta presidencial fue el auténtico y sencillo profesor Pedro Castillo Terrones, presente en la escena política nacional peruana desde 2017. Según Martina Portocarrero Ramos, vocera del Partido PERÚ LIBRE, representa al cholo peruano.
Se trata de un dirigente sindical del magisterio, nacido en 1969, en el poblado de Puña del distrito de Tacabamba en la provincia de Chota, en la región andina de Catamarca. Además, bachiller en Educación y magister en Sicología Educativa. Obtuvo el primer lugar: 18,989%, compitiendo con 17 candidatos y candidatas. Lo siguió Keiko Fujimori con 13,388%. Sin duda, es un auténtico representante del "Perú profundo" de Basadre, ahora en el 2021.
Su victoria en segunda vuelta sería resultado de una rebelión popular y social de ese Perú, con un gran significado político para el Cono Sur de Sudamérica. Su partido PERÚ LIBRE, con su ideario y programa, publicado en Huancayo, en febrero de 2020. Son 77 páginas que presentó su secretario general nacional, el Dr. Vladimir Cerrón Rojas, y que serían la guía para la acción y, puesto a prueba, para conocerse en todas las regiones y todos los rincones rurales del Perú.
El Dr. Cerrón Rojas, formado en Camagüey, Cuba, entre 1991 y 1997, se graduó de médico en 1997 y de especialista en Neurocirugía en 2002. En 2009 obtuvo su magíster en Neurociencias, y en 2010 su doctorado en Medicina, en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Fue gobernador de la Región de Junín de 2011 a 2014. Y del 1 de enero al 20 de agosto de 2019, siendo nuevamente gobernador regional, fue suspendido de su cargo.
Seguramente, estos dos nuevos liderazgos peruanos son desconocidos para la gran mayoría de chilenos y chilenas, a pesar de ser de uno de nuestros tres países vecinos limítrofes.
El camino para un cambio de modelo de desarrollo, "contestatario al neoliberalismo", desde el "Perú profundo" es con una "Economía Popular con Mercados" y "Nuevo Rol Económico del Estado"; reconociendo al "Perú como un Estado Plurinacional" y, sin duda, una "Nueva Constitución Política de la República" elaborada por una Asamblea Constituyente, y muy alejada de la fujimorista de 1993, impuesta tras un golpe de estado, y más cercana a aquel Manifiesto y Bases Ideológicas de la Revolución Nacional Peruana, liderada por el general de División (EP) Juan Velasco Alvarado, Presidente de la República, y dados a conocer en Lima el 2 de octubre de 1968 y el 25 de febrero de 1975, pero sí con todas las actualizaciones y adaptaciones a las demandas, desafíos, exigencias, problemáticas, realidades y temáticas del siglo XXI en el Perú y en lo internacional, latinoamericano, sudamericano y vecinal limítrofe.
Ciertamente, el profesor Castillo Terrones conoce muy bien lo que anticipara José Carlos Mariátegui en sus 7 Ensayos de Interpretación de la Realidad Peruana, ya en 1972 (p. 203): "En un mapa del Perú, mejor que en cualquier confusa o abstracta teoría, se encuentra así explicado el regionalismo peruano". Allí, Catamarca es fronteriza, al norte con el Ecuador; Junín es limítrofe, al poniente sur con Lima y Callao, y, Tacna es fronteriza, al sur con Chile.
El profesor de Escuela Primaria Pedro Castillo Terrones, para culminar su larga cabalgata de primera vuelta, y poder llegar hasta la Casa de Pizarro, en Lima, debiera partir de lo escolar básico, con su lápiz de campaña, y sumar con pedagogía convocante, inteligente y unitaria, pero, será en la acción política en que uno más uno, no son dos, sino que son once, y eso se debiera traducir en un buen, claro, impresionante y no objetable resultado electoral posible.
Sería un triunfo de la unidad en la diversidad en Nuestra América, colaborando a la vez con su Política Exterior, a la autodeterminación del Perú, al no injerencismo del "Grupo de Lima", a su independencia nacional, a su soberanía económica popular y a la nacionalización de sus recursos y riquezas naturales, y, ulteriormente, a una América Latina y el Caribe como una Zona de Paz, integrada y colaborativa, y a un mundo multipolar, en la arena internacional.
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