Ido Avigal, un niño de 5 años, tenía muchos sueños, pero murió por un misil lanzado por Hamás en mayo pasado. Eli Kay, un joven inmigrante de Sudáfrica, deseaba vivir, pero un militante de Hamás le disparó cuando se dirigía al Muro Occidental. Khalil Awad y su hija Nadin, ambos árabes-israelíes, tenían una vida por delante, pero un misil de Hamás -lanzado desde Gaza- impactó directamente en su casa. Los adolescentes israelíes Eyal, Gilad y Naftali ciertamente deseaban vivir, pero fueron secuestrados y asesinados por agentes de Hamás en Cisjordania.
Somos muchos los que creemos en la paz. Creemos que incluso en medio de las encarnizadas animosidades en Medio Oriente, el conflicto puede y debe resolverse de forma pacífica. Nuestros valores compartidos implican que debemos cumplir con la responsabilidad de construir una vida mejor para nuestros hijos e hijas, y un futuro mejor para todos nosotros. Sin embargo, hay algunos grupos extremistas que no comparten esta mirada.
Hamás es una organización terrorista islamista radical, el equivalente palestino del ISIS. Aspira a tomar el control e imponer la ley de la sharia, la ley islámica, en todas las zonas de la Autoridad Palestina, y más allá. Hamás se opone firmemente a la paz y a la coexistencia, y su objetivo declarado es la destrucción del Estado de Israel. En lugar de velar por el bienestar de los ciudadanos de Gaza, Hamás utiliza sus recursos para incrementar su capacidad militar, beneficiar a sus propios miembros y perseguir su objetivo de borrar del mapa al Estado judío.
Hamás tomó el control de la Franja de Gaza en 2007 de forma despiadada, mediante un golpe de estado violento y sangriento, arrojando a los oponentes políticos palestinos desde las alturas y ejecutando públicamente a otros, con el fin de consolidar su propio poder. En los 14 años transcurridos desde entonces, a los palestinos de Gaza se les han arrebatado prácticamente todos sus derechos democráticos y humanos. Las protestas contra la economía fallida y la escasez de electricidad que Hamás ha provocado son respondidas con palizas, arrestos arbitrarios y torturas.
Cabe destacar que la carta fundacional de Hamás es abiertamente antisemita y antioccidental, y deja en claro que el objetivo principal de Hamás es "borrar" a Israel "a través de la Yihad" y ampliar su ley islámica "desde el río hasta el mar". A fin de conseguir este fin, Hamás ha lanzado más de 27.000 misiles y bombas de mortero contra civiles israelíes, desde 2001; incluidos más de 4.300, solamente en el mes de mayo de 2021. Hamás no sólo ataca deliberadamente a los civiles israelíes, sino que también lanza sus misiles desde zonas residenciales de Gaza, lo que constituye un doble crimen de guerra.
El daño que Hamás le inflige a su propia gente se extiende incluso más allá de las fronteras de Gaza. Según informes periodísticos, las armas almacenadas en el sótano de una mezquita controlada por Hamás en el sur del Líbano explotaron en un incendio hace unos días, matando e hiriendo a numerosas personas.
Israelíes y palestinos merecen vivir en paz. Hamás, sin embargo, se posiciona firmemente contra los valores de la paz y la democracia, y continúa empecinado en la destrucción de vidas y el futuro de ambas partes. Treinta y cuatro años después de su establecimiento, y luego de 14 años desde su violenta toma de control de Gaza, Hamás aún representa uno de los obstáculos más importantes para lograr la paz y la seguridad regional.
Todo aquel que aspire a la paz debe comprender y reconocer que Hamás es una tragedia. Es una organización terrorista extremista que plantea una amenaza a la Autoridad Palestina, un peligro para cualquier perspectiva de paz y que busca borrar a Israel. Estos hechos están siendo reconocidos ahora por más de una decena de estados democráticos, entre ellos Gran Bretaña y Australia, que recientemente han designado a Hamás como una organización terrorista.
Y mientras el mundo democrático reconoce el riesgo que representa el extremismo islámico, del otro lado persisten los foros que promueven la violencia y el fundamentalismo. Hace poco se realizó en Turquía la cuarta versión de la conferencia de la Liga de Parlamentarios por Al Quds-Jerusalén, la cual tuvo como eje central respaldar el accionar del grupo terrorista Hamás. Entre los invitados de honor, Ismail Haniye, el líder de Hamás para la Franja de Gaza, y entre los asistentes a este encuentro, un diputado chileno. Pero este parlamentario no es el único que ha cruzado la línea roja, ya que el propio presidente de la Comunidad Palestina de Chile respaldó a Hamás hace algunos meses, cuando los cielos de Israel se cubrían de cohetes y misiles lanzados desde Gaza.
Es cierto que la realidad de Medio Oriente es compleja y a veces difícil de entender en latitudes lejanas, pero a estas alturas resulta incomprensible o derechamente reprobable confundir una aspiración palestina de un Estado, con las iniciativas totalitarias y antidemocráticas que buscan diseminar el odio, la violencia y el terrorismo. Por eso, hoy más que nunca, se requiere tomar partido por la cara amable de Medio Oriente, la de la paz y la democracia.
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