Prácticamente a seis meses de haber llegado a la Casa Blanca, Donald Trump ha logrado desmarcarse con “gran éxito” del estilo político y logros de su predecesor, Barack Obama. Y uno de los aspectos que más se ha deteriorado en este tiempo ha sido la relación con sus aliados europeos.
Así quedó demostrado, por ejemplo, durante la última visita de la Canciller Angela Merkel a Washington o el polémico paso de Trump por Europa —en el marco de su primera gira internacional—, cuando aprovechó de criticar a los países integrantes de la OTAN y ratificó su decisión de que Estados Unidos permanezca fuera del Pacto Medioambiental de París.
Ahora Trump tendrá que volver al Viejo Continente, en el marco de la próxima cumbre de jefes de Estado y de Gobierno del G-20 — que reúne a las economías más poderosas del mundo —, el próximo 7 y 8 de julio en Hamburgo, Alemania.
En ese contexto, los principales líderes de la Unión Europea (UE), a instancias de Merkel, concretaron una inusual reunión preparatoria en Berlín, en la cual fijaron su posición ante el actual gobierno estadounidense: defenderán el Pacto de París y su política de libre comercio. Dos temas que, sin duda, los pondrán en ruta de colisión con Washington.
Merkel ya había dicho que la UE debía considerar tomar definitivamente su futuro en sus propias manos, en alusión al creciente aislacionismo que defiende Trump, desde que asumió la presidencia en enero pasado. Y en esa línea, la Canciller fue categórica: “El que crea que los problemas de este mundo se pueden resolver con el aislamiento y el proteccionismo, comete un grave error”.
A pesar de ello, a Merkel no le interesa convertirse en la némesis de Trump y ha dejado siempre la puerta abierta para mejorar la comunicación entre EE.UU. y la UE, sobre todo en ámbitos como la seguridad y el combate al terrorismo. De hecho, el Presidente de Francia, Emmanuel Macron, afirmó que “aislar a un país no conduce a nada” y para refrendar sus palabras, tiene invitado a Trump a París para la celebración del 14 de julio.
Aún es un misterio si en la cumbre del G-20 Trump aprovechará de reafirmar sus dichos anteriores o, por el contrario, intentará limar asperezas con los líderes que asistan.
Sin embargo, sus diferencias con el bloque europeo no es lo único que debiera preocupar a Trump durante su viaje a Hamburgo, porque ya está confirmado que el mandatario estadounidense aprovechará la cumbre para reunirse por primera vez con el Presidente Vladimir Putin. Un encuentro que, sin duda, generará gran expectación política y mediática.
No hay que olvidar que la llamada “trama rusa” —los supuestos vínculos de la campaña de Trump con Rusia y el hackeo de la elección presidencial para perjudicar a Hillary Clinton— sigue candente en Estados Unidos, con una investigación abierta que podría acabar afectando gravemente a Trump y su principal círculo de colaboradores.
De modo que lo que hable Trump con Putin en Hamburgo, así como lo que no hablen, será trascendental para el futuro de este asunto que día a día complica más a la Casa Blanca. Y que muchos creen que podría llegar, incluso, a un juicio político.
Mientras tanto, seguramente los principales asesores del actual Presidente de Estados Unidos deben estar trabajando contrarreloj para llegar lo mejor preparados que se pueda a una cita cumbre que promete ser tensa.
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