Este 15 de mayo el pueblo palestino, incluida su diáspora, conmemoró la pérdida de nuestra tierra y la fragmentación de nuestro pueblo, en lo que es conocido como La Nakba, "La Catástrofe", y se recuerda con un sabor especialmente amargo tras el asesinato de la periodista Shireen Abu Akleh, quien perdió la vida cuando cubría una incursión del Ejército israelí en el campo de refugiados de Jenín, en el territorio ocupado de Cisjordania.
La imagen de sus últimos momentos con vida ha dado la vuelta al mundo. Un disparo israelí impacta en su cabeza y la deja inerte en el suelo, vistiendo su chaleco antibalas con letras blancas que la identifica como miembro de la prensa internacional. En el fondo se escuchan los llamados de auxilio de sus compañeros de la cadena Al Jazeera, que están en el lugar.
La verdad muere con ella. Se silencia esa voz profunda y valiente, que daba cuenta de los crímenes israelíes de destrucción masiva contra los palestinos a través de sus violentas incursiones en Territorio Palestino Ocupado, así como los crímenes de colonización, apartheid y persecución, y que este miércoles se apagó en un intento de revelar los horrores que viven los miles de refugiados palestinos en Jenín.
Con Shereen Abu Akleh ya son más de 47 periodistas palestinos asesinados en Palestina desde el año 2000, según los sindicatos de prensa locales.
En el derecho internacional humanitario, este asesinato es calificado como un crimen de guerra y confirma el carácter criminal de las fuerzas de ocupación israelíes, que detentan un extenso prontuario en impunidad. Pese a la presión de Estados Unidos, la UE y otros países, incluido Chile, la potencia ocupante de Israel nuevamente evade su responsabilidad y solo se limitó a informar que "no es posible determinar el origen del disparo".
El deceso de una de las periodistas más queridas y cercanas de Palestina impactó al mundo y en particular a la Comunidad Palestina de Chile, que reúne la mayor población de origen palestino fuera del mundo árabe. Parte de su familia está en nuestro país. Familiares que lloran su partida y esperan que se haga justicia.
Y es que a 74 años de ser expulsados de nuestra tierra, nuestro pueblo espera justicia. Justicia por el asesinato de Shirren Abu Akleh. Justicia para los millones de palestinos que son tratados como ciudadanos de segunda clase tanto en Israel como en el Territorio Palestino Ocupado. Justicia para los que son perseguidos por su origen palestino. Justicia para los chilenos de origen palestino que son deportados.
Chile tiene la oportunidad de ser un referente internacional, de liderar las nuevas iniciativas en los comités de Derechos Humanos que lleven a una paz con justicia, detener la comercialización de productos que provengan de colonias en territorios ocupados y exigir el mismo trato entre israelíes y chilenos, independiente de su origen.
Asesinatos como el de Shireen Abu Akleh no pueden quedar impunes. Como sociedad civil debemos reaccionar y actuar, levantar la voz para que se respeten los derechos básicos y de libertad de información, autodeterminación y capacidad de autogobernarse del pueblo palestino. No podemos dejar que el asesinato selectivo mate la verdad.
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