Irán, nación musulmana de tradición secular bajo la forma política de una república islámica, muestra actualmente controversias culturales por el uso del velo islámico para las mujeres iraníes. La revolución cultural en Irán no es un hecho nuevo, sino que es una tendencia histórica de larga data.
Ya el 8 de marzo de 1980, aproximadamente un año después de la victoria de la revolución, las mujeres iraníes protestaron por primera vez contra el régimen teocrático recién instalado. Estas manifestaciones fueron el primer acto agitador y la primera protesta contra el nuevo gobierno.
Esto es revelador por cuanto las mujeres desempeñaron un papel crucial en el derrocamiento del “Shah”, sin embargo, después de la revolución se empezaron a manifestar con un significado políticamente diferente.
Este hecho se ha expandido en la actualidad en la sociedad iraní, lo que ha hecho que el mismo gobierno de Rouhani haya evaluado la posibilidad de derogar el uso obligatorio del hijab.
En un medio iraní del 25 de enero de 2019, el Presidente Hassan Rouhani señaló: “respecto al hijab, el Corán se dirige primero a los hombres, prohibiéndoles mirar a las mujeres de manera lujuriosa; pero, tristemente, vamos tras mujeres y niñas, y las arrestamos por su hijab [impropio] ". Esta declaración como otras le trajo críticas de ayatolas más conservadores.
El sistema de la revolución islámica de 1979 introdujo restricciones a los derechos de las mujeres, pero dichas desventajas no se expresaron en exclusiones. Es decir, la discriminación masiva no ha llegado a la exclusión de las mujeres de la sociedad.
Junto con ello, el movimiento de resistencia de las mujeres iraníes aboga por la igualdad con los argumentos islámicos. Por lo tanto, todo depende de cómo se interprete el Corán. Esto ha llevado a concluir que el movimiento de mujeres iraníes es un movimiento que busca recuperar y fortalecer la identidad de la tradición iraní desde su historia secular y su lealtad y consecuencia con el islam chiita.
El movimiento de mujeres de Irán no es un feminismo antirreligioso, sino que heredero de la lucha por los derechos de las mujeres religiosas y seculares.
Tal movimiento se remonta a 1992, año en que Shahla Sherkat, psicóloga, fundó la revista Zanan, Mujeres, la que fue prohibida en el 2008.
Shahla Sherkat y Mehrangiz Kar, reconocida abogada, comenzaron juntas una lucha, expresada en una campaña denominada “Un millón de votos” que apunta a mejoras legales muy concretas.
Otra abogada, Shirin Ebadi, también se ha convertido en un ícono de este movimiento, logrando que el movimiento tenga como fin un doble cambio: el derecho y la conciencia.
El movimiento de las mujeres iraníes ciertamente ha logrado crear mayor conciencia social y política a tal punto que el Presidente Rouhani ya lo ha manifestado públicamente, pero lo que deja claro es que no lucha contra el Islam, sino que por la reinterpretación del Corán y contra la sociedad patriarcal que se impuso con la república islámica desde 1979.
Por último, la obsesiva campaña de Donald Trump contra Irán sólo trae consigo socavar el desarrollo de las activistas de los derechos de las mujeres que tanto se han esforzado por reconstruir su movimiento.
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