Reconocimiento oficial al Estado de Palestina, ¿un momento único?

Durante 2014 se han vivido diversos hechos, los cuales han generado que, como ya es habitual, el conflicto palestino-israelí se mantenga en la primera plana de los medios y, lo más importante, de los debates políticos y académicos.

Al respecto, se pueden mencionar, entre otros hitos del presente año, la última ofensiva militar de Israel (como siempre, abusiva, descontrolada y con muchas muertes), la reciente e inédita reunión del Gobierno de Unidad Palestino en Gaza y dos propuestas, formuladas en países europeos, que buscan el reconocimiento de Palestina como un Estado.

En relación a esto último, se trata de las declaraciones del primer ministro de Suecia, Stefan Löfven, quien dijo que el nuevo gobierno sueco intentará reconocer a Palestina a través de un proyecto que no necesitaría la aprobación del Parlamento, pero sí el aval del Consejo de Ministros.Junto a eso, se suma la reciente votación (simbólica, pues no es vinculante) por parte de la Cámara de los Comunes del Reino Unido, la cual votó a favor de reconocer a Palestina por 274 votos contra 12 (en total, 650 miembros).

Y aunque se trate de dos iniciativas que, por ahora, no han llevado a algún reconocimiento oficial, ya es una presión para Europa Occidental, región que, hasta hoy, está en deuda con Palestina.Claro, pues apenas 15 países europeos reconocen a Palestina y ninguno de ellos es una potencia y, la mayoría, se encuentra en Europa Oriental.

Al respecto, cabe destacar ciertos datos estadísticos. Según informaciones oficiales ( confiables y verificables), 134 países reconocen a Palestina, es decir, el 69,43% de los miembros de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Con excepciones, África, Sudamérica, Centroamérica, el Caribe y Asia, además de Europa Oriental, se han convertido en grandes avales de la propuesta palestina, o sea, saldar una histórica deuda y darle a Palestina la categoría de un estado como todos los demás.

Cuando se analizan diversos conflictos territoriales (todavía abiertos o activos), cuesta encontrar uno que tenga un apoyo tan masivo como en el caso de Palestina. Es así que las potencias, especialmente las occidentales y otras como Australia, se tienen que dar cuenta que es momento de negociar por la paz en Palestina y, por qué no, en Medio Oriente.

En medio del caos actual, la pavimentación de un camino que vaya en dirección al reconocimiento oficial de Palestina –al mismo nivel que el de Israel- no sólo será un bálsamo para la conflictiva zona en cuestión, sino que además planteará derechos y obligaciones por ambas partes.

Así como Israel (y sus aliados, entre ellos Europa Occidental y Estados Unidos) deberá asumir y respetar la creación del Estado palestino, Palestina (y los más fuertes detractores de Israel) tendrán que demostrar, con actos concretos, que el reconocimiento a la existencia de Israel tiene que ser una realidad cotidiana y, al respecto, será esencial que las posturas radicales sean desterradas.  Junto a eso, también surgirá la misión de comenzar a resolver las diversas variables del conflicto actual, que van más allá de Palestina e Israel y de luchas fronterizas, entre ellas el avance del Estado Islámico, la situación de los kurdos y la guerra en Siria.

Es así que, tal cual como ocurrió en la década de 1990, quizás estemos frente a un momento histórico, en el cual Europa pueda producir un vuelco y reparar una injusticia que se ha mantenido durante décadas.

Las muertes de inocentes no pueden seguir siendo el precio de no querer reconocer a un país que cumple con todos los requisitos para ser un Estado con pleno derecho y, en tal condición, tener las mismas capacidades de los demás. Esto último, además, permitirá que la solución del conflicto palestino-israelí se pueda retomar entre partes iguales. Algo esencial a la hora de resolver problemas.

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