En julio de 2023, el ministro de Defensa de Bolivia, Edmundo Novillo, viajó a Teherán y firmó con su homólogo iraní, Mohamed Reza Qarai, un acuerdo de cooperación llamado "Memorándum de Entendimiento para ampliar la cooperación bilateral en el campo de Seguridad y Defensa". Este convenio, según lo señalado por ambas partes, buscaría proporcionar a Bolivia equipos para la lucha contra el narcotráfico y preservar la seguridad fronteriza. Además, La Paz estaría interesada en la adquisición de drones y en la reparación de sus aviones militares.
Este acuerdo es el resultado de una cooperación que se remonta hacia el 2007, cuando ambos países iniciaron relaciones diplomáticas. Estos vínculos fuertemente promovidos por los respectivos presidentes de Bolivia, Evo Morales, y de Irán, Mahmud Ahmadineyad, se dieron en un contexto de acercamiento de Teherán a los países de la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA), de la que Bolivia forma parte y de la que Irán es un observador.
De este modo, en el periodo de 2007 a 2013 se realizaron tres visitas de Ahmadineyad a Bolivia, y tres visitas de Morales a Irán. En estos respectivos encuentros presidenciales se firmaron acuerdos y memorándums que abarcaron áreas tan diversas como energía, agricultura, minería, ciencia y tecnología. Luego de una interrupción de un año en los vínculos bilaterales, durante el gobierno de Jeanine Áñez, el presidente Arce restableció las relaciones con Teherán, tras su asunción en noviembre de 2020.
Últimamente, en el contexto de las masivas protestas realizadas en Teherán por la muerte de la joven iraní de origen kurdo Mahsa Amini, ocurrida en septiembre de 2022 a manos de la policía de la moral iraní, Bolivia respaldó al gobierno iraní. La embajadora boliviana en Teherán, Romina Pérez, condenó las manifestaciones, acusando a "los sionistas británicos y estadounidenses" de las mismas, dando un fuerte respaldo al gobierno iraní.
El reciente acuerdo entre La Paz y Teherán, firmado en julio de 2023, ha sido fuertemente criticado por la oposición boliviana, y por sectores gubernamentales y no gubernamentales de Argentina y Chile. Legisladores de la oposición boliviana han pedido al gobierno que dé a conocer cuáles son los puntos principales del memorándum bilateral. El diputado Gustavo Aliaga, secretario del Comité de Defensa y Fuerzas Armadas de la Cámara de Diputados, instó al ministro de Defensa a explicar el acuerdo y señalar por qué se ha firmado con Irán, "un país complicado en el escenario internacional".
Desde Argentina, la cancillería remitió una nota al embajador boliviano en Buenos Aires con el objetivo de pedirle información sobre este acuerdo. En tanto, la Delegación de Asociaciones Israelitas Argentinas (DAIA), que representa a la comunidad judía local, pidió al gobierno argentino rechazar este convenio por amenazar la seguridad de Argentina y de la región. Este país enfrentó en 1994 el atentado terrorista más importante de la región, con el ataque a la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), que dejó 85 muertos y que, según las investigaciones judiciales, fue autoría de las más altas autoridades iraníes de la época y del movimiento proiraní Hezbolá.
Este memorándum también genera preocupación en Chile, que mantiene un legendario conflicto con Bolivia debido a la exigencia de La Paz de una salida al mar, que perdió durante la Guerra del Pacífico. Anteriormente, en 2011, el entonces ministro de Defensa iraní, Ahmad Vahidi, ofreció ayuda militar a Bolivia, lo que motivó la preocupación de Santiago por su diferendo con La Paz. Ahora, tras el anuncio del memorándum, el canciller chileno, Alberto van Klaveren, señaló que esperarían confirmar esta información antes de tomar medidas adicionales.
Es importante argumentar que el acuerdo bilateral entre Bolivia e Irán se da en un contexto en el cual Teherán ha buscado profundizar sus lazos con América Latina, especialmente con los países del ALBA. En este sentido, debe considerarse la visita del presidente iraní, Ebrahim Raisi, a Cuba, Nicaragua y Venezuela durante junio de 2023.
La creciente influencia de Irán en la región latinoamericana es fuente de preocupación para Estados Unidos y la Unión Europea, así como para importantes sectores políticos latinoamericanos, lo que radica en varios factores, tanto políticos como estratégicos. En los aspectos políticos hay que mencionar la retórica fuertemente antiestadounidense y antiisraelí del régimen de Teherán. A lo anterior, se unen las continuas violaciones a los derechos humanos de la población iraní y las persecuciones a las minorías kurdas y bahais, a agrupaciones feministas y a personas del colectivo LGTB+.
En el ámbito estratégico, están las vinculaciones de Irán con movimientos terroristas como Hezbolá. En este marco se inscriben las acusaciones judiciales argentinas a Teherán de los atentados realizados en Buenos Aires en 1992 y 1994, en contra de la Embajada de Israel y de la AMIA, respectivamente. Debemos sumar la preocupación por el desarrollo de un programa nuclear y la alianza forjada entre Teherán y Moscú en el contexto de la guerra en Ucrania.
En suma, los vínculos estratégicos entre Irán y Bolivia representan una preocupación y un desafío para la región, incluido Chile, con la amenaza de convertir al país persa en un importante actor regional, a una altura similar que Rusia y China, profundizando el enfrentamiento global de estas potencias con Estados Unidos y la Unión Europea, ahora también en el escenario latinoamericano.
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