El Colegio de Periodistas de Chile actuó tarde y mal. Pasaron más de 10 días de la detención de Braulio Jatar en Venezuela para que la organización se diera por enterada y emitiera una tibia declaración que se cuida de no decir palabra alguna sobre la libertad de expresión bajo el régimen chavista. Pareciera que los dirigentes del gremio han resistido al máximo la demanda pública y de los periodistas en general por la solidaridad respecto de lo que la ONG Reporteros sin Fronteras ha llamado “ataques en serie a la libertad de prensa” en Venezuela.
En ese contexto, la organización de los periodistas chilenos, se ha limitado a expresar su preocupación “por la situación del empresario de las comunicaciones chileno-venezolano, el abogado Braulio Jatar Alonso”, manifestando “su interés en que el profesional (…) cuente con todas las garantías procedimentales que contempla la República Bolivariana de Venezuela y todas las que se establecen en los convenios internacionales de derechos humanos” para lo cual se dará seguimiento al proceso judicial.
Mal por el Colegio de Periodistas y sus dirigentes. Mientras el continente y el mundo está pendiente del deterioro grave de las libertades públicas y la situación de derechos humanos en la tierra de Bolívar, lo que preocupa al gremio de comunicadores chilenos son las “garantías procedimentales”.
El director de Human RigthsWatch, José Miguel Vivanco manifestó con toda crudeza que “Venezuela es un régimen cívico militar, donde los militares ocupan más de la mitad de los puestos de gobierno (…). La concentración de poder es brutal, no hay institución jurídica, judicial o democrática capaz de frenar o sancionar abusos”.
“Calificar hoy a Venezuela como un régimen democrático, es propio de la ignorancia o refleja una abierta deshonestidad –agregó el experto–. Venezuela ni siquiera mantiene una fachada democrática. El descaro con el que se conduce el gobierno de Maduro, con una Corte Suprema que es un apéndice del Ejecutivo, es total.
El servicio de inteligencia decide quien va detenido y quien no, hay abusos en las prisiones incluyendo torturas, la existencia de presos políticos (…). Todo sumado a la falta de libertad de expresión y la censura permanente a los pocos medios independientes, que regularmente son digitales por la falta de papel, difícilmente califica como democracia”.
“Sin libertad de expresión no hay democracia” era el lema del Colegio de Periodistas. Qué lástima que los actuales dirigentes no lo estén aplicando para el caso venezolano, permitiendo que sus legítimos afectos políticos impidan que la organización de los periodistas chilenos cumpla con su misión de compromiso irrestricto con las libertades esenciales y los derechos humanos en todo el orbe.
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