Sionismo

Hace poco menos de un mes, he tenido el honor de asumir como Presidente de la Comunidad Judía de Chile, cargo que, por estatutos, debo ejercer por un periodo de 2 años, y que para ser sincero comienzo con mucho optimismo, pues tomo el liderazgo de una comunidad profundamente arraigada y comprometida con nuestro país.

Como es lógico, lo primero que podría preguntársele a un presidente electo es cómo ve la relación con la comunidad palestina de Chile, que, como es sabido, es la comunidad palestina más grande del mundo, después de la que hay en Gaza y la Cisjordania, pregunta que no necesariamente se le formularía al Presidente de las comunidades judías en otros países en que las comunidades palestinas locales son muy reducidas y en algunos casos, derechamente inexistentes y donde el conflicto de medio oriente prácticamente no es tema local.

Soy optimista por naturaleza y creo en el entendimiento entre las personas, de hecho, la relación entre ambas comunidades ha sido históricamente buena, pero al mismo tiempo veo con mucha preocupación una creciente radicalización de parte de quiénes tienen a su cargo la Federación Palestina, que insisten en importar un conflicto que ocurre a miles de kilómetros de distancia, y que, como es lógico, es muy ajeno a las preocupaciones y dificultades de los chilenos.

En este sentido, se utiliza con reiteración, casi con majadería diría yo, la expresión sionismo como sinónimo de una ideología totalitaria, se habla de ella con desdén y en algunos casos hasta con sarcasmo, e incluso, en casos extremos, han tenido la osadía de compararla con el nazismo, lo cual y lo digo con mucha responsabilidad, no vamos a permitir.

El sionismo, en cuanto expresión histórica, es el anhelo o la aspiración de muchos judíos por tener un hogar nacional, que, como es sabido, se vio consagrada con el nacimiento y la creación del Estado de Israel, el 14 de mayo del año 1948, contra la voluntad de árabes y palestinos, en tanto que, como expresión actual, no es otra cosa que el anhelo de cada judío porque dicho hogar nacional se mantenga en el tiempo, de forma pacífica y segura y con derecho a su propia autodeterminación. Estos dos anhelos, tanto el histórico como el actual son parte de la esencia del ser humano y no hay derecho para mofarse o hacer caricaturas a su respecto.

Se ha sostenido, de forma bastante irresponsable me atrevo a decir, que el Sionismo sueña con un país perfecto, y que, por ello, no está llano a aceptar críticas y que está dispuesto incluso, a pasar por alto cualquier fechoría que pueda cometer el ejército o los gobernantes israelíes, lo cual, parece ser una imputación directa hacia nuestra comunidad judía, en cuanto a que defendería a ultranza al ejército y a los gobernantes de turno de Israel, sin importar las consecuencias que sus actos puedan tener en la población palestina.

Es justamente aquí donde está el punto central que me permito plantear sin aspavientos para que de una vez por todas se respete a quienes legítimamente nos sentimos Sionistas, y defendemos el derecho de cualquier judío a tener y mantener su hogar nacional.

Ser sionista no significa que defendamos las decisiones de los gobernantes de turno ni que avalemos cualquier acción que pueda realizarse, particularmente si ésta afecta a población inocente, allí es donde esta el gran valor del Sionismo.

Queremos y defenderemos con todas nuestras fuerzas el derecho a mantener este hogar nacional que tanto esfuerzo y sufrimiento costó al pueblo judío, pero somos críticos de los errores, de los excesos y de cualquier decisión que vaya contra una paz permanente y duradera.

Y es justamente este derecho a cuestionar y criticar a los gobernantes de turno es lo que tanto valor le da al Sionismo y porqué no, a la propia sociedad israelí, donde se condena a los terroristas, no sólo a los palestinos, sino que a los israelíes también, recordemos que Igal Amir, el asesino del ex Primer Ministro Israelí  Itzjak Rabin continúa preso.

La Comunidad Judía de Chile sin duda es una comunidad sionista, y por tal razón pide y exige respeto por ello.

Se insiste por quienes sólo han perseguido el odio y la discordia, sin tapujo alguno, que el Sionismo no quiere la paz, cosa que es una falsedad absoluta y que Israel es un país totalitario, el mismo país donde los árabes tienen participación parlamentaria y donde se aceptan y respetan a todas las minorías.. Ya es hora de que digamos las cosas por su nombre.

La Comunidad Judía de Chile siempre ha querido y continúa deseando la paz y entiende que la única solución posible es la coexistencia de dos estados soberanos e independientes. Este es y será por siempre el punto de partida de cualquier acuerdo entre ambos pueblos.

¿La pregunta que cabe preguntarse es, si la Federación Palestina de Chile por su parte está o no por la paz?, ¿Si es así, por qué el mapa que ella publica en todas partes no contempla a Israel, que es un país reconocido por todo el mundo? ¿Por qué nunca, hasta hoy, se ha pronunciado a favor de la existencia de dos Estados limitándose a reclamar el derecho al suyo, pero desconociendo implícitamente el derecho del otro?, ¿Por qué adhiere y defiende la postura de Hamás que es una organización clara y reconocidamente terrorista?

Dicen que para resolver cualquier tipo de conflicto, incluso aquellos de índole personal se debe mirar y corregir primero los errores propios antes que los ajenos. Se habla, aunque sin mucho conocimiento, que Israel y sus gobernantes de turno son totalitarios y se los pretende equiparar, en un reflejo de absoluta irresponsabilidad, con el Nazismo y con el Fascismo, dos de las más nefastas ideologías de la historia, pero qué se dice respecto de los propios gobernantes del pueblo palestino?

¿Puede haber paz cuando se pagan miles de dólares a los familiares de aquellos que se inmolan en actos terroristas? ¿Puede haber paz mientras los niños asistan a campos de entrenamiento militar cuyo único propósito es prepararlos para el asesinato de judíos?

¿Existe desde el otro sector una opción crítica sobre el reiterado encarcelamiento a los periodistas palestinos que se atreven a criticar o cuestionar a sus gobernantes?

¿Son partidarios de que Mahmud Abbas, el líder de la Autoridad Palestina continúe a cargo de dicha entidad pese a que su mandato expiró hace más de 9 años?

Todo lo anterior ocurre a miles de kilómetros de distancia y no me parece saludable ni recomendable que en aras de obtener el apoyo de las autoridades locales o del pueblo chileno se persiga mancillar a una comunidad que es orgullosa de ser sionista y orgullosa de formar parte de este país al cual tan arraigada se siente.

Esperemos poder buscar puntos de encuentro con la comunidad palestina local y que  sus actuales dirigentes dejen el odio y el conflicto donde está, a miles de kilómetros de distancia y que ambas comunidades puedan seguir viviendo y contribuyendo, como lo han hecho por años en este maravilloso país.

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