Trump, las redes sociales y la pos verdad

Donald Trump ya es Presidente de los Estados Unidos  y  ha estado “gobernando” su país desde que fue electo en noviembre por medio de la red social Twitter. En su momento le vastó un simple mensaje en esta red para que la poderosa Ford Motor desistiera de invertir mil seiscientos millones de dólares en México. Mediante ese sistema ha desacreditado a las Agencias de Seguridad de USA, amenaza a otros Estados o fija supuestos rumbos de lo que será su Gobierno que sí ahora desempeña.

En todo este permanente “mensajeo” por Twitter se ha estado utilizando lo que algunos llaman la pos verdad.

Wikipedia indica que “la pos verdad difiere de la tradicional disputa y falsificación de la verdad, dándole una importancia secundaria". Se resume como la idea en “el que algo que aparente ser verdad es más importante que la propia verdad”, en tanto muchos estamos convencidos que es simplemente mentira, disfrazada mediante un “traje” verdadero.

El recientemente fallecido sociólogo polaco Zugmunt Buaman ponía duramente en duda la validez de las llamadas redes sociales, al igual que César Rendueles o el coreano alemán Byung-Chul Han. Los tres sostienen, esto debe ser leído detenidamente, que lo usuarios de las redes que escriben mensajes políticos o revolucionarios en realidad no están interviniendo en un espacio político.

Buaman decía textualmente, “hay mucho radical (revolucionario) que no sale de su casa, ordenador (computador) en ristre, en vez de estar peleando en la calle; que polemiza muchas veces de modo anónimo o con seudónimo, a través de la redes, a ver quién mea más largo, quién es más radical, más revoltoso o más compasivo, generando lo que se ha denominado “shitstormes”, tormentas de mierda”.

Esta no es una afirmación gratuita. Si ustedes leen los mensajes en la red del ahora Presidente de USA verán que están caracterizados por ese estilo “radical, revoltoso”.

Meter Lambor Wilson, conocido poeta y escritor estadounidense, que se ha distinguido como “anarquista ontológico”, con su seudónimo Hakim Bey, El Señor Juez, dice “el vago sentimiento de que uno está haciendo algo radical al sumergirse en una nueva tecnología no puede ser designado con el titulo de acción radical”.

Esta es una realidad sobre la redes sociales que la gente, los usuarios, deben aprender a leer. El ejercicio presidencial de Trump por este medio nos indica claramente que tenemos que analizar la realidad de ella.

Tenemos que entender que son incontrolables, amorfas, efímeras e inestables. No son el espacio permanente donde sostener debates o discutir posiciones sociales, políticas, económicas y deportivas, sino espacios que pueden crecer inconmensurablemente de forma súbita y desaparecen con la misma velocidad.

En una entrevista que le hizo el diario español El País hace un año Zugmunt Buaman declaraba:

“La cuestión de la identidad ha sido transformada de algo que viene dado a una tarea: tú tienes que crear tu propia comunidad. Pero no se crea una comunidad, la tienes o no; lo que las redes sociales pueden crear es un sustituto. La diferencia entre la comunidad y la red es que tú perteneces a la comunidad pero la red te pertenece a ti. Puedes añadir amigos y puedes borrarlos, controlas a la gente con la que te relacionas. La gente se siente un poco mejor porque la soledad es la gran amenaza en estos tiempos de individualización. Pero en las redes es tan fácil añadir amigos o borrarlos que no necesitas habilidades sociales. Éstas las desarrollas cuando estás en la calle, o vas a tu centro de trabajo, y te encuentras con gente con la que tienes que tener una interacción razonable. Ahí tienes que enfrentarte a las dificultades, involucrarte en un diálogo.

El Papa Francisco, que es un gran hombre, al ser elegido dio su primera entrevista a Eugenio Scalfari, un periodista italiano que es un autoproclamado ateísta. Fue una señal, el diálogo real no es hablar con gente que piensa lo mismo que tú. Las redes sociales no enseñan a dialogar porque es tan fácil evitar la controversia.

Mucha gente usa las redes sociales no para unir, no para ampliar sus horizontes, sino al contrario, para encerrarse en lo que llamo zonas de confort, donde el único sonido que oyen es el eco de su voz, donde lo único que ven son los reflejos de su propia cara. Las redes son muy útiles, dan servicios muy placenteros, pero son una trampa”.

En el pasado reciente se decía que el ex Primer Ministro italiano Berlusconi era el rey de la pos verdad. Que jamás en sus mensajes dijo algo real, que nunca sus afirmaciones eran verdaderas, que lo que escribía solo producía situaciones de suspicacia, temor o prevención. Para muchos que concordaban con esa opinión, el hoy Presidente de EEUU le ha reemplazado absolutamente.

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