Frei, asesinato de Estado

Sergio Velasco
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“Carmen, sácame de aquí, me están matando”  “quiero  morir en mi casa”. Fueron quizás las últimas palabras que pudo pronunciar el ex Presidente de la Republica,  después de  la segunda  intervención, provocada por  un shock séptico, ante su inminente deceso en la Clínica Santa María.

El equipo médico que lo intervino, consumaba así uno de los siniestros planes que los organismos represivos urdieron, para deshacerse del único líder de la oposición capaz de unir al pueblo, en pos de la  recuperación de las libertades esenciales y  la  democracia.

Frei encabezó la disidencia a  partir del plebiscito que dio origen a la Constitución del 80, su llamado a no reconocer este proceso  ilegítimo, fue escuchado por moros y cristianos en un acto masivo de desobediencia civil en el “Caupolicanazo” donde miles de chilenos y chilenas, salieron de sus casas, para enfrentarse sin miedo a la represión  del régimen autoritario, cuyo poder absoluto era mantener atemorizado al pueblo.

Poseía un prestigio nacional e internacional, como  gobernante, de  reconocida trayectoria política en defensa de la democracia.  Le valió para ser llamado por el entonces Canciller alemán Willy  Brant,  integrándolo a la comisión Norte-Sur, nombramiento que  compartía con los máximos dirigentes  del planeta. Era la oportunidad decir  la verdad sobre los tristes hechos que sucedían en el país: la violación sistemática  a los derechos humanos y civiles que  se cometían por los agentes del Estado.

Cuando volvió de su misión en Europa, quiso dar cuenta a la nación de su papel  en el desempeño de su honorífico cargo internacional. Para tal efecto se organizó  una convocatoria en el sindicato Sumar, que lo presidía hasta ese entonces Manuel Bustos. Fuimos invitados a participar, una delegación de San Antonio, de trabajadores, estudiantes  profesores y dueñas de casa, viajamos a la capital, sin sospechar lo que el destino nos deparaba.

Las fuerzas represivas impidieron con bombas y gases lacrimógenos el evento. Fue un ataque a mansalva. Desde su casa en calle Hinderburg, nos detienen quienes concurrimos a  respaldar su rol de Estadista siendo, la única esperanza viva para una salida pacífica, al gobierno militar.

El hecho causo conmoción nacional, la noticia se conoció en el mundo. Frei como abogado, presentó  su primer recurso de amparo antes los insensibles tribunales exigiendo la total libertad de los apresados, hombres mujeres  y jóvenes.

La situación cada día se ponía más tensa, el ministro del Interior, Sergio Fernández, preparaba los decretos de expulsión o de relegación, cosa muy habitual en tiempos de dictadura. El ex -gobernante amenazó a la Junta Militar con asilarse en la Nunciatura, si no se procedía a la inmediata libertad de los apresados.

Frei concurría, en el verano, a la casa de los Klein, en Rocas de Santo Domingo, invitaba a los dirigentes políticos, sociales y gremiales, a conversar, para enterarse de los acontecimientos que ocurrían en Tejas Verdes, cuna de la Dina, al mando del coronel Manuel Contreras, lo increíble fue que siempre nos recibía en la puerta, su chofer de confianza, el informante que daba cuenta de inmediato lo tratado a los esbirros del régimen, sin que nadie sospechara nada.

Pinochet sabía que los hombres que concitaban mayor apoyo popular eran  Eduardo Frei Montalva, Pablo Neruda, Orlando Letelier, el general Carlos Prats, Bernardo Leython, el sindicalista Tucapel Jiménez, para construir una unidad nacional.

Para que nadie se interpusiera en sus insanos propósito, le ordenó  al “Mamo” Contreras” que los eliminara a cualquier precio o método, cuya orden  cumplió con estricto rigor y secreto militar

Todos fueron asesinados,  salvo el hermano Bernardo y su esposa Anita, que sobrevivieron a un feroz atentado en Roma, donde se salvaron por milagro. El quedó con una bala en la cabeza y su señora invalida para el resto de sus días.

Como una evidente verdad, afloró poco a poco,  que a Eduardo Frei Montalva lo asesinan por ser opositor relevante al régimen de facto..

Carmen, su hija, dio las primeras señales de alarma. Denunció el asesinato a su padre. No murió por la operación, lo habían envenenado, introduciéndole sustancias tóxicas, durante su convalecencia.

El juez Alejandro Madrid, según los antecedentes probatorios decidió enjuiciar como autores directos al Dr. Patricio Silva Garín, Raúl Lillo Gutiérrez, ex agente de la DINA, Luis Alberto Becerra chofer, informante de la CNI, al Dr. Pedro Samuel Valdivia Soto, como cómplice, y a Helmar Egon Rosenberg Gómez y Sergio González Bombardiere  como encubridores, tras 15 años de investigaciones y a 35 años de su muerte.

El peso del silencio cae sobre el Ejército, cómplice por acción u omisión, de este horroroso Magnicidio que enluta la historia Republicana de Chile.

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