No me cabe duda que quienes abordan el tema de la pandemia en las cárceles y son capaces de justificar y negar la posibilidad de indultos inteligentes para unos en razón que se niega para otros, demuestran ignorancia absoluta de la agobiante vida al interior de algunos centros privativos de libertad. Me parece que quienes lo hacen desconocen la realidad de los distintos centros penales en Chile y al parecer, lo más grave, es la pandemia irracional que sufren los que argumentan de esa manera.
Considero que en las circunstancias y riesgos que nos encontramos, en relación al Covid-19, debería protegerse a la brevedad y en particular a los privados de libertad en grave hacinamiento, situación que los mantiene en peligro inminente.
Los expertos- incluido el ministro Mañalich, aseveran que el pick aún no se ha dado en Chile, lo que - de ser así - las cárceles podrían ser uno de los focos más contagiados del país, sumado a los familiares que los visitan.
Debería haber una ley inmediata en donde se indulte a todos los que han cometido delitos menores y liberar de manera inmediata a quienes aún no han sido condenados sea por la desidia o ineptitud del sistema judicial o, simplemente, porque no se han evidenciado pruebas suficientes para una sentencia.
De seguir deliberando con una lentitud pasmosa y propia del desinterés que caracteriza a ciertas autoridades por un sector tan vulnerable, muy pronto podríamos conocer de muertes y cadáveres sembrando módulos, calles, patios y galerías, lo que podría llevar a motines con violencia y reacciones dantescas.
Ante un estado de catástrofe, no debe haber discriminación y todos quienes estén expuestos al contagio, sea quien sea, conforme a la condición de sus delitos o por su edad elevada, deberían acogerse. Colofón de un país que no puede estancarse en su desarrollo espiritual, moral y humanitario.
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