Las acciones del gobierno de Chile así como las declaraciones que han hecho en estos días los personeros de la derecha chilena frente al tema de Palma Salamanca son vergonzosas. Son la muestra más flagrante de la ignorancia de este sector acerca de como funciona la justicia en un país serio y civilizado como Francia.
Se nota que estas personas no tienen el menor concepto de la independencia de las instituciones del Estado y creen que para inclinar la balanza de la justicia en su favor basta con hablar con quienes sustentan el poder, de la misma manera como en Chile resuelven sus problemas dirigiéndose al primo que trabaja en la Intendencia, al funcionario amigo que trabaja en impuestos internos o al pariente carabinero que les levanta el parte.
Me imagino la sonrisa irónica con la que Macron debe haber despedido a Piñera cuando le fue a plantear que lo ayudara a obtener la extradición del frentista. La misma que se podrá ver en el rostro del embajador de Francia cuando acuda a la Moneda en respuesta a la petición del Gobierno.
Lamentablemente estos hechos son una prueba más del carácter retrógrado de la derecha chilena, que tampoco tiene conciencia alguna de la imagen de Chile en el exterior, la que está muy lejos de la idea insular y chovinista que estos grupos tienen y de la que se sienten tan orgullosos.
Como si lo que han intentado esconder debajo de la alfombra en cuanto al tema de los derechos humanos, o de las debilidades de la justicia, o de la politización de las instituciones armadas no hubiera atravesado jamás nuestras fronteras y se pudiera afirmar con desparpajo que Chile es un país moderno, donde se respetan los derechos y donde las instituciones funcionan.
Esas ingenuidades han tenido un cierto grado de eficacia dentro del país, en la medida en que el control de la información, el escepticismo, la ignorancia y hasta la indiferencia han hecho estragos en los ciudadanos. Pero en el extranjero nada de esto ha ocurrido.
Las personas bien informadas han leído que en Chile están muriendo familiares de detenidos desaparecidos que pasaron toda su vida buscando infructuosamente a sus seres queridos sin que la justicia haya podido darles ninguna respuesta válida, han leído también que por crímenes horrorosos no ha habido condenas verdaderamente justas, y también han leído que en Chile todavía se le hacen homenajes en la escuela Militar a monstruos como Krasnov, condenado a más de seiscientos años de prisión.
O sea, en el exterior se sabe que los estándares de la justicia chilena están bastante alejados de los de los países europeos, y en particular, de los de Francia. Por lo tanto, no se necesitaba ser un adivino para afirmar que la extradición solicitada a Francia por Palma Salamanca iba a ser un fracaso. Y también se podía presumir que si Palma Salamanca lo pedía, Francia le otorgaría el asilo político.
El solo hecho de haber planteado estas cosas a nivel político y por el propio presidente de la República desacreditaba la petición.
Un país serio no anda pidiéndole al Presidente de un país amigo que interceda ante la justicia de su nación para obtener una resolución que favorezca sus posturas. Es inaudito.
Y el mundo al revés es ver ahora a todos estos señores haciendo declaraciones indignadas en contra del mismo país que les ha dado una lección de independencia de los poderes y de espíritu ciudadano. Pero claro. Tampoco van a aprender esta vez.
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