Varias acciones en los últimos años dan cuenta de que en la Región de la Araucanía y algunas otras zonas del sur de Chile impera un subrepticio Estado de Excepción. Dicho estado se caracteriza por la aplicación permamente y sin destino de la Ley Antiterrorista, herencia lamentable de la dictadura cívico militar chilena de 1973, y que permite la aplicación de medidas extraordinarias para el combate de actos violentos. Una ley no adaptada a las legislaciones actuales en materia de terrorismo, pero que sirve de brazo político a la élite.
Varios son los casos que es posible enumerar, pero me gustaría destacar algunos de ellos aún a precio de repetir. Lo primero son las muertes de jóvenes mapuche asesinados durante reinvindaciones territoriales. En 2002 fue Alex Lemún de sólo 17 años. Muerto por la utilización de balines de plomo. Un hecho ya sentenciado como uso de violencia innecesaria. Sin resultado de cárcel para el perpetrador.
En 2008 murió Matías Catrileo de 22 años. Asesinado por la espalda por Walter Ramírez, condenado a firmar mensualmente. En 2009 falleció Jaime Mendoza Collío, asesinado también por la espalda y sin condena de cárcel para el homicida. Por cierto, he nombrado sólo tres casos emblemáticos, los lectores pueden buscar el resto.
Más recientemente es necesario consignar las estrafalarias cifras de dinero que utiliza el Estado para proteger a la industria forestal. Por ejemplo, el año 2015 se gastaron 1.879.129.533 millones de pesos. Una cifra escandalosa para un país que tiene tantas necesidades en materia de educación y salud. Nuevo equipamiento, camiones blindados último modelo, etc. Una estrategia de alta densidad que ha militarizando comunidades enteras permitiendo allanamientos donde las víctimas suelen ser mujeres y niños.
Un caso reciente de esta violencia, que entrega poder a quienes con un arma en la mano dan rienda suelta a su locura cobarde, es el de Brandon Hernández, quien recibió 100 perdigones por la espalda. ¿Qué extraño, nuevamente por la espalda? Brandon, protegiendo a su hermano pequeño, fue baleado en el suelo por carabineros. Seguramente será amonestado por usar fuerza excesiva.
Hay una pregunta muy compleja ante todo este escenariode violencia ¿En el futuro, cuál será la relación de estos jóvenes y niños con el Estado? Se están sembrando tempestades.
Así entonces, ¿existe una falta de Estado de Derecho en el sur de Chile? No. La realidad es que se aplican medidas extraordinarias de allanamiento y control en muchas comunidades. Hemos entregado la solución del problema a policías que no pocas veces -y no sólo aquí sino que en muchos lugares- dan rienda suelta a sus enfermedades mentales de racismo y violencia.
Mientras tanto, en sus casitas…, los señores ordenan pagar un inserto en un medio de amplia circulación. En virtud de la mentada libertad de expresión se permiten volver sobre sus principios autoritarios. El inserto de la SOFOFA habla de ellos mismos, habla de la prepotencia mercantil y de clase. Se lo debe tomar en serio, pero como una amenaza. Hoy su problema son los mapuche, mañana lo será el pueblo que decide su propio futuro.
Mientras tanto, la industria forestal sigue arrasando el sur de Chile. No cabe duda que un país debe tener industrias, generar riqueza, aumentar la calidad de vida de sus ciudadanos, pero todo muestra que en realidad quienen verdaderamente ganan dinero son unos pocos…el resto debe conformarse con El baile de los que sobran.
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