El fuego no se quiere apagar. Buena parte del país está acechado o envuelto en llamas. Lenguas de fuego que aparecen por doquier y que se expanden de manera asombrosa durante semanas.
Es el nuevo escenario que, al parecer, se ha vuelto una constante de los veranos en el país. Una época estival que ha conocido este año registros históricos de altas temperaturas y que se han terminado por convertir en el nuevo combustible que ayuda a la presencia de incendios que salpican toda nuestra geografía.
Y, si antes era la zona central la que parecía ser la víctima predilecta de los siniestros, ahora los incendios se expanden por todas partes y han llegado, incluso, hasta el corazón mismo de la Patagonia en la Región de Aysén.
Los datos son alarmantes, ya que los siniestros en Aysén superan en un 22.000 % a los registrados en la pasada temporada y en un 1.600 % a los incendios de los últimos cinco años.
Para hacerse una idea, estamos hablando de un área equivalente a más de 170 veces el Estadio Nacional. Es una situación altamente preocupante que afecta una zona especialmente sensible para los ecosistemas y una región ícono para nuestra Red de Parques Nacionales.
Elemento gatillador de esta emergencia en Aysén han sido las temperaturas extremas e históricas que se han dejado sentir en la zona en las últimas semanas, donde en Coyhaique se llegó a 35.7°C, mientras que en Cochrane se registró 36.1°C, superando el récord de 35.0°C de enero de 2013.
Por supuesto, estas temperaturas completamente fuera de lo normal han actuado como un verdadero combustible para la generación y expansión de estos incendios.
Los efectos del cambio climático son enormes y el país debe entender que el clima, tal y como lo conocíamos, desapareció.
Chile es sede de la próxima Cumbre Mundial del Clima COP25. Es el momento de dar una señal potente y ubicar el problema de cambio climático como una de las cuestiones a la que más se debe prestar atención.
Es responsabilidad del país y el gobierno ubicar esta situación en la cúspide de los temas de la agenda pública.
La urgencia de la situación no permite más esperas.
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