La acción climática es una carrera contra el tiempo en la que Chile, como anfitrión de la Cumbre contra el Cambio Climático de la ONU (COP25), ha dado un salto a la primera línea. Hasta ahora, lamentablemente, a nivel global los números no nos acompañan.
El último reporte de The Global Carbon Project concluyó que las emisiones de dióxido de carbono llegaron a 37.1 gigatoneladas durante 2018, superando en 2.7% el CO2 generado en 2017.
Este récord histórico se alcanza en el año en que el Informe Especial sobre el Calentamiento Global 1,5ºC, realizado por el Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC), advirtió respecto a la necesidad de limitar el aumento de la temperatura en 1,5°C, ya que de darse un incremento de 2ºC respecto a los niveles preindustriales sufriremos consecuencias catastróficas. Entre ellas, la pérdida de hábitats naturales y especies, la disminución de los casquetes polares y el aumento del nivel del mar.
Estos impactos incidirán en forma importante en nuestra salud, nuestros empleos, la seguridad y el crecimiento económico.
Por ejemplo, la Organización Mundial de la Salud (OMS) incluyó a la contaminación del aire y el cambio climático, que comparten una de sus fuentes: la quema de combustibles fósiles, dentro de las 10 grandes amenazas sanitarias para 2019.
Anualmente mueren 7 millones de personas en el mundo por aire contaminado y se estima que el 90% de la población lo respira.
La propia OMS, además, proyecta que entre 2030 y 2050 habrá 250 mil muertes adicionales por año a causa del cambio climático, principalmente por sus efectos en enfermedades (malaria, diarrea, etc.), desnutrición y estrés por calor.
Por otro lado, el informe de Situación y Perspectivas Económicas Mundiales 2019, presentado por la ONU el pasado 21 de enero, alerta sobre la existencia de riesgos a corto plazo para el crecimiento global, entre los cuales se encuentra también el cambio climático.
Esto, porque la transición a una producción y un consumo sustentable no ha alcanzado la velocidad esperada, a la par que los impactos climáticos sí están moviéndose de forma rápida, extendida y aguda.
El último número gris tiene que ver con las contribuciones actuales de los 183 países que se comprometieron en el Acuerdo de París. La calculadora climática muestra que éstas no son suficientes para frenar un incremento superior a 1.5°, estimándose que llevarían a alrededor de 3°C, un escenario que marcaría un punto sin retorno.
El desafío climático siempre ha sido tremendo, pero bajo las actuales condiciones adquiere una épica inusitada y será Chile el país que tendrá que liderar una de las batallas decisivas.
La COP25, que se realizará en nuestro país el próximo año, debe preparar el hito político central del proceso de implementación del Acuerdo de París, en que los firmantes presentarán sus nuevas contribuciones nacionales con miras a cerrar la actual brecha en emisiones.
En la COP24 realizada en Polonia se acordó la entrega de estos compromisos revisados y se desarrolló el libro de reglas. Las expectativas de organizaciones ambientales como WWF es que los países comiencen desde ya a trabajar en estas contribuciones, considerando su implementación en la práctica, siguiendo las reglas y concretando una reducción efectiva.
En este contexto, Chile como anfitrión de la COP no solo tendrá que sacar adelante la organización logística y diplomática, sino que impulsar negociaciones que den luz verde a la implementación del Acuerdo de París.
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